La ínsula mazatleca
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Noroeste / Pedro Guevara
santamar24@hotmail.com
Mazatlán, en estos momentos, se asemeja a la ínsula Barataria de El Qujijote: "Sancho, amigo mío, la ínsula que os he prometido no es movible ni fugitiva: raíces tiene tan hondas, echadas en los abismos de la tierra, que no la arrancarán ni mudarán de donde está".
Y sí, parece que la ínsula sinaloense goza, de dos años a la fecha, de raíces tan hondas, que no padece muchos de los males económicos de la mayoría de las ciudades mexicanas, incluyendo el resto de las sinaloenses. No está nada en riqueza pero tampoco se ahoga como Acapulco u otros destinos turísticos.
El pasado miércoles, en el tercer informe de trabajo de Codesin del sur de Sinaloa, que preside el rosarense Fernando Valdez, un hombre amable, atento y entusiasta, se destacó la actual buena salud del turismo mazatleco. Tanto Fernando como el Alcalde Carlos Felton y el Secretario de Turismo Frank Córdoba revelaron datos que respaldaban las noticias periodísticas de que a Mazatlán le estaba yendo bien, pero en su entusiasmo, sobredimensionaron sus actuales logros. Por ejemplo, tanto Carlos Felton como Frank Córdoba, afirmaron que el puerto está experimentando el mejor momento de su historia turística. Ojalá lo llegue a ser, sin embargo esto todavía no es cierto. Claro está, ellos no son historiadores ni estudiosos del turismo y no tienen todos los datos a la mano. Lo cierto es que ha habido mejores épocas y años extraordinarios, como los bautizados como "los de oro".
En 1974 y 1983, Mazatlán experimentó tal afluencia turística a lo largo de esos dos años que parecen irrepetibles. La ocupación en 1974 promedio ese año fue de casi 80 por ciento, pero con una gran diferencia con respecto al presente: las tarifas hoteleras eran las más altas de México, por encima de las acapulqueñas, que eran el primer destino turístico de sol y playa del País. Cancún estaba en ciernes y Los Cabos era un proyecto. Esta no era la única diferencia: en las estadísticas turísticas actuales, la Sectur estatal incluye a los visitantes de cruceros como si fueran turistas de pernocta, es decir, engloba las cifras de visitantes y turistas, no las desglosa, y de esa manera parece que el número de turistas es mayor. Eso no sucedía en ls setenta u ochenta en las estadísticas nacionales, estatales y municipales.
Tanto en 1974 como en 1983 se desbordó de tal manera el turismo durante Semana Santa y Carnaval que miles de turistas tuvieron que buscar alojamiento en Rosario, Concordia y en viviendas particulares.
En 1974, más del 50 por ciento de los turistas que llegaban a Mazatlán eran extranjeros y su gasto era mucho más alto que el de los mexicanos, no tan solo por la diferencia de ingresos sino porque en esos años el turista estadounidense de entonces era de mayor poder adquisitivo que el contemporáneo.
Al margen del entusiasmo desbordado de Valdez, Felton y Córdoba, el cual no hace daño a nadie pero sí sobredimensiona los logros de este año, es necesario tener siempre mayor objetividad y los pies en la tierra, porque si no el entusiasmo se convierte en propaganda política.
Uno de los factores que contribuyen a que la observación del desarrollo económico y social, en este caso del turismo, sea más completa y veraz es recurrir a los estudios académicos. Esto es precisamente lo que aportan las universidades, pero desafortunadamente todavía no se da en todas partes el vínculo entre empresa, gobierno e investigación científica.
De manera sorprendente, una institución muy joven, la Universidad Tecnológica de Escuinapa, en muy poco tiempo lo está haciendo en varios campos, incluyendo el turismo. Por ejemplo, esta semana sacó a la luz un texto que reúne varios ensayos y capítulos de investigaciones de notable calidad. El libro se llama "Turismo en el sur de Sinaloa" y está coordinado por los investigadores Luis Miguel Flores Campaña y Silvestre Flores Gamboa. En él se abordan temas de sustentabilidad del desarrollo turístico costero de Sinaloa, seguridad turística, turismo gastronómico, certificación de playas (tema hoy urgentísimo en el estado), la importancia del corredor económico del norte para el turismo, el turismo internacional del puerto, etc.
España, Francia, Italia, Inglaterra y otras potencias turísticas ya tienen varios años impulsando la vinculación de la investigación turística científica con la empresa y políticas públicas. En México es escasa y reciente. En Sinaloa es muy poca, casi nula, pero universidades, como la Tecnológica de Escuinapa, a pesar de su juventud, lo están haciendo muy bien.
Precisamente esta misma universidad, hablando de vinculación empresa-investigación científica, aunque en este caso en otro campo, a mediados de octubre llevará a cabo un taller sobre reciclamiento de desechos agrícolas y sustentabilidad con dos científicos procedentes de Holanda.
Este es el camino a seguir tanto en el terreno de las investigaciones turísticas como en otras especialidades, si es que queremos dar pasos más seguros y con perspectiva de futuro en el desarrollo de nuestro estado.