El 15 de agosto de 2005, un mensajero entregó en la puerta de mi casa, un sobre que me produjo sorpresa.

15 mayo 2009

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Jaime Labastida

En su interior venía una carta, que aún conservo, del entonces más célebre reo de la capital.
El papel bond era de buena calidad y hasta arriba en las dos páginas, en un semi resaltado, venía inscrito su nombre: Carlos Agustín Ahumada Kurtz.
Al final y después de escribir "Atentamente", estaba su firma.
Comenzaba por tratarme como Estimado Raúl y a continuación largaba un escrito cuyos párrafos sustantivos decían:
Desde mi celda en el Reclusorio Norte y ante la imposibilidad de hacerlo personalmente, no por encontrarme privado de mí libertad, sino porque después de quince meses de prisión, las autoridades no me han permitido entrevistarme con nadie, le escribo para agradecerle los comentarios sobre mi persona en su artículo titulado "¡A qué le teme López!" en la importante revista Siempre.
En efecto, una semana antes, había escrito un texto que, en lo fundamental argumentaba Carlos Ahumada era tratado igual como lo hacen los gobiernos dictatoriales con los reos políticos ya que las razones que lo retienen en prisión, son de hechura y perfil ajeno a las causas judiciales que le imputan.
En su misiva, Ahumada me decía: Me conmueve que, ejerciendo su oficio periodístico, haya retomado mi situación en un gesto de humanidad y de solidaridad con un desconocido.
Cierto, me era ajeno aunque no desconocido. Sabía de su existencia gracias a Raymundo Riva Palacio, el cual externaba opiniones maravillosas de ese empresario quien lo había empleado en su diario El Independiente.
En su carta, Carlos Ahumada dejó impresos los siguientes párrafos: Espero que algún día no muy lejano podamos hablar personalmente y me de la oportunidad de darle mi visión de los hechos, las razones por las que actué como lo hice y las terribles consecuencias que mis actos han significado para mi familia y mi persona.
No, nunca procuró esa oportunidad de hacerlo cara a cara aunque cumplió parcialmente al llamarme por teléfono un par de meses después que fue liberado. En esa ocasión me dijo algo como esto:
Usted que está conectado con diarios, revistas y casas editoriales, podría ayudarme a encontrar quien pudiera publicarme un libro. Yo podría apoyar económicamente esa publicación y a usted sabría recompensarlo.
Hasta el 7 de mayo de este año, nunca más supe de él. En la página en línea de El Universal me enteré que ya se promovía su libro Derecho de réplica y los resumidos que el diario daba a conocer.
Me interrogué inmediatamente: ¿Habrá pagado la publicación a Grijalbo?
Y luego consideré lógico que describiera las extorsiones que había padecido por parte de Bejarano, Ponce y Sosamontes, entre otros.
Los viajes a Europa que tuvo que pagarle a Carlos Imaz y a Claudia Sheinbaum; las poderosas presiones de López Obrador y todo el cuadro de corruptelas que lo rodearon y en el que él participó expectante de llenarse de oro.
Me pareció raro que hablara y mal de quienes le ayudaron tanto como quisieron o pudieron y, finalmente me he quedado sin entender el lodo con el que pretende ensuciar a muchos otros, incluso colegas que se negaron a hacerle preguntas y a otros que sí lo hicieron.
El resentimiento de cuatro años de cárcel que el PRD y las autoridades de gobierno del DF le provocaron, ¿son tan profundas que lo llevan a mal querer ensuciar a tantos y obligarlo a permanecer en Argentina sin ofrecer las entrevistas que le dieran la credibilidad que hoy más que nunca requiere su texto?

cremouxra@hotmail.com
Escritor y periodista