La mayoría de la población del Líbano habla francés y árabe, que es el idioma oficial. Una sorprendente cantidad son delgados, altos, blancos y de ojos claros.
27 julio 2006
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Manuel Antonio Díaz Cid
Amigo libanés, no sé desde cuando te conozco, quizás al mismo tiempo que conocí a mis compañeros de primaria de origen judío.La Suiza de Medio Oriente era el Líbano. Un hermoso país con una bellísima capital, Beirut. Su paseo frente al Mediterráneo siempre ha sido ordenado, estético y muy fotogénico. Playa, malecón, calle de por medio y una media luna de hoteles, edificios de departamentos y oficinas, principalmente bancos. Enseguida tomo, al azar, algunos datos de la Biblioteca de Consulta Encarta de Microsoft aunque intercalo comentarios en cursivas.
"El presidente del Líbano es elegido para legislaturas de seis años y no puede mantenerse en el poder más de dos mandatos sucesivos. Tras consultar con la Asamblea Nacional, el presidente designa al primer ministro y a los otros miembros del gabinete. El presidente debe ser un cristiano maronita y el primer ministro un musulmán suní. Casi todas las decisiones ejecutivas requieren la firma conjunta del presidente, como jefe del Estado, y del primer ministro, que encabeza el gobierno.
La mayoría de la población habla francés y árabe, que es el idioma oficial. Una sorprendente cantidad son delgados, altos, blancos y de ojos claros.
"Actualmente, la religión principal es el Islam, alrededor del 35 por ciento son shiíes y el 23 por ciento suníes. Los cristianos forman el 27 por ciento de la población, englobando grupos de maronitas, protestantes, miembros de la Iglesia ortodoxa griega y de la Iglesia Armenia. Los drusos, una secta shiíta, alcanzan un 7 por ciento de la población. Estos porcentajes eran diferentes como se verá adelante.
"La iglesia maronita es de la comunidad cristiana árabe, asentada en el Líbano y en comunión con el papa. Su gobierno es dirigido de forma autónoma por un patriarca, que recibe el nombre de patriarca de Antioquia y tiene su sede central en el Líbano. Su liturgia está basada en el rito de Antioquia, aunque tiene algunos elementos del rito latino; la lengua de la liturgia es la siria.
"Es interesante resaltar que, en estas iglesias católicas de Oriente, al contrario de la práctica mantenida por las adscritas al rito romano, el clero puede contraer matrimonio. También cuentan con prácticas sacramentales características: los niños que han sido bautizados pueden, acto seguido, ser confirmados y recibir la eucaristía.
"El Concilio Vaticano Segundo, en su decreto con respecto a las iglesias católicas de Oriente, confirmó su compromiso de preservar intactos los ritos orientales. Esta tranquilizadora promesa fue muy bien recibida, ya que había frecuentes críticas de parte de las iglesias de Oriente, referentes a que sus tradiciones se estaban erosionando de una forma paulatina, producto de su contacto con la Iglesia de Roma". Fin de las citas.
En los bancos de Líbano se depositaba la riqueza de los países árabes. Al establecerse el Estado de Israel, 1948, dos millones de musulmanes salieron de Palestina. Los países árabes exigieron a los países vecinos que los recibieran. O Líbano recibía 600 mil refugiados o le sacarían el dinero de los bancos. Líbano que solamente tenía dos millones de habitantes se negaba pero tuvo que acceder. La frágil proporción, 40 por ciento a 60 por ciento, maronita- musulmán, que existía antes de la guerra, se rompió.
Como se aprecia en la estadística de Encarta, hay actualmente 23 por ciento de musulmanes shiíes y 7 por ciento de drusos que radican en el sur del país. Son mayoritariamente descendientes de los refugiados que Líbano aceptó. Son, entonces, libaneses. Nótese que tienen menos derechos que los maronitas y suníes y por eso nació Hezbolá, un grupo político armado chiíta que exige igualdad. Hezbolá controla el sur de Líbano.
Los refugiados profesan un odio irreconciliable a Israel. Incursionan en territorio israelí en actos que para los judíos son de terrorismo mientras que para los palestinos son de represalia por lo agravios recibidos. La política israelí para impedir estos actos ha sido consistente. Cada vez que sufren un atentado responden para causar mucho mayor daño que el recibido.
A consecuencia de estas dos antagónicas posiciones el Líbano fue destruido durante una guerra entre Siria e Israel, hace veinte años. Se estaba reponiendo del desastre anterior cuando Hezbolá empezó a atacar a Israel. La respuesta ha sido violenta. Hezbolá lanza cohetes sobre Israel y éste contesta con ataques de tierra y aire con las armas más modernas y sofisticadas que se conocen. El mundo civilizado se horroriza. Quieren que Israel cese el fuego unilateralmente pero no saben cómo o quién puede controlar a Hezbolá. Siria que también esta fuertemente armada anuncia que no permitirá que Israel ocupe territorio libanés. Que tal evento desquiciaría la situación geopolítica del Medio Oriente. El gobierno libanés no tiene la fuerza para ordenar que Hezbolá desista de sus acciones militares y sabe que una ocupación siria sería el fin del país. No puede entrar a saco sobre las comunidades musulmanas porque sería la muerte del gobierno. Nadie sabe qué hacer y mientras tanto mueren niños inocentes y adultos sorprendidos por la inesperada irrupción de los eventos.
Sería demasiado pretencioso de mi parte explicar las causas y justificaciones de cada protagonista en este preocupante conflicto. Sí sé, sin embargo, que me duele ver sufrir a mis amigos.
En incompleta reseña recuerdo a Jacobo Farjí, compañero de primaria, a Sonana y a los Dabá con los jugué fútbol y a mi compañero de cuarto en Monterrey, Roberto Stern, serio, cumplido y un excelente y responsable joven. No tengo que recordar, porque los veo seguido, a los Lichter y a los Sevilla. También en estos aciagos momentos tengo presente a Harb Karam, Fresch Kanavati y Assuri Yapor, condiscípulos en la facultad y aquí en Culiacán a los Akuri, Malacón y a mi concuñado Jesús Mudeci.