El incendio en la guardería de Hermosillo que mató a 43 niños y lesionó a otros 20 infantes, no fue un accidente, fue casi un asesinato masivo, pues estaban todos los ingredientes para que sucediera

09 junio 2009

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Melissa Sánchez

El incendio en la guardería de Hermosillo que, de acuerdo a las cifras del domingo por la noche, mató a 43 niños y lesionó a otros 20 infantes hospitalizados, 10 de ellos reportados como muy graves, y 6 adultos, jamás debió ocurrir, pues si hubiera servidores públicos responsables ésta simplemente no podría haber abierto sus puertas.
Lo criminal realmente es haber permitido que la guardería funcionara en ese local y en esas condiciones.
De acuerdo a la información difundida en los medios de comunicación la guardería operaba en una bodega, que hasta hace 3 años albergaba una maquiladora, y que tenía como vecinos otras bodegas, una llantera y una gasolinera.
Allí la primera señal de alerta: la ubicación era de por sí peligrosa, propicia a accidentes de todo tipo.
Segundo, el local no contaba con ninguna salida de emergencia y con ventilación inadecuada.
Segunda señal: todas las tragedias similares muestran esta carencia, es básico en cualquier lugar público tener suficientes y diversas vías de evacuación, pues es la única forma de controlar las consecuencias de un siniestro.
Tercero, la guardería, de acuerdo a la información que proporcionó el Director del IMSS, Daniel Karam, el domingo atendía a 196 niños menores de 5 años, incluyendo niños de meses, y al momento del accidente, de acuerdo a la primera versión del vocero de la procuraduría estatal, había 6 personas que cuidaban entre 50 y 70 niños.
El domingo Karam señaló que en el interior de la guardería al momento del siniestro había 121 niños.
Tercera señal: si había 6 adultos para atender a 121 niños, la relación era de 20 niños por adulto, relación muy elevada, de acuerdo a los estándares que se solicitan en estos casos, que mínimo debería ser de 10 niños por adulto.
Las condiciones en las que operaba casi eran una garantía de que la tragedia ocurriría, todo era cuestión de tiempo y dimensiones.
Ubicada en un lugar peligroso, propenso a todo tipo de accidentes; ausencia total de alternativas de evacuación, en caso de un siniestro; y con una relación de niños-adultos, que hacía imposible que los responsables del lugar lograran poner a salvo a los menores.
Eso fue exactamente lo que ocurrió: de acuerdo al dueño de la llantera vecina, Víctor Hugo Ayala Núñez, según El Universal, el siniestro lo provocó la explosión de un vehículo en una bodega aledaña a la guardería; ante la ausencia de salidas de emergencia, los vecinos y los padres de familia, tuvieron que derrumbar los muros a mazazos o con sus vehículos; y fueron los vecinos del lugar, los que tuvieron que acudir en auxilio de los menores y afortunadamente el siniestro se produjo a una hora en la que la mayoría niños habían sido recogidos por sus padres o madres, pues de lo contrario hoy las consecuencias serían todavía mayores.
Esto no fue un accidente, fue casi un asesinato masivo, pues estaban todos los ingredientes para que sucediera.
Y para que la guardería funcionara en estas circunstancias tuvieron que concurrir, al menos, la irresponsabilidad, para no entrar en especulaciones de corrupción y demás vicios muy mexicanos, de los funcionarios del IMSS y del municipio de Hermosillo.
Los primeros, porque la guardería ABC, nombre de la institución, era subrogada por el IMSS, es decir, dicha institución pública le pagaba a la privada para que prestara el servicio a sus derechohabientes.
Pero el IMSS debe tener reglas claras para verificar las condiciones de operación de los establecimientos a los que les subrogan los servicios y debieran, al menos hipotéticamente, cubrir, al menos, los mínimos de seguridad, ya no hablemos de la calidad en el servicio.
El sábado Karam aseguró que en la última evaluación que se hizo a la guardería, el pasado 26 de mayo, ésta cumplía con todos los requisitos de seguridad. Incluso de acuerdo al periódico El Norte, el funcionario señaló en rueda de prensa: "De acuerdo a toda documentación con que cuenta la delegación del Instituto Mexicano del Seguro Social en Sonora, se cumplieron con todos los requisitos y precondiciones en materia de seguridad.
Esto es, se verificó, que existieran los señalamientos, que existiera una ruta de evacuación, que existiera una salida de emergencia, que existieran extinguidores cargados, es decir, parte de la normatividad del Seguro Social es verificar con mucho cuidado estas disposiciones".
El mismo sábado el jefe de Bomberos del municipio, Martín Lugo, dijo que las alarmas contra incendios no funcionaron porque estaban mal ubicadas. Y padres de familia, señalaron que cuando mucho había un extinguidor.
Sin embargo, el domingo, de acuerdo al mismo periódico, el mismo funcionario dijo que la responsabilidad de verificar las medidas de seguridad del lugar era el Departamento de Bomberos de Hermosillo.
"Así es, es la autoridad responsable de emitir, el área de Bomberos, el visto bueno, en el sentido de que se tengan las medidas de seguridad y un plan para casos de contingencia, es decir, que se tengan las salidas, puertas de emergencia."
Así el flamante director del IMSS, Karam asumió la dirección de la institución el pasado 3 de marzo, tras de que el anterior director, Juan Molinar Horcasitas, fue designado Secretario de Comunicaciones y Transportes, ya incurrió en evidentes contradicciones para explicar su responsabilidad.
Y los segundos, los funcionarios del municipio de Hermosillo, porque seguramente varias dependencias de esta instancia, tuvieron que autorizar el funcionamiento de la misma en esta ubicación y bajo esas condiciones.
Probablemente había otras autoridades de algunas otras instancias, incluso estatales, que tuvieron que dar su anuencia para la operación de la guardería; pero estas dos sí son seguras.
Todas las autoridades que participaron en las autorizaciones y supervisiones necesarias para que la guardería iniciara y mantuviera sus operaciones en este lugar, de acuerdo a algunas informaciones la guardería operaba desde 2001, sin embargo, su funcionamiento en ese sitio debe ser reciente, ya que hace tres años operaba allí una maquiladora, son corresponsables de este homicidio, pues esto no fue un accidente, porque la guardería nunca debió operar en esas condiciones, y, por lo mismo, deben sufrir las consecuencias del mismo.
Las investigaciones de la tragedia no deben ni pueden limitarse a la causas del siniestro y demás aspectos relacionados con el evento mismo; deben extenderse a la operación misma de la guardería, lo que incluye revisar si cumplía con las condiciones mínimas que en cuanto a ubicación, condiciones del local y demás aspectos físicos, así como, las que tienen que ver con la función misma que desempeñaba y, en consecuencia, examinar la actuación de todas las autoridades involucradas en ello.
Una tragedia de estas dimensiones y evitable debe motivar sanciones ejemplares para los funcionarios públicos responsables de la misma, cualquiera que haya sido la causa de su deficiente actuación, pues esto no está en duda, al menos por la información que se conoce hasta hoy.
No se trata de iniciar una cacería de brujas y buscar chivos expiatorios, pero sí de dejar claro que el servicio público implica una gran responsabilidad e incumplirla tiene consecuencias directas y personales, además de las institucionales.