El burro hablando de orejas

01 agosto 2015

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MAYRA ZAZUETA

jdiaz@noroeste.com

Asustada, como conejo perseguido por el cazador, la mujer quedó atrapada en medio de aquella muchedumbre enardecida, que destilaba por los poros ira y deseos de venganza. A rastras la llevaron hasta el templo, donde se encontraba Jesús.
Envalentonado, pues tenía la certeza de que el Maestro les daría armas para que ellos pudieran cuestionarle su palabra y su autoridad, le espetó uno de aquellos escribas y fariseos:
"Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante delito de adulterio. Moisés en la Ley nos ordena apedrearlos. Pero Tú, ¿qué dices?".
Sin inmutarse les dio la espalda y prosiguió dialogando con las personas que acudían a él en busca de orientación y consuelo.
Viendo que no les hacía caso, aquel escriba le preguntó de nuevo qué era lo que procedía con aquella mujer, a quienes ellos ya habían juzgado y condenado, pero a quien no se atrevían a linchar sin el consentimiento de Jesús.
"Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra", les dijo con firmeza.
Escribas y fariseos se miraron unos a otros y, avergonzados, dejaron caer las piedras con que se habían armado y se dispersaron. Los primeros en irse fueron los ancianos, luego los más jóvenes. No quedó uno solo.
"El burro hablando de orejas", se dice en lenguaje coloquial cuando alguien critica o censura a otro por hacer algo igual o peor, y de manera desvergonzada.
En este México nuestro, en que se suponía que una vez lograda la alternancia en el poder pasaríamos a un nuevo estado de cosas, en donde la democracia iría permeando cada vez más en los procesos electorales y donde también iría mermando la ancestral corrupción que ha frenado el crecimiento y el desarrollo del País, nos encontramos atrapados en un círculo vicioso que no nos permite distinguir si queda algo de decencia en las estructuras de gobierno y en el entramado político.
La paradoja es que parece que dentro de ninguno de los partidos políticos queda ya alguien con la suficiente decencia y la fuerza moral para tirar la piedra. No parece que quede alguien que cierre la puerta.
A sabiendas de que todos incurren en lo mismo, unos a otros se acusan de fraudes y triquiñuelas. Con la desacreditación de sus contrincantes tratan de convencer a la sociedad de que son menos malos que los de enfrente.
El reciente proceso electoral en Chiapas no puede ser descrito de otra manera que como un cochinero. No pocos analistas políticos advierten que hubo en esa elección un retroceso de más de 30 años, es decir, el retorno de los tiempos en que el PRI organizaba los comicios, contaba los votos y ungía como ganadores a sus candidatos.
El Partido Verde Ecologista tiene el gobierno de esa entidad y, curiosamente, fue el ganón en esos comicios. Ante la andanada de críticas a lo que se considera como una "elección de Estado", dicho partido ha encontrado un modo de desviar la atención: desacreditar a sus críticos. El ahora ex candidato del PAN a la gubernatura, Francisco Rojas Toledo, le ha dado las armas.
Por "mera casualidad" apareció en escena un video en el que se ve al abanderado panista recibiendo en la habitación de un hotel fajos de billetes de un hombre cuyo rostro no se distingue.
El ex candidato panista afirma que no incurrió en ningún delito porque no es dinero público y él tampoco es funcionario público, pero él mejor que nadie debía saber que una transacción de ese tipo en medio de un proceso electoral despierta toda clase de sospechas. Lo menos que puede pensarse es que ese dinero era para apoyar su campaña, y de ser así, es una violación a la legislación electoral.
Todo esto es injustificable sin lugar a dudas, pero más lamentable aún es la manera en que el PVEM busca aprovechar ese desliz para que la jauría se lance contra aquél y de esa manera pueda salirse con la suya a pesar del cochinero del pasado proceso electoral.
El vocero del PVEM, Arturo Escobar y Vega, acusa al dirigente del PAN, Gustavo Madero, de practicar una "doble moral", porque "se ha dedicado a desprestigiar un proceso electoral democrático, mientras encubre a un hombre de dudosa reputación, exhibido recibiendo dinero de dudosa procedencia".
Con todo y lo deleznable de la acción en que incurrió el ex candidato panista, no puede pretender el Partido Verde que se pase por alto la elección fraudulenta de la que le acusa no solo el PAN, sino también el PRD.
Es muy preocupante cómo los partidos políticos siguen ahondando esa enorme fosa que los separa cada día más de la sociedad. En lugar de copiar las virtudes de los otros para crecer, se han dedicado a copiar sus vicios y se empequeñecen cada día más.
Al final del túnel se ve una pequeña luz, los candidatos independientes. Ojalá no resulten más de lo mismo.