La razón de ser de la disciplina en el ser humano
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Héctor Tomás Jiménez
La disciplina es en principio un valor humano que emana del carácter del individuo y que es producto de una actitud seria y responsable ante la vida. Las personas que desde pequeños reciben en el hogar el ejemplo del deber ser, cuando grandes, reflejan la disciplina aprendida, es por ello, que se dice que la disciplina es el valor de la armonía, porque todo guarda su lugar y su proporción.
Los seres humanos debemos tender a nuestra propia armonía de ser, pensando, y actuando siempre en relación a un buen fin. Para conquistar este valor hay que empezar por aprovechar nuestra necesidad de orden en el hogar y para ello, hay que tener un lugar para cada cosa y por medio de la disciplina, poner siempre allí esas cosas, ni que decir que también hay que practicar el orden en el hablar, en el vestir y en nuestras pertenencias.
Este valor humano tiene la virtud de que blinda el carácter del individuo y lo conforma para la realización de todo aquello que se proponga, pues por lo general, se hace acompañar de otros dos valores como la templanza y la perseverancia, la primera para vencer las adversidades y la segunda para no desistir en el intento.
Así como la disciplina se practica en el seno familiar, de la misma manera debe de hacerse en el seno de la escuela, donde los maestros deben procurar reforzar las normas de la casa y darle sentido en el proceso del aprendizaje, estableciendo las reglas propias de dicho proceso. La disciplina en la escuela es también un valor supremo en la formación del niño y del joven adolescente. Baste recordar que la escuela es como el puente que une a la familia con la sociedad, razón por la cual, toda institución educativa debe de mantener un código mínimo de normas disciplinarias, como por ejemplo, la asistencia y puntualidad, el cumplimiento de los deberes y tareas, el buen comportamiento y el orden dentro del aula. De éstos podrán derivarse otros más que sean distintivos de cada centro escolar.
Un niño formado con permisibilidad en el seno de la familia, le significará a la escuela una doble tarea, por lo que es necesaria la estrecha vinculación de la familia con la escuela y a su vez, de la escuela con la familia. Esto podría expresar como que es importante escolarizar a la familia y familiarizar a la escuela, binomio que coadyuvaría a mejorar las relaciones interpersonales de los educandos y por lo mismo, el respeto a sus semejantes y la contención de todo aquello que signifique manifestaciones negativas del carácter, como son la agresividad y la violencia.
Al respecto, Concepción Gotzens (1997) psicóloga y educadora española, señala que existe una tendencia generalizada a considerar que la escuela debe resolver la mayoría, por no decir todos los problemas de los ciudadanos que asisten o deberían asistir a ella, de donde se deriva la idea de que cualquier problema de comportamiento de un alumno es incumbencia de la escuela y en ella debe resolverse. De manera contundente, señala su desacuerdo expresando que: "La escuela constituye tan solo uno de los microcosmos donde habitan los alumnos, a nuestro entender altamente significativo y valioso, pero existen muchos otros que cuentan en su vida, por supuesto la familia, el vecindario, los amigos entre otros, por ello, pretender que la escuela se responsabilice de todo cuanto afecta al alumno, nos parece una forma de sobredimensionar sus posibilidades de actuación reales; con ello se torna ineficaz y contribuye a despreocupar a otros sectores de la sociedad que, cuando menos, son tan responsables de la educación del sujeto, como puede serlo la misma escuela".
Hay una realidad que subyace en nuestro entorno social, y es el hecho de que la educación y todo lo que ello implica en la vida escolar, empezó a cambiar a fines del siglo pasado, y no sólo en contenidos de la enseñanza sino también el todo lo que implica el contexto educativo respecto a lo social.
Se cuestionaron las medidas disciplinarias relacionadas con las sanciones y las amonestaciones, para dar paso a una laxitud en las reglas y las normas de conducta dentro del seno de la escuela, razón por la cual, el enorme desafío que hoy en día tiene la escuela, y en especial la secundaria por ser el nivel educativo donde los niños empiezan a vivir los cambios bio-psico-sociales producto de la edad, no es tan sólo procurar sostener normas disciplinarias, sino rescatar los valores que le dan sustento y sin los cuales, las normas no son más que palabras huecas y sin sentido difíciles de cumplir.
La caída de los viejos modelos disciplinarios, provocó una crisis aún no resuelta, que obliga a buscar alternativas de convivencia armónica, indispensables para la operatividad de cualquier propuesta educativa. Esta sería una explicación muy cercana de la transformación que ha tenido la simple agresión y violencia escolar producto de las diferencias de opinión entre los niños y jóvenes, a las claras manifestaciones patológicas que conlleva el fenómeno del bullying. JM Desde la Universidad de San Miguel.
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