La ley del dar y recibir
21 julio 2012
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Héctor Tomás Jiménez
El famoso escritor Deepak Chopra, escribió hace algunos años, un excelente breviario de sabiduría intitulado "Las siete leyes espirituales del éxito", donde relata de manera clara y amable, el significado de cada una de estas leyes que nos definen en la vida como seres humanos en plenitud. Las siete leyes son: la ley de potencialidad pura, la ley de dar y recibir, la ley del causa y efecto, la ley del menor esfuerzo, la ley de la intención y el deseo, la ley del desapego y la ley del propósito en la vida.Leer y estudiar cada una de ellas, es recibir las enseñanzas de la antigua sabiduría oriental y sobre todo, de prepararnos para mejorar nuestras conductas y actitudes en la vida frente al resto de los seres humanos con quienes convivimos.
Con relación a la segunda ley, la de dar y recibir, Chopra dice que: "Toda relación es una relación de dar y recibir. El dar engendra el recibir y el recibir engendra el dar. Que en realidad, recibir es lo mismo que dar, porque dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo, y si detenemos el flujo de alguno de los dos, obstaculizamos la inteligencia de la naturaleza".
Sin embargo, muy pocas veces nos detenemos a pensar en la magia de esta ley, pues vivimos dentro del flujo del egoísmo, pues estamos muy poco acostumbrados a dar y nos declaramos desconfiados respecto a quién pide, y tampoco sabemos recibir, pues incluso cuando alguien nos obsequia algo, siempre estamos pensando para nosotros mismos, ¿Qué querrá pedirme? Debemos aprender a dar sin esperar nada a cambio, y el flujo divino del universo (léase Dios) nos compensará siempre.
Una breve historia nos hará entender mejor el significado y el cómo opera esta ley. "Había un hombre viudo que había perdido su trabajo, y apenas tenía para alimentar a sus hijos. En cierta ocasión, camino a casa, vio a un hombre que sostenía un letrero que decía: "Trabajo por comida" y junto a él, una mujer y una niña pequeña. Pensó en darles unas monedas, pero apenas tenía el dinero suficiente para comprar leche y pan para sus hijos, así que siguió su camino no sin dejar de sentir un penoso cargo de conciencia por no ayudarlos. Sin pensarlo mucho, se regresó, y les dio la mitad del dinero que traía, pensando en poder comprar sólo pan para la cena. Así lo hizo, y prosiguió luego su camino, con la triste mirada del hombre joven y su familia, que con una sonrisa y lágrimas en sus ojos, le habían agradecido su gesto de dar. Con estos pensamientos y luego de caminar algunas cuadras, llegó a la tienda cercana a su casa para comprar el pan que necesitaba, sabiendo que apenas le alcanzaría para una cuantas piezas, sin embargo, exactamente a unos metros de distancia de la puerta de la tienda, sintió en la banqueta, haber pisado un pequeño envoltorio, lo recogió y su sorpresa fue mayúscula pues contenía varios billetes que sumaban en total ochocientos pesos. Se sintió contento y triste por pensar en quien los había perdido, y decidió regresarse para dar la mitad a aquel hombre y su familia, pero ya no los encontró. Compró víveres para su casa, agradeciéndole a Dios aquel incidente afortunado y prometiéndose a sí mismo, siempre compartir con otros, más necesitados, lo poco que tuviera siempre. Desde entonces, no ha vuelto a sentirse triste por no tener dinero para darle de comer a su familia, pues ha encontrado un buen empleo y vive de acuerdo a la ley de dar y recibir. En cierta ocasión, tuvo la oportunidad de dar un testimonio de vida en su comunidad cristiana y no titubeó en reseñar aquel incidente diciendo: Esto es sólo uno de los muchos casos que han ocurrido en mi vida donde aparece la presencia de Dios, pues parece que mientras más doy, más recibo. Es quizás por una de esas leyes universales que dice, "Si quieres recibir, primero debes dar", aunque la mayoría de nosotros pensamos que no tenemos nada que dar; pero si miramos más de cerca, veremos que incluso lo poco que tenemos puede ser compartido con otros. No esperemos hasta que pensemos que tenemos mucho para dar, pues dando y compartiendo lo poco que tenemos, abrimos las puertas del universo y permitimos ríos de Dios venir hacia nosotros." (Fin de la historia)
Los principios universales siempre funcionan, algunas veces puede suceder muy rápido, como en la historia, aunque otras veces puede tomar más tiempo; pero de una cosa debemos estar seguros, da y recibirás mucho más de lo que tú das, y cuando des, no lo hagas con miedo en tu corazón, sino con un corazón lleno de agradecimiento. Te sorprenderás como esto funciona. JM Desde la Universidad de San Miguel.
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