Los seres humanos nos comportamos más como seres emocionales que como seres racionales.

09 junio 2007

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Héctor Tomás Jiménez

El poder del pensamiento y la imaginación


Por lo general, los seres humanos nos pasamos la vida siguiendo más nuestros impulsos que nuestros razonamientos, es decir, nos comportamos más como seres emocionales que como seres racionales. ¿Cuál es la razón de esta realidad?
Quizá la respuesta se pierda en la negrura de la noche de los tiempos, pero lo que sí es seguro, es que este comportamiento no es nuevo ni de siglos próximos cercanos, sino que parece ser consustancial al mismo ser humano, es decir, es una actitud que nos ha acompañado siempre.
Otra característica vivencial es que en los actos de convivencia cotidiana, las personas siempre estamos a la defensiva y con la convicción de que somos agredidos por quienes nos rodean, cualesquiera que sea el rol que estas personas desempeñen, y la explicación más racional es que por lo general esperamos más ser comprendidos que comprender, y por lo mismo, posponemos de manera cotidiana nuestra oportunidad de ser felices.
Hace un par de días recibí de mi buen amigo José Luis Sandoval, un eterno enamorado de la tierra del sol en el sur de nuestro estado, una importante reflexión que revela muy bien esto que comentamos, sobre todo lo que tiene que ver con las expectativas no cumplidas y la influencia que tiene en esto el poder de los pensamientos y la imaginación. El contexto de la reflexión intitulada Revelaciones dice así:
"Las personas se la pasan la mayor parte de su vida sintiéndose ofendidas por lo que alguien les hizo, sin embargo, la sorprendente revelación que te voy a hacer, va a cambiar tu vida, en realidad, ¡nadie te ha ofendido!, son tus expectativas de lo que esperabas de esas personas, las que te hieren, y las expectativas tu las creas con tus pensamientos, lo que significa que no son reales, son imaginarias.
Si tu esperabas que tus padres te dieran más amor, y no te lo dieron, no tienes porqué sentirte ofendido. Son tus expectativas de lo que un padre ideal debió hacer contigo, las que fueron violentadas e incumplidas; y son tus ideas al respecto n las que te lastiman.
Si esperabas que tu pareja reaccionara de tal y cual forma y no lo hizo, tu pareja no te ha hecho nada. Es la diferencia entra las atenciones que esperabas tuviera contigo y las que realmente tuvo, las que te hieren. Nuevamente, eso está en tu imaginación.
Con respecto a nuestra práctica de fe y espiritualidad religiosa, por lo general somos muy laxos con las cosas del señor, y fácilmente caemos en contradicción cuando de fortaleza se trata, pues ante lo inevitable de la vida, muchas veces culpamos a Dios de todos nuestros malos ratos. Aquí es igual, son nuestras creencias de lo que debería hacer Dios las que nos lastiman, pues Dios es un Dios de amor y jamás ofende y daña a nadie.
Regresando a un plano más humano, una de las mayores fuentes de ofensas, es la de tratar de imponer el punto de vista de una persona a otra y guiar su vida. Cuando le dices lo que debe hacer y te dice "no", creas resentimientos por partida doble.
Primero, te sientes ofendido porque no hizo lo que querías y segundo, la otra persona se ofende porque no la aceptaste como es, creándose de esta manera un círculo perverso en la comunicación y la convivencia. Todas las personas tienen el derecho divino de guiar su vida como les plazca, así aprenderán de sus errores por sí mismos.
Los seres humanos funcionamos a base de hábitos que repetidos día tras día, se vuelven buenas costumbres y éstas a su vez, buenas y excelentes conductas de sana convivencia. Un hábito requiere de todas sus partes para funcionar. Si pierde una, el hábito se desarma.
El hábito de sentirte ofendido por lo que te hacen otros (en realidad nadie te hace nada) desaparecerá cuando conozcas mejor la fuente de las "ofensas", es decir, cuando aprendas a controlar tus pensamientos y a conocer el poder de tu imaginación.
Cuando nacemos, somos auténticos. Pero nuestra verdadera naturaleza, es suprimida y sustituida artificialmente por conceptos que nuestros padres, la sociedad y los medios de comunicación hoy en día nos enseñan. Son estos elementos de vida los que crean una novela falsa de cómo deberían ser las cosas en todos los aspectos de tu vida y como deben de actuar los demás. Una novela que no tiene nada que ver con la realidad pero que nos lastima y distorsiona nuestras creencias.
Hay que reconocer también que las personas somos criaturas de inventario, y que por lo mismo a lo largo de nuestra vida, coleccionamos experiencias relacionales y de convivencia humana, las que al almacenar en nuestro inventario interior, son las que nos dan la orientación de vida, reconociendo que las experiencias negativas dejan una huella más profunda en nosotros que las positivas. (Continuará)

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