Es una leyenda urbana. En Ciudad Juárez se dice que 'detenía a los pachucos por 15 días y vuelta', es decir, los arrestaba por 15 días y al salir los volvía a detener en la esquina de la cárcel.

19 septiembre 2009

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José Espina/NTX

Al coronel de Anda, lo describen como la versión en cruel del General Durazo


Es una leyenda urbana. En Ciudad Juárez se dice que "detenía a los pachucos por 15 días y vuelta", es decir, los arrestaba por 15 días y al salir los volvía a detener en la esquina de la cárcel.
Les daba otra quincena de prisión; si en esos 30 días nadie preguntaba por ellos, al termino de su arresto los subía a una avioneta y los tiraba en medio del desierto.
"Y así termino con la delincuencia" cuentan orgullosos los juarenses de origen, que son realmente unos pocos sobrevivientes. Siempre tuve contra esas tonterías un solo argumento: "Ellos también son humanos"
Todavía se escucha con demasiada frecuencia por Juárez, que lo que se debe hacer para terminar con la inseguridad "es revivir al coronel Rosendo de Anda".
En junio del año pasado se dio la primer masacre en un centro de rehabilitación, con saldo de nueve muertos.
Después, el 2 y 17 de octubre, otra vez. Diez muertos más el 15 de septiembre. Sin embargo, desde enero de 2008 se han realizado muchas más persecuciones contra el mismo tipo de personas:
Las víctimas son jóvenes conocidos como "malandros", de entre 18 y 30 años. Adictos o vendedores "de a 5"; esto es, vendedores a los que sólo se les confían cinco dosis a cambio de una para su uso; no son confiables para más de esa cantidad.
La mayoría son abandonados por sus familia, suelen ser una vergüenza para todo el mundo.
Son una especie de escuadrón de la muerte de alcohólicos que se juntan para morir en los próximos meses.
Ahí andan en grupo, consiguiendo un poco de comida y alcohol con soda, refresco, hasta que la muerte los acaba, en lo que se forma otro escuadrón.
Esos individuos, casi todos varones, no tienen ni siquiera nombres y apellidos, salvo cuando para cremarlos o sepultarlos hay que rescatarlos de la morgue.
Antes sólo son "el Tiburón", "el Kalimán", "el Yaqui". Cuando era joven conocíamos a uno de ellos, al que ni siquiera le podíamos poner un apodo, y entonces alguien sugirió: "Vamos diciéndole el 8, ¿por qué?, para poder gritarle 'pinche ocho, como eres pendejo".
Son tan desvalorados, que cuando mueren, al pedirles a sus familiares que presenten su queja o denuncia, me han dicho: "Mire, yo sabía que esto iba a pasar tarde o temprano, ya pasó, tengo otra familia que cuidar, así que me duele, pero ya descansó".
Ha habido múltiples fusilamientos con la consabida cartulina "por malandro" y verdaderas cacerías los domingos por las mañanas en sus casas o refugios semidestruidos donde pasan la noche.
Al despertarse, la muerte los espera en forma agujero negro: así se ven de frente los cañones de los fusiles.
En el área de Atención a Víctimas de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Chihuahua estimamos que han muerto en los últimos años más de 300, tal vez hasta 500 jóvenes con ese perfil.
La Procuraduría estatal no ha establecido un parámetro estadístico para capturar ese dato.
Esos son los hechos, los tercos hechos. Ahora sí, cada quien puede interpretarlo de diversas maneras.
En mi opinión personal, no la oficial de la Comisión, se trata de crímenes de odio; de actos supremos de discriminación por motivos de condición social.
Tengo para mi que se trata de una campaña de limpieza social, que en algunos casos pudiera ser premeditada y hasta ordenada por individuos de éxito social y económico.
No descarto posibles vinculaciones con el narcotráfico, como parte de una campaña de terrorismo social en la guerra de los cárteles.
El Universal ha dado seguimiento a estos crímenes en el valle de Juárez de un mes para acá .
En Ciudad Juárez no hay aristocracia de origen. Casi todos son nuevos ricos; de ahí el éxito del estilo arquitectónico "Narcocó paso del norte".
Así que el abolengo se obtiene bajo el principio de tanto tienes tanto vales, y no interesa tu origen ni el de tu dinero, ni tu color de piel o raza, sólo tus cuentas en dólares o el dinero que exhibas.
Por lo tanto, los malandros ocupan los últimos lugares dentro de nuestro sistema de castas socioeconómicas.
Hay un caso paradigmático, el hijo de un ex político de los mas ricos de la región murió en tales circunstancias hace algunos años y no se investigó quien lo mató.
Puedo estar equivocado, pero de una cosa sí estoy seguro: Ellos también son humanos.