El rechazo a la investidura presidencial de Felipe Calderón condujo al nombramiento de AMLO como 'Presidente legítimo de México', 'al reconocer su triunfo en las elecciones presidenciales del 2 de julio'.
18 septiembre 2006
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Saúl Valdez / Fernanda González
La Convención Nacional Democrática integrada por un millón 25 mil 724 delegados se reunió finalmente en el Zócalo capitalino, tras el desfile militar con motivo del día de la independencia nacional, adoptando importantes resoluciones en el marco de la resistencia civil pacífica convocada por la coalición Por el Bien de Todos, que a partir del jueves 14 de septiembre se transformó en el Frente Amplio Progresista Por el Bien de Todos bajo la figura jurídica de los artículos 56 y 57 del Cofipe, para "alcanzar objetivos políticos y sociales comunes" en conjunción con la CND.Tan singular asamblea representativa del 35 por ciento de los electores que dieron su voto al candidato de la coalición formada por PRD, PT y Convergencia, adoptó una serie de acuerdos de suma trascendencia para la vida política, económica y social del país, en tanto persiguen la refundación de la República mediante un nuevo Constituyente, que dicho sea de paso, sólo podría hacerse realidad con el consenso de las tres principales fuerzas políticas del país.
La decisión más trascendental de la CND, por sus implicaciones en todos los órdenes, es el rechazo a la "usurpación", desconociendo a Felipe Calderón como Presidente de la República, y, por tanto, negando toda autoridad a su eventual gabinete.
Asimismo, los cientos de miles de convencionistas repudiaron "la República simulada", declarando a continuación abolido "el régimen de privilegios".
El rechazo a la investidura presidencial de Felipe Calderón condujo al nombramiento de AMLO como "Presidente legítimo de México", "al reconocer su triunfo en las elecciones presidenciales del 2 de julio".
La CND autorizó a López Obrador la formación de un gabinete y a establecer como sede de su Gobierno la capital de la República, si bien tendrá también "carácter itinerante", autorizándole a recabar fondos y observar el protocolo republicano de rigor. Fijándose para el día 20 de noviembre, aniversario de la Revolución Mexicana, la toma de posesión de AMLO como "Presidente legítimo" de la República.
De igual manera fueron aprobados, a mano alzada por la multitud, los cinco puntos del programa básico: Pobreza y equidad; Soberanía nacional; Derecho a la Información; Lucha contra la corrupción y la impunidad; Proceso Constituyente. Así como realizar un plebiscito para impulsar una nueva Constitución, convertir a la Convención en asamblea que sesione periódicamente; aprobar el programa general de resistencia civil y, por último, realizar su siguiente reunión para el 21 de marzo de 2007.
Es obvio que el movimiento de resistencia civil pacífica liderado por López Obrador adquiere nueva intensidad. No parece estar en declive, como se auguraba por quienes vieron un desfondamiento de éste a raíz de los plantones en el Centro Histórico, Chapultepec y Reforma, confundiendo el desgaste inevitable de éstos ante el descontento ciudadano por la obstrucción vehicular, con un reflujo general de la movilización pos electoral lópezobradorista. La cual se inserta y nutre en un contexto social sobrecalentado por la pobreza en expansión y la guerra sucia mediática que polarizó al país.
López Obrador debió pagar el alto costo de los plantones en la capital de la República para solidificar el núcleo duro que lo apoya, evitando su desmoralización, sin el cual no podría volver a expandir durante el corto plazo su radio de acción en la perspectiva de impedir que Felipe Calderón se consolide en el poder sobre la base de una política excluyente, golpeadora del PRD y sus aliados, al servicio de los grandes empresarios y los poderes fácticos, paralelos al Gobierno de la República, aplicados coadyuvantes de la victoria panista, siendo, no obstante, la Presidencia de la República, artífice principal de aquélla.
La apuesta del PAN, Felipe Calderón, el foxismo menguante y las cúpulas empresariales es que el movimiento de resistencia civil termine desinflándose ante la fuerza (inercial) de las instituciones y el simple desgaste por el paso del tiempo. Que el PRD se divida a partir del cuestionamiento hecho por Cuauhtémoc Cárdenas a la pretensión de nombrar a López Obrador "Presidente legítimo" y de nombrar un Gobierno paralelo al encabezado por Felipe Calderón. Que, en suma, la alianza lópezobradorista se resquebraje, y que aun en el entorno más cercano al Peje las contradicciones se agudicen.
La estruendosa rechifla que los cientos de miles de convencionistas dedicaron a Cuauhtémoc Cárdenas, cuando éste fue mencionado por Elena Poniatowska (a quien el hasta hace poco líder moral del perredismo envió una carta pública, negando que haya sido por envidia, como dijo la escritora, quien debió haber dicho mejor "celos profesionales", por lo cual no se sumó a la campaña de AMLO, sino por diferencias tácticas y estratégicas con éste) rubrican el ocaso de un caudillo que no tuvo la nobleza ni la altitud de miras para sumarse al esfuerzo del PRD para llevar a López Obrador a la Presidencia, pese a las legítimas discrepancias entre ambos.
¿Cómo puede ser más grande la discrepancia que las coincidencias entre uno y otro? ¿Dónde quedó el filo crítico del ingeniero Cárdenas a la vena autoritaria del foxismo y la derecha?
La verdad es que quienes esperaban una pronta división en las filas de la coalición, hoy Frente Amplio Progresista, y un rápido debilitamiento de la resistencia civil pacífica, se han llevado un palmo de narices.
No es posible entender ni enfrentar un movimiento pos electoral como el que AMLO preside, bajo la gastada óptica del viejo régimen, esperando como dijo el presidente del Trife, Leonel Castillo, que después de la tempestad venga la calma.
Todo indica, empero, que no habrá sosiego en el país hasta conseguir, con el concurso de todas las fuerzas políticas del país, una vasta transformación política y social, que ponga fin, en efecto, a la República simulada y de paso a la cuarta República con una nueva Carta Magna, dejando atrás los miles de parches que se le hicieron cuando a solicitud del Presidente se decidía darle "tormento" a la Constitución.
La mano firme que ha prometido el Presidente electo, Felipe Calderón tendrá muy pronto su periodo de prueba. Veremos entonces si es verdad que el nuevo Presidente tiene la mecha corta, y es, por tanto, incapaz de explorar rutas alternas conducentes al mismo objetivo que el Frente Amplio Opositor y la Convención Nacional Democrática plantean para la transformación del país.
Veremos si Calderón resiste la tentación de apoyarse en los sectores más arcaicos y antidemocráticos del viejo régimen para legitimarse y enfrentar las protestas sociales provenientes de una izquierda no sólo partidista sino sobre todo social que hoy se siente y sabe agraviada en sus derechos políticos más elementales.
dmartinbara@hotmail.com