El valor de la verdad
12 septiembre 2015
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Héctor Tomás Jiménez
JM Desde la Universidad de San Migueludesmrector@gmail.com
Hablar de la verdad es hacer referencia a un concepto filosófico relacionado con todas las cosas existentes en el mundo real, es decir, verdad es equivalente a realidad. La verdad es un valor humano que distingue a quien la practica y la tiene como un hábito de vida. La verdad hace del hombre un ser que se distingue por su honorabilidad y probidad y por lo mismo, merecedor de la confianza de los demás.
Un viejo maestro de filosofía dijo en cierta ocasión a sus alumnos: ¿Quién puede darme una definición de lo que es la verdad? La gran mayoría de los alumnos levantaron la mano y uno a uno fueron dando su definición, sin embargo, el profesor aclaró que el término no tiene una única definición en la que estén de acuerdo la mayoría de los estudiosos y las teorías sobre la verdad continúan aún hasta nuestros días, siendo ampliamente debatidas, pues hay posiciones diferentes acerca de cuestiones como: Lo que constituye la verdad, el criterio para identificarla y definirla, si la verdad es objetiva o subjetiva, o si es absoluta o relativa entre otros de igual importancia.
Algunos autores hoy en día, (Elvia Franco García y Gabriela Cortés Sánchez) señalan respecto a la verdad, que: "Ante la dificultad de definirla, durante siglos el hombre ha preferido ignorarla ya que, en muchas de las ocasiones, es demasiado cruda o difícil de aceptarse. Cuando con el juicio se afirma o se niega algo del objeto y realmente lo afirmado existe en él, o lo negado no lo posee, se dice que el juicio es verdadero. Así, se habla de juicios verdaderos y juicios falsos. De esta manera, surgen tres clases o aspectos de la verdad: la verdad del ser o verdad ontológica, la verdad del conocer o verdad lógica, y la verdad del deber ser o la verdad moral, las cuales sirven para describir la misma realidad. La verdad ontológica se refiere a la correspondencia entre el objeto con su esencia. La verdad lógica establece conformidad entre el entendimiento y el objeto. La verdad moral determina la correspondencia exacta entre las palabras, los gestos o las acciones que se usan para expresar lo que realmente se piensa".
Lo que no es discutible, es que la verdad es un valor axiológico, valga la redundancia de la expresión, pues por encima de todos los valores que distinguen al hombre virtuoso, la verdad es la virtud reina y que filosóficamente hablando, propicia la existencia del resto de las virtudes practicadas como valores humanos.
En el terreno religioso, la Santa Biblia nos enseña que estando Jesús, después de la resurrección con sus discípulos diciéndoles que el prepararía el camino hacia la casa del Padre, Tomás intrigado e incrédulo le preguntó: --¿Pero Señor, no sabemos a dónde vas, como podemos conocer el camino? A lo que Jesús le respondió: --¡Yo soy el camino, la verdad y la vida y nadie va al Padre sino por mí! (Juan 14, 1-6). La verdad entonces es un camino por donde el ser humano habrá de transitar.
Un breve cuento sufí nos ilustra mejor el concepto de la verdad. "Se cuenta que un día en los jardines del Olimpo, la Verdad se encontró con la Duda, un caballero apuesto y distinguido, quien tan pronto pudo verla, quedó prendado de su hermosura, pero dudando de cortejarla. Cupido, que andaba dando vueltas y disparando flechas a diestra y siniestra, sin ver a la Verdad, le atinó al corazón, quedando prendada de la actitud suspicaz de la Duda. Pasaron pocos días y la Verdad y la Duda bajo el hechizo de Cupido contrajeron matrimonio y fueron felices. Pero la Duda, de todo dudaba y poco a poco la Verdad fue entristeciéndose pues pasaba todo el tiempo sola. Un día la Verdad conoció a la Mentira, otro caballero ágil, suspicaz y atrevido y casi sin darse cuenta, se hizo su amante; la Mentira le contaba cuentos increíbles que parecían verdades y esto la divertía muchísimo; una tarde, cuando se encontraba en el delicioso romance, sorpresivamente llegó la Duda, que de todo sospechaba ¡Y los encontró! Sorprendida, la Verdad se paralizó y perpleja la Mentira, voló ágil a la ventana para escapar y proteger su vida: pero, terca, tozuda y pérfida como toda mentira, se volvió a la Verdad, delante de la Duda y exclamó: --¡Volveré por ti! La Duda, entonces, desconfiada, superficial, hiriente y sospechosa, cortó en pedacitos a la Verdad y los esparció por todo el Universo, para que nunca nadie más pudiera poseerla entera. Desde entonces. ¡Todos tenemos en nuestro interior, un pedacito de verdad, algo de mentira y mucho de duda! (Fin del cuento)