Los jornaleros que laboran en los campos de hortalizas de Sinaloa son generalmente inmigrantes que provienen de los estados de Guerrero y Oaxaca, una tercera parte son sinaloenses que bajan de los altos a los valles.
04 abril 2007
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Abigauil Bello
Sinaloa es el principal productor de hortalizas en el país y es el que más recibe jornaleros agrícolas inmigrantes. En la entidad, se utilizan en promedio 200 mil jornaleros al año que cultivan tomate, chile, berenjena y pepino durante los meses de octubre a abril.Cientos de miles de estos trabajadores se alojan en los valles de Sinaloa, en lugares aledaños a los cultivos, sobreviviendo en condiciones precarias, hacinados y sin la cobertura suficiente de servicios básicos.
Los jornaleros que laboran en los campos de hortalizas de Sinaloa son generalmente inmigrantes que provienen de los estados de Guerrero y Oaxaca, una tercera parte son sinaloenses que bajan de los altos a los valles.
Todos ellos deciden trabajar en el campo porque es el medio en el que se crearon, es el trabajo que aprenden a hacer desde los primeros años, pero sobre todo laboran como jornaleros y llegan a Sinaloa por la falta de oportunidades en sus lugares de origen, la precariedad y pobreza de sus familias los hace salir de su comunidad en busca de lo necesario para subsistir.
La pobreza, así como sus costumbres, los impulsa desde pequeños a trabajar en el jornal, ya que generalmente son descendientes de jornaleros que trabajan desde pequeños y aceptan realizar el trabajo pesado del campo, laborando sin estabilidad, sin seguridad social y sin prestaciones laborales.
La oferta local de jornaleros en Sinaloa es insuficiente, el trabajo en los campos de hortalizas no es atractivo para los vecinos de los valles sinaloenses por ser un trabajo pesado que inicia desde las 4 de la mañana y termina por la tarde, que se realiza en contacto directo con fumigantes y agroquímicos, expuestos al sol y a muy altas temperaturas, con bajos salarios y sin prestaciones de trabajo.
Los jornaleros agrícolas, son permanentemente eventuales que no acumulan antigüedad ni derechos laborales, generalmente no se les registra en las instituciones de Seguridad Social a pesar de que los agricultores están obligados a hacerlo, ni reciben las prestaciones por riesgos de trabajo, pensiones de incapacidad, vejez, cesantía e invalidez.
Por todo ello, los productores tienen que enviar intermediarios a las comunidades más pobres del país para que enganchen y traigan jornaleros a laborar en los campos de hortalizas sinaloenses, de esa manera abastecen la alta demanda de mano de obra, ya que las hortalizas son de los cultivos que más requieren fuerza de trabajo manual.
Anteriormente era Oaxaca el estado que mas aportaba jornaleros a Sinaloa, actualmente es Guerrero el estado que más envía trabajadores a la entidad, generalmente se traslada toda la familias para laborar seis meses al año en nuestros campos de hortalizas y mantenerse el resto del año con lo que juntan en la temporada hortícola.
Una parte minoritaria de los jornaleros que llegan a Sinaloa se quedan a radicar en la localidad, la otra, que son la mayoría, generalmente se regresa a sus comunidades y se preparan para volver al siguiente ciclo de producción de hortaliza.
Algunos, enlazan la ruta migratoria, siendo su destino generalmente San Quintín y Baja California, sin embargo, la mayor parte trata de acumular lo suficiente para sobrevivir el resto de los meses del año que no tienen trabajo en sus comunidades de origen.
La pobreza de las familias jornaleras y la necesidad de los productores de abastecerse de mano de obra para sus cultivos son las razones principales para que se utilice la mano de obra infantil en los campos sinaloenses.
Violentando la Constitución y Ley Federal del Trabajo, bajo la omisión y complicidad oficial, los niños laboran en los campos agrícolas de la localidad realizando trabajos pesados, insalubres y riesgosos.
Cuando menos desde 1960, desde que floreció la horticultura sinaloense y se expandieron las tierras de riego en la localidad por la construcción de la infraestructura hidráulica, empezó a escasear la mano de obra local y se empezó a utilizar a los niños en los cultivos.
Aunque es cierto que hay costumbres que favorecen que los niños se incorporen a la labor y que los padres ponen como condición que contraten a sus hijos, esas no son las razones por la que los productores deciden contratarlos.
Los adolescentes les brindan a los productores la oportunidad de cubrir la demanda de fuerza de trabajo en las hortalizas, con el trabajo de los niños se garantiza que la producción salga porque rinden como los adultos, y también las familias jornaleras con el trabajo de los niños garantiza el ingreso suficiente para sobrevivir cuando escasee el trabajo.
De los jornaleros que llegan a Sinaloa una cuarta parte son menores de 14 años, el Programa Nacional de Jornaleros ha documentado que aproximadamente 40 mil son niños de 0 a 14 años, de los cuales aproximadamente 25 mil son inmigrantes y 15 mil son locales.
Actualmente la SEP en Sinaloa ha reportado que atiende un universo de 10 mil niños jornaleros.
Los jornaleros actualmente no están integrados al programa de Oportunidades, porque su condición de inmigrantes les impide que cumplan con los requisitos, y en vez de ampliarse la cobertura de los programas federales para jornaleros se han venido restringiendo.
La Sedesol, de 124 trabajadoras sociales que tenía en el 2000 ahora conserva sólo 27, las cuales se pagan por el Gobierno federal y los productores.
La red de trabajadoras sociales del Gobierno federal se ha sustituido por trabajadoras sociales al servicio del productor, desincorporando las promotoras sociales que trabajaban bajo esquemas públicos e interés social.
Hoy con bombo y platillo se viene anunciando por el Gobierno federal el programa Monarca para desincorporar el trabajo infantil y apoyar a las familias jornaleras, sin embargo, habría que ver y medir sus alcances y esperar sus resultados; ojalá no pase lo que ha pasado con los anteriores programas donde los recursos públicos terminan beneficiando más a los productores e incrementando sus utilidades sin que se produzca un beneficio directo y permanente con los jornaleros.