La Economía es similar a tratar de encontrar la tumba de Adam Smith en Edimburgo, Escocia. Si usted está en esa ciudad, de seguro irá al castillo, construido encima de una muy elevada roca en medio de la ciudad.

María Julia Hidalgo
11 junio 2008

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No es una sola explicación 

La Economía es similar a tratar de encontrar la tumba de Adam Smith en Edimburgo, Escocia. Si usted está en esa ciudad, de seguro irá al castillo, construido encima de una muy elevada roca en medio de la ciudad.
La explanada de ese castillo conduce a la Royal Mile, una calle muy turística que sale del castillo y lleva hasta el Palacio de Holyrood House, y que es otra agradable visita para el turista.
Unas pocas cuadras antes de llegar a ese palacio y al horripilante parlamento escocés, a la izquierda, hay un cementerio pequeño. Uno de los personajes allí enterrados es Adam Smith.
Es el campo santo de la Iglesia Canongate. No salta a la vista, como la tumba de Hume, o la estatua de Scott. Es necesario esforzarse para encontrarla. Es necesario ver algo más allá de lo obvio, como en la economía.
Un ejemplo de ese esfuerzo es la serie de opiniones que tratan de explicar la elevación de precio de los alimentos. No hay duda de que existe y, dependiendo de la fecha de comparación que se use, los porcentajes son impresionantes, como el de más de 80 por ciento del aumento en el precio del trigo. Esa elevación es real y sería imposible negarla.
Una de las explicaciones dadas, y por mucho la mejor, es la que acude a lo básico y dice que si los precios suben eso se debe a una elevación de la demanda, a una disminución de la oferta, o a ambas cosas al mismo tiempo.
Es la mejor, pero le faltan detalles. Es como saber dónde están el castillo y el palacio mencionados y nada más. Hace falta encontrar la calle y la iglesia.
Sabemos que la demanda se ha elevado desde hace años porque los índices de pobreza del mundo se han reducido. Hay más personas consumiendo, muchas más desde hace varios años, lo que da otra pista.
Esa elevación de la demanda ha contribuido al aumento de los precios, sin duda, pero no es un factor principal porque los precios se han elevado recientemente y la demanda lleva mucho más tiempo aumentando.
Ya nos estamos acercando al sitio que queremos y, lo mejor, estamos entendiendo que el problema no tiene una explicación sino varias. Y ya estamos en una posición de decir algo más lógico.
Por ejemplo, sí ha tenido influencia el uso de cultivos para producir etanol, lo que significa que una parte de la oferta de alimentos no va al consumo, sino a creación de energía. Es como ya estar frente a la iglesia que buscamos y entrar al cementerio.
Ahora queda sólo llegar a una conclusión algo más detallada. La demanda se ha elevado porque la pobreza ha disminuido y parte de la oferta se ha destinado a otros usos. Pero eso no explica todo lo que sucede. Hay más.
La mejor explicación que he leído es la de Everardo Elizondo, Subgobernador del Banco de México, que a lo anterior añade otra alteración de la oferta: condiciones adversas del clima.
Mi punto es doble y creo que bien vale la pena una segunda opinión. Primero, no hay una variable que por sí misma explique la elevación de los precios de los alimentos (a las anteriores, tendríamos que añadir los precios del petróleo y los subsidios agrícolas). Deben buscarse varias explicaciones principales y no una sola.
Segundo, la economía es un sistema dinámico lo que tiene como consecuencia otra situación clara, los precios suben y bajan. No se quedan quietos siempre en los mismos niveles. Es decir, las predicciones de que los alimentos y el petróleo, por ejemplo, se quedarán siempre en esos altos niveles de precio van en contra de toda la evidencia que se conoce hasta ahora.
Esos precios seguirán moviéndose, el problema es que no sabemos si hacia arriba o hacia abajo, ni en qué momento. Pero lo que sí sabemos ahora es dónde está la tumba de Adam Smith y algo más: los precios de los alimentos bajarán al elevarse su oferta y eso es muy valioso porque indica que la mejor política económica posible es la de dejar libres a quienes quieren producir más cultivos y, con eso, aprovechar una época de precios altos.
Que algunos quieran ganar más hará que los precios disminuyan. No es fácil de entender a la primera, como tampoco es fácil encontrar la tumba de Smith en Edimburgo, la que ni siquiera en la oficina de turismo sabían donde quedaba.