La marioneta
28 noviembre 2010
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Claudia Beltrán/Marcos Vizcarra
Lo más sobresaliente de la Senadora Yeidckol Polenvsky en los últimos cinco años es que su nombre no es polaco, ni sus abuelos fueron víctimas del Holocausto; o sea, es una mentirosa. Lo segundo más relevante es que votó a favor de reducir el impuesto a las tabacaleras, mientras su hija era la responsable de comunicación de una de las multinacionales del tabaco; o sea, carece de ética política y chapotea en conflictos de interés. Y lo más importante desde que inició su carrera política hace casi 10 años, es que es la marioneta más dócil de Andrés Manuel López Obrador.López Obrador la hizo Senadora del PRD, y cuando vio la necesidad de comenzar a darle vida artificial al PT, como una opción electoral a futuro, le ordenó que dejara a los perredistas y se sumara a una nueva fracción dentro del Senado con los colores del partido de los que Raúl Salinas de Gortari, hermano del ex Presidente anatema del tabasqueño, fue fundador. La hizo candidata a la Gubernatura del Estado de México hace seis años, y la señora Polevsnky fue aplastada.
Todo el arrastre de López Obrador en 2005, cuando su figura aún no empezaba a declinar, le ayudó a Polevnsky a tener la mayor votación de la coalición de izquierda en el pasado, pero apenas le alcanzó para llegar al 24.25 por ciento del voto, casi la mitad de los que obtuvo Enrique Peña Nieto, 47.57 por ciento, 6 por ciento más votos más de la media nacional del PRD. López Obrador le ganó el Estado de México a Felipe Calderón y a Roberto Madrazo en las elecciones presidenciales al año siguiente, pero su entenada política nunca creció.
Para la política no sirve. Ni ahora ni antes. Antes de descubrirse en la vida política fue empresaria y se convirtió en la primer mujer en dirigir la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, en donde tuvo un paso sonoro pero poco eficiente, con una beligerancia que le ganó espacios en los medios de comunicación, pero que la fue aislando dentro de sus propios representados. Polevsnky no tenía futuro en la Canacintra y López Obrador, a quien conoció por amigos comunes, le encontró utilidad política.
La señora no creció con el riego de López Obrador, quien no ha dejado de jalarla en función de sus intereses estratégicos, como ahora, que al empezar a armar una maquinaria electoral petista que le dé fuerza durante el siguiente año y poder tener herramientas para negociar con éxito la candidatura presidencial de la izquierda en 2012, la ha utilizado como cuña en el corazón del PRD y la lanzó como precandidata, una vez más, al Gobierno mexiquense, pero sólo por el PT.
Polevsnky arrancó con mentiras. No es nuevo. En la anterior campaña mexiquense, los operadores políticos del PRI le soplaron y se cayó. Entregaron a la prensa los documentos que probaban que Yeidckol Polevnsky Gurwitz, tenía un nombre con más vocales y más mundano: Citlali Ibañez Treviño. Sus padres no eran judíos polacos, como había dicho por años, sino mexicanos de cepa, ni tampoco sus abuelos habían sido víctimas de los nazis en los campos de exterminio, ni mucho menos, como se ufanaba, mártires del Holocausto.
La Senadora lo negó primero. Ofreció conferencias para esconder su mentira y al final tuvo que aceptar no sólo la falsedad de su nombre sobre el cual construyó una biografía, sino que tenía al menos 10 actas de nacimiento distintas. Arguyó razones personales para ello, y nunca explicó con claridad la historia falsa. La manipulación la ha venido acompañando desde entonces.
Ahora que quiere ser candidata exige respaldo al PRD que despreció. Sin el PRD, el PT que representa no alcanza el 2.5 por ciento de peso electoral en el estado, con todo y López Obrador en sus mejores tiempos, no le alcanzará para nada. Por eso jura que su candidatura no es una imposición de López Obrador sino el deseo del pueblo de izquierda mexiquense que la ve como su salvadora.
Para apoyar su dicho, afirmó que las encuestas de aspirantes de la izquierda la colocaban en segundo lugar, sólo detrás del Diputado Alejandro Encinas, quien declinó ir por la candidatura. Nadie conoce las encuestas, e incluso quienes dijo que fueron medidos, replicaron: primera noticia. El estudio lo realizó Ana Cristina Covarrubias, la encuestadora de López Obrador en 2006, que dio a conocer que el tabasqueño llevaba 20 puntos de ventaja sobre Calderón, cuando en realidad, como admitió meses después de pasada la elección, iba dos puntos abajo y en declive. Tal para cual. No están en el negocio de la verdad, sino de las certidumbres.
Polevnsky representa ahora al partido satélite de López Obrador, cuyo discurso es de un nacionalismo recalcitrante. Por eso es relevante que en la reciente discusión sobre el presupuesto, la Senadora votara en contra de un impuesto especial que afectaba el precio de los cigarros. La sorpresa sobre su apoyo a las dos grandes multinacionales de cigarros en México, se convirtió en azoro nauseabundo cuando se descubrió que su hija era gerente de comunicación externa de British American Tobacco.
Le ayuda que se le ve tan insignificante, que nadie se toma mucha molestia en cuestionarla. Sería lo mismo en esta ocasión, salvo que no es ella lo que importa. Una vez más, la Senadora es la lanza que está utilizando López Obrador en su precampaña presidencial. Él detonó la posibilidad de una alianza de izquierda en el Estado de México, y para evitar dar su apoyo al candidato del PRD, si éste no es incondicional de él, ya colocó ahí a Polevnsky, la señora multiusos del tabasqueño, que la sube, la baja, la usa, la desecha, la reconstruye, la tira a la basura.
Ella se deja sin reparar mucho, porque sin él, no es nada. López Obrador le significa su vigencia en la vida pública. Es la marioneta de López Obrador que se mueve para donde le diga y habla conforme le mueve los hilos. Qué importa lo que diga la gente. No se debe a ellos. Su entrega y subordinación están en otra parte, y Polevnsky paga por ello los costos que sean necesarios.
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