¡Feliz Día del Pavo!
26 noviembre 2007
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Martha Araujo
En vista de que a pesar de mis pasadas advertencias la mayoría de los estadounidenses insiste en festejar el Thanksgiving, yo por mi parte insisto en hacer mi reflexión anual acerca de lo que esta celebración significa para los latinos.El jueves pasado todas las mesas en Estados Unidos se vistieron de manteles largos para celebrar el Día de Gracias, una costumbre eminentemente anglosajona que empieza a mezclarse con nuestras tradiciones.
La mitología anglosajona establece que ésta es una evocación de la gratitud de los pilgrims por la calurosa y entusiasta bienvenida que a principios del Siglo 17 les dieron los indios americanos, lo cual es un verdadero disparate; lo que en realidad ocurrió fue que los indígenas no sólo fueron despojados por los colonizadores de sus tierras, sino además fueron casi exterminados.
Los nativos que no perecieron ajusticiados durante el medio siglo transcurrido a partir de 1621, murieron de sífilis, gonorrea y viruela, que fueron las principales aportaciones de los puritanos calvinistas al Nuevo Mundo.
Hay quienes prefieren observar el Thanksgiving como la celebración de una nación que agradece la abundancia disfrutada en libertad, lo cual nada tiene de reprobable, por supuesto.Pero también es cierto que existen en Estados Unidos más de 40 millones de pobres que padecen hambre, enfermedad y carencias, demasiado distantes de esta cacareada abundancia. Para ellos, obviamente, dicho ritual nada tiene de atractivo. Y la mayor parte de esos seres destituidos pertenecen a las dos minorías raciales predominantes: los negros y los latinos.
Pero el motivo de esta reflexión es que no sólo los anglosajones celebran el Thanksgiving. De hecho, prácticamente todos los residentes en este país lo hacemos, por más que podamos desconocer su significado. Algunos latinos, por ejemplo, suelen cocinar el pavo en adobo o en mole, pero pavo al fin, o lo acompañan con guarniciones típicas de sus países de origen.
No se podría pensar que los mexicanos o mexicoamericanos tuvieran algo especial que celebrar en Thanksgiving, pero la necesidad de pertenecer, de aculturarse y asimilarse, de ser parte de la nación que los margina y discrimina, los obliga a sumarse a la celebración.
Un fenómeno realmente digno de destacarse es el comportamiento de muchos inmigrantes latinos en torno a esta fiesta. Ellos, además de no tener motivos históricos o culturales para celebrar y de no disponer de puntos de referencia para comprender su significado, lo festejan entusiastamente como si se tratara de cualquier celebración regional. Y tan no saben lo que significa que al felicitarse exclaman: "Feliz día del Pavo".
Más aún, ¿tendríamos este año una razón especial para exclamar ¡Feliz Día del Pavo!, o feliz lo que sea, cuando a millones de latinos este 2007 les fue negado su derecho a efectuar legal y ordenadamente su invaluable contribución a la sociedad estadounidense, cuando nuestros países fueron divididos por un humillante muro y cuando millares de familias fueron mezquinamente separadas debido a las inmorales deportaciones ordenadas por George Bush? ¿A quién le damos gracias por todo esto?
No obstante, en algunas regiones de México, donde muchos jóvenes han sustituido el tradicional Día de Muertos con el anglosajón Halloween, empiezan ya también a haber cenas de Thanksgiving. Y si bien no están celebrando ningún asentamiento de peregrinos anglosajones en su territorio (ojalá que no), sí están propiciando y legitimando el establecimiento de costumbres que inexorablemente socavan nuestra identidad cultural.
Por cierto, el pavo del jueves estuvo delicioso.
* Alberto Avilés Senés es integrante del Consejo Consultivo del Instituto de los Mexicanos en el Exterior (CC-IME).