¿De dónde han surgido los políticos mexicanos, de qué medios socioculturales, con qué intereses?

03 septiembre 2011

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Noroeste / Pedro Guevara

Será posible que en una nación de más de 110 millones de habitantes, más de 120 si consideramos a los que viven en Estados Unidos, no puedan forjarse mejores políticos?
¿De dónde han surgido los políticos mexicanos, de qué medios socioculturales, con qué intereses?
En este espacio periodístico se ha insistido en una tesis clave: la clase política es el principal obstáculo para el desarrollo del País.
Un rápido vistazo a los cuerpos políticos que predominan en los tres niveles de Gobierno que constituyen el Estado mexicano: federal, estatal y municipal, nos permitirá ver que, en los últimos 30 o 35 años, y sobre todo en los 10 más recientes, los encabezados por los panistas en el plano nacional, se han llenado de familiares y amigos de los individuos y grupos en el poder.
Con José López Portillo se inicia la descarada tradición nepotista en la clase política mexicana. ¿Quiénes la ejercían? Primero, la clase que estaba en el poder, el PRI, y poco después, quien no lo tenía pero lo disputaba financiada por las arcas públicas. Cuando empezó a correr dinero público a los bolsillos de los partidos políticos, aun estando en la oposición, se desató el interés por ocupar sus puestos de dirección.
López Portillo convirtió a su hijo en sub Secretario de Programación y Presupuesto, y a su hermana en Directora de Radio, Televisión y Cinematografía. Cuando se le criticó al entonces Presidente que era ilegal el nombramiento de un familiar consanguíneo para un puesto en el gabinete, él, orondo y cínico, respondió: "José Ramón es el orgullo de mi nepotismo". Se acabó; no hubo más. El Presidente podía todo, incluso pasar por encima de la legalidad.
Antes de él, incluso con presidentes tan autoritarios como Luis Echeverría y Gustavo Díaz Ordaz, los familiares quedaban relegados a puestos muy inferiores o, simplemente, no eran tomados en cuenta. Por ejemplo, Manuel Ávila Camacho no quiso imponer como relevo presidencial a su hermano Maximino. Ni Miguel Alemán, López Mateos, Ruiz Cortínez y mucho menos Lázaro Cárdenas se atrevieron a colocar aquí y allá a sus familiares y amigotes.
El sistema político era autoritario pero había una idea de Estado más sólida. No se le veía como una cueva familiar o un club de amigos para sacarle provecho privado.
Lo que siempre han hecho los viejos y nuevos políticos es beneficiar de diferentes maneras a sus familiares y amigos, aun sin estar en el gabinete o en otros cargos públicos relevantes. Fue a partir de Carlos Salinas de Gortari, aunque ya se conocían antecedentes con Miguel Alemán, que los beneficios privados utilizando cargos públicos para familiares, amigos y ellos mismos se elevaron a la cuarta potencia. Con él la corrupción ascendió a las liga Premiere. Y no tan solo eso, sino que, a partir de él, los salarios de la clase política alcanzaron nivel de privilegio.
Pero, ¿qué sucede a partir de que el PAN llega a la Presidencia, gana más gubernaturas, alcaldías, diputaciones y senadurías? Pues, que la concepción familiarista de la política que tiene este partido la trasladó a las instituciones de Gobierno. Es decir, los blanquiazules, al concederle un valor central a la familia en la edificación social, reclutaban a individuos con todo y sus familias, casi siempre bajo la égida paterna. Y cuando se hicieron gobierno vieron como lógico incluir a las familias en sus estructuras. Sin embargo, no contaban que una Constitución liberal opone límites a esa idea tradicional y patrimonialista del poder. Los albiazules, al igual que los priistas, hicieron caso omiso de las leyes. Vieron como natural, y acaso como mandato divino que la familia, así como la palabra bíblica, está antes que las leyes. Por supuesto, los perredistas no se quedan atrás. Dejarían de ser parte de la misma familia política y compartir una cultura familiar nepótica.
Mezclar los intereses de la familia y de los amigos con los de las instituciones públicas es uno de los peores vicios de la cultura política mexicana. Utilizar al estado para beneficiar a familiares y a amigos es una de las principales fuentes de la corrupción y el atraso político mexicano.
Tal filosofía, casi medieval, impide que formen parte de las estructuras de Gobierno y que dirijan a los partidos quienes han tenido un genuino interés en la cosa pública. Impide que lleguen los mejor preparados, los más honestos.
Esta tradición política tan dañina ya invadió otros campos, casi todos, del espacio público e incluso del privado. Los sindicatos, el aparato educativo, las paraestatales se llenan cada vez más de familiares y amigos de los dirigentes, dejando afuera a los más preparados. Pero no tan solo eso, jalan a los familiares y a amigos para facilitar la corrupción y las maniobras políticas. No hay nada peor para envilecer la política y la democracia que rodearse de familiares en un puesto público. La familia en el Gobierno protege los desvíos, oculta los pecados de quienes los llevaron a gozar las mieles de las arcas públicas. Los amigos también.
Resulta que en México la familia no es la "célula básica" para fortalecer a la sociedad sino la base de la corrupción política. Y la familia en México es tan amplia, es decir, no se limita al núcleo básico, sino que incluye a un ejército de familiares hasta de tercer grado, a los familiares políticos e, incluso, a las amantes y quien sabe si, también a los amantes, que no hay puestos públicos que alcancen.
Lo grave, lo peor, es que esta dinámica se extiende y profundiza cada vez más en una época de zozobra e incertidumbre. Estamos fritos.