Los niveles de penetración de la delincuencia organizada en las estructuras del Estado mexicano, entonces, han sido anchos y profundos

04 septiembre 2010

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Noroeste / Pedro Guevara

El instinto de poder de los narcos mexicanos es muy fuerte, o su experiencia y reflexión acerca del funcionamiento de nuestra sociedad ya es muy compleja. De otra manera no explica su estrategia de irse apoderando fáctica o institucionalmente de importantes zonas de las estructuras de gobierno, y ahora de intentar el control de la información periodística.
El narco entendió desde hace varias décadas que la vía más fácil y menos riesgosa de fortalecer sus negocios era sobornando o incorporando a actores claves de la clase política en sus diferentes niveles, a jefes policiacos y militares, e incluso a cuerpos enteros de las fuerzas públicas. Esta estrategia fue muy exitosa durante el viejo régimen e incluso con el primer Gobierno federal panista de Vicente Fox. También lo sigue siendo en varios gobiernos estatales y municipales contemporáneos a la administración de Felipe Calderón.
Los niveles de penetración de la delincuencia organizada en las estructuras del Estado mexicano, entonces, han sido anchos y profundos.
Existen interpretaciones de académicos y periodistas especializados en la investigación del narco en el sentido de que el Presidente Felipe Calderón protege, acuerdo político mediante, al grupo de "El Chapo" Guzmán y "El Mayo" Zambada, y que enfrenta severamente al resto de las organizaciones de narcotraficantes. Por lo tanto, entonces, se diría, este gobierno es igual a los anteriores. Hay indicios, sin embargo, para dudar de esa opinión porque la detención del hijo de "El Mayo" y la persecución de éste mismo, si creemos lo que nos revela la entrevista de Julio Scherer con el famoso capo, nos hablaría de que al Cartel de Sinaloa también se le combate con determinación.
Si la versión que habla de acuerdos entre Los Pinos y los legendarios "Chapo" y "Mayo" fuese cierta entonces se confirmaría el inconmensurable poder de, al menos, el cártel de Sinaloa, sobre la fracción de la clase política que gobierna al País. Pero eso muy difícil de comprobar, aun exhibiendo estadísticas de aprensiones y bajas de los diferentes cárteles tales y como señalan Buscaglia y otros investigadores.
Al margen de que sea cierta o falsa la aseveración del acuerdo secreto de Calderón con un sector del crimen organizado, lo cierto es que el crimen organizado en su conjunto está exhibiendo un poder de combate y un nivel de violencia como nunca antes lo había hecho. Dentro de esa estrategia de guerra la mayoría de los cárteles han decidido incursionar en una nueva arena, fundamental para la lucha del poder en cualquier sociedad contemporánea: la guerra de la información.
¿Por qué les interesa a los narcos ese nuevo terreno de disputa? Porque es a través de la información que se da la batalla ideológica contra otros cárteles, contra el gobierno y otros sectores que los confrontan. La guerra de la información es, finalmente, una guerra cultural, el recurso simbólico con el que se ganan conciencias o se adormecen. Y la cultura en la lucha por la hegemonía es, en última instancia, una lucha política. No hay triunfo político contundente sin poder cultural. Es decir, para asegurar el poder es necesario ganar las mentes y corazones de importantes sectores de la sociedad.
No es nuevo que los narcos mexicanos atenten contra los periodistas y las instalaciones de las empresas de la comunicación, pero en los últimos cuatro años han dado pasos en una confrontación más abierta por someterlos.
En Sinaloa, El Debate, Ríodoce y Noroeste han sido objetivos de la violencia del crimen organizado, así como en Tamaulipas, Coahuila, Chihuahua, Baja California, Sonora, Michoacán, Morelos, el D.F. y otras entidades también lo han sido. Pero, si antes eliminaban a los reporteros, lo cual es en sí lo más grave, ahora se añade la censura o la orden para orientar permanentemente los criterios editoriales de los medios.
Al igual que en un régimen político dictatorial, el crimen organizado no tan solo somete a otros con la fuerza de las armas sino también con el control de las ideas y la información. Quien ejerce el poder con la violencia como primer recurso inevitablemente censura o impone la información. Así que, para el crimen organizado, el intento de controlar a los medios no es sino un paso natural en la manera en que hacen las cosas. El recurso principal del crimen organizado es la violencia y a ella recurren como método sistemático de acción.
Si en los últimos cuatro años el crimen organizado ha atentado contra los medios más que en ningún otro momento de la historia mexicana es porque su poder ha aumentado como nunca, a pesar de la guerra declarada por el Gobierno de Felipe Calderón. Y también porque su comprensión de la lucha contra el gobierno y las pugnas que sostienen entre si los mismos carteles es mayor que nunca.
No es tan solo por exhibicionismo que algunos barones de la droga quieran aparecer en los medios sino por estrategia. Y a su vez, para lograr consenso en sectores de la sociedad quieren que se publique información contraria al gobierno y/o sus rivales.
Paradójicamente, "La Barbie" causaba más admiración que repulsa cuando enviaba a YouTube escenas de sus crímenes. Ese capo descubrió que recurrir a Internet le ayudaba a propagar una imagen de poderío y temeridad, así como a crear una estela de admiradores. Es por eso que este mismo personaje mandó a hacer una película donde él es el héroe.
Con pesar, a veces casi con desesperación, los sectores más preocupados por la civilidad y el desarrollo de México, observan que nuestra sociedad se deteriora día a día. Que nuestras libertades democráticas ganadas penosamente a lo largo de muchas décadas están siendo seriamente dañadas. Las agresiones a los medios de comunicación del país, dentro de las cuales la sufrida por Noroeste es la más reciente, no parece que vayan a cejar sino, por el contrario, a continuar.
En cualquier sociedad moderna, pero sobre en su etapa actual, los medios juegan un papel centralísimo en su funcionamiento. Si los medios son muy profesionales, veraces y democráticos contribuirán a una mejor sociedad, pero si los medios no tienen esas características contribuirán a debilitarla. Es por esta razón que si los medios son sometidos por el chantaje, el soborno y/o la violencia, ya sea del gobierno, el crimen organizado u otros grupos poderosos, la sociedad nunca podrá ser libre, justa ni democrática.
Aunque la mayoría de los lectores de Noroeste se han solidarizado con él, sorprende leer en los foros electrónicos del mismo como hay algunos de ellos que minimizan la agresión o se burlan francamente del periódico, sus reporteros y directivos. Esto hablaría del grado de descomposición moral e incapacidad cívica para entender la significación del atentado no tan solo contra Noroeste sino contra la búsqueda de estabilidad, progreso y democracia en México.
Defender a esta empresa periodística significa defender a los ciudadanos libres de Sinaloa y aliarse con todos aquellos que queremos un País mejor.