Danzas de millones

23 febrero 2013

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Noroeste Redacción /IONSA

La sociedad mexicana aún no digiere la información proporcionada por la Auditoría Superior de la Federación sobre irregularidades en el gasto público correspondiente al penúltimo año de gobierno de Felipe Calderón.
Entre la danza de millones puesta a descubierto por la ASF, destacan el "olvido" de los gobiernos estatales de informar de gastos por 48 mil millones de pesos, que curiosamente no reportaron a Hacienda, y el no menos ominoso gasto por casi un millón de pesos en corbatas de seda, vinos, dulces árabes y arreglos florales, hecho por nuestros flamantes diputados federales, además de reembolsos que recibieron los propios legisladores por un millón 300 mil pesos de gastos en banquetes y comidas.
De acuerdo con la ASF, esos gastos fueron cargados a la partida 3820, correspondiente a "gastos de orden social y cultural".
Bonita manera de disfrazar un gasto, además de dispendioso, vergonzante, pues resulta un verdadero insulto para los millones de mexicanos que viven en pobreza extrema y cuya dieta se resume en una sola comida al día, si es que se le puede llamar comida a lo que llega a la mesa de muchísimas familias mexicanas.
Por ejemplo, del mundo de recursos federales que los gobiernos de los estados supuestamente gastaron y de los que no rindieron cuentas, destacan los casi 850 millones de pesos pendientes de aclarar por parte del gobierno de Mario López Valdez.
Se sabe, por ejemplo, que durante 2011 la Secretaría de Salud en Sinaloa realizó gastos en adquisición de medicamentos que no están dentro del catálogo universal, comprados, con un escandaloso y evidente sobreprecio, a laboratorios y proveedores "de confianza" de los responsables de dicha dependencia.
A eso se suman otros gastos absurdos, como el pago de costosos arreglos florales, y realización de eventos navideños o carnavaleros, que nada tienen qué ver con las tareas de una dependencia tan importante.
Resulta incomprensible que pese a que en el País se han ido consolidando instituciones que abonan al desarrollo de la democracia y a la transparencia y la rendición de cuentas, los funcionarios y servidores públicos y legisladores de todos los niveles continúen haciendo un uso atrabiliario de los recursos públicos y siguen dándose vida de reyes, gastando a manos llenas el dinero de los contribuyentes. Y además se resisten a rendir cuentas.
Todas estas irregularidades y multimillonarios desvíos de recursos son una especie de déjà vu que nos conectan con un pasado que creíamos superado, el de aquellas danzas de millones que sufrimos sexenio tras sexenio durante décadas.
Sin embargo, esto no puede ni debe tener el mismo fin de aquellos abusos y excesos de antaño. El Gobierno de Enrique Peña Nieto está obligado a hacer valer la palabra empeñada de cumplir y hacer cumplir la Ley, por lo que los desvíos y mal uso de recursos públicos deben ser sancionados. La sociedad seguramente se lo demandará si no lo hace.