En 1996, AMLO denunció golpismo contra Zedillo y negoció elección de 1997; en 2008, empuja golpismo contra Calderón, porque pretende acuerdo en 2009
04 septiembre 2008
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Vicente Oria Razo/NTX*
Tirar a Calderón? petate del muertoTodos o casi todos saben que desde el 3 de julio de 2006 el derrotado candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador y su claque, entre otros Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Camacho y José Ortiz Pinchetti, se propusieron derribar al Gobierno de Felipe Calderón.
Hacer todo lo necesario para propiciar el fracaso del Gobierno del PAN; fuera a través de la grosera invención del fraude, la intransigencia en el Congreso, la persecución del propio Calderón, a extremos como aplaudir el avance incontenible del poder fáctico que es el crimen organizado y el narcotráfico, ese sí, capaz de tirar al poder constituido. En pocas palabras, que el grupo político de AMLO apostó por el golpismo, por la destrucción institucional, como vía de acceso al poder.
Pero lo que no todos saben, y muchos no se quieren acordar, es que esa estrategia no sólo es un viejo recurso de presión política, sino que es una práctica que rechazan las mayorías ciudadanas que ya motejan el delirio de quienes en su "legítimo cuarto de guerra" le ponen hora y fecha en el calendario a la caída del Gobierno de Calderón.
Lo interesante del asunto, en todo caso, es lo que existe detrás de una estrategia golpista como la de AMLO y su claque. Pero primero debemos intentar una respuesta a la pregunta clave: ¿Quién se toma en serio la estrategia golpista, fuera de los cuatro fantásticos, de AMLO, Muñoz Ledo, Camacho y Pinchetti? Hace meses nadie, hace semanas muy pocos, hoy un número mayor de ciudadanos. Es decir, que a fuerza de golpes mediáticos y retórica incendiaria, la especie golpista ya se instaló en el imaginario colectivo. Ese era el objetivo de ese maestro del engaño y la demagogia que es el "legítimo".
Ya se desfondó el cuento del fraude, ya se "vació" el engaño de la privatización petrolera, pero ahora viene el espantajo de que Calderón no terminará su sexenio. Y claro, esa especie se alimenta con los fracasos en seguridad, persecución del narco, escasa creación de empleos, crisis energética, educativa? y hasta se juguetea con la "sospechosa" caída de Felipe Calderón de una bicicleta. "El Presidente bicípedo", se ha escrito por ahí.
Pero el problema, en el fondo, no es lo que hagan los opositores a un gobierno como el de Calderón, o a cualquier otro gobierno en cualquier parte del mundo, quienes en rigor están en lo suyo; el engaño, la mentira, la invención, los escenarios catastróficos, el debilitamiento del poder y las trampas discusivas, entre miles de buenas o malas artes de las que se vale la política para derribar al adversario y alcanzar el poder.
No, el problema parece estar en la capacidad de los ciudadanos para creer o no lo que digan, por un lado, los políticos opositores que tienen como fin último derribar al poder; o por el otro lado los detentadores del poder, de cuya eficacia depende la credibilidad de los gobernados, más que de sus discursos mediáticos. ¿Cuántos ciudadanos se tragan las engañifas, bravatas, amenazas, lances patrioteros de un político como AMLO? ¿Han derribado a las instituciones esas bravatas, lances, insultos...?
Vale recordar que los políticos, por muy rabiosos que parezcan, no comen lumbre. Y López Obrador no es la excepción. No es nuevo que, por ejemplo, gritó por todo el país la caída del Presidente Ernesto Zedillo. Por eso creemos que al difundir que Calderón no terminará su gobierno, lo que busca AMLO es negociar.
Van las evidencias. El 2 de junio de 1996, en Misantla, Veracruz, Andrés Manuel López Obrador denunció: "Está en marcha un proyecto para deponer al Presidente Ernesto Zedillo? por encima de todo condenamos cualquier rumor o intento por debilitar las instituciones nacionales? no queremos alianzas con el Presidente Zedillo. Deseamos acuerdos donde él se comprometa con el pueblo y con la nación, y nosotros a construir una verdadera transición democrática. Queremos acceder al poder, pero no sobre el cadáver de la República". ¿Qué tal?
Más claro. En 1996, AMLO condenaba todo intento por debilitar las instituciones, los rumores de derrocar a Zedillo y proponía acordar la transición, para no acceder al poder sobre el cadáver de la República. Hoy debilita las instituciones, propone el golpismo contra Calderón y busca el poder sobre el cadáver de las instituciones. ¿Tiene sentido? Ninguno, salvo que negoció la elección de 1997.
En su momento, Heberto Castillo entendió el juego y lo explicó así: "Sorprenden los bandazos del candidato a la Presidencia del PRD, López Obrador. De una posición intransigente que demandaba un gobierno de salvación mediante la renuncia de Ernesto Zedillo, que el Congreso nombrara un Presidente provisional, convocar a elecciones presidenciales y la elección de un nuevo Mandatario para instalar el gobierno que salve al país del desastre? se ha pasado a la posición lombardista de apoyar al gobierno si éste orienta el rumbo según las indicaciones del partido opositor".
¿Qué quiere AMLO? Quiere espantar con el petate del muerto; quiere negociar la elección de 2009 y doblar a Calderón. ¿Lo conseguirá? Al tiempo.
aleman2@prodigy.net.mx