Mañana Viernes Santo, me quedaré en mi recámara, para orar en silencio y agradecerte todo lo que me has dado. Así sea
24 marzo 2005
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Gestionan
Lástima que Sofía ya no es tan devota como solía serlo, especialmente durante la Semana Santa. En primer lugar durante toda la Cuaresma no guardó vigilia, no ayunó, ni tampoco ofreció dejar de beber sus tequilitas, de comer postre y de hacer actos de caridad, tampoco asistió a misa, ni se confesó, ni mucho menos comulgó un solo domingo. Al contrario, nunca como esa semana, Sofía se distrajo en cosas totalmente superficiales, banales y nada espirituales. En lugar de recogerse en estas fechas, como le enseñaron sus monjas y sus tías de Guadalajara, se dedicó al mundanal ruido: hizo maroma y media para asistir a cada uno de los eventos en donde aparecía París Hilton, recorrió todos los almacenes y boutiques en busca de outfits para esta primavera; se fue al salón de belleza para decolorarse los bellos de sus brazos y depilarse las piernas, fue a comprar sandalias del más alto tacón que encontró y lo que fue el colmo de los colmos, rentó, dizque por nostalgia, El último tango en París. Además de todas estas distracciones, lo que más le preocupaba era dónde, dónde pasar las vacaciones, si en Valle, en Puerto Vallarta o en Tepoz. Finalmente optó por quedarse en la Ciudad de México por temor a encontrarse las chusma por todos lados. Ya es tiempo que disfrute de la ciudad. Voy a aprovechar para ir al cine, para conocer el nuevo restaurant del hotel Condesa, para organizar cenitas en la casa, para ir al Centro Histórico para ver si es cierto que lo arreglaron, para darme unas vueltecitas en el segundo piso y verificar si no se ha caído, para arreglar mi walking-closet y deshacerme de toda la ropa de invierno y para empezar mi dieta ¿Se daba cuenta Sofía lo alejada que se estaba de todas esas tradiciones y prácticas que tenían que ver con la Semana Mayor? ¿Por qué al correr de los años, había cambiado tanto en ese aspecto? ¿Dónde estaba aquella adolescente que acostumbraba, en esta semana mayor, leer la Imitación de Cristo o hacer ejercicios espirituales, junto con sus compañeras de colegio? Los castillitos en el aire son lo peor para nuestro corazón de adolescentes. Espíritu Santo, Tú que eres fuente de luz, ilumíname y ayúdame a no hacer castillitos en el aire, es decir, soñar despierta, que es lo que más me puede perder, acostumbraba a escribir en su pequeño libro: Mi vida cristiana, cuando tenía 15 años. Entonces era tan devota que incluso inventaba pequeñas oraciones, las cuales escribía en papelitos que pegaba en la cabecera de su cama: En donde quiera que me encuentre, ya sea en una fiesta o en la casa de una amiga, siempre pensaré en Dios y le ofreceré mis diversiones por amor a Él. Nunca olvidaré dar gracias por tenerlas. Así sea... Entonces estaba segura que si no comulgaba en un mes, su alma se debilitaría; en dos moriría porque la comunión es su alimento principal. Entonces su máxima ilusión era convertirse en una madre cristiana, que cuide, ame y eduque a sus hijos; ellos nos lo agradecerán cuando sean mayores y cumplan con sus deberes cristianos. Quiero llegar a ser una madre abnegada dispuesta a dar mi vida por ellos. Dios mío, ayúdame a cumplir mis deseos. Ilumíname en todo el camino por tortuoso que éste sea En esos años Sofía estaba convencida que su misión era, aparte de casarse y educar a su familia bajo los preceptos cristianos, también era conservar y llevar a los demás la Fe y la Esperanza, pero sobre todo, de irradiar alegría y felicidad. En esta semana Santa, he ofrecido muchos sacrificios. Estos son como las piedras con las cuales se construye la Ciudad del cielo donde viviré en el Amor y la Alegría del Padre. Mi misión es esparcir la paz y la unión en mi entorno. Estoy lista, Señor! ¿Por qué si había recibido todas estas enseñanzas, ciertamente anacrónicas para muchos, ahora Sofía se sentía tan enajenada por otros asuntos demasiado terrenales? ¿Cómo no habré cambiado en ese sentido, si ya no hay valores, no tenemos con qué reemplazarlos. No sabes cómo. El país ha cambiado, la ciudad ha cambiado; la gente también ha cambiado. Ahora la nota principal en todos los diarios son los escándalos, y no solo de los representantes del mundo de la farándula, sino también de los funcionarios Esos solo han cambiado para empeorar. Y lo más decepcionante de todo, son los escándalos de los sacerdotes y de las anulaciones matrimoniales de la gente poderosa. ¿En qué puedo creer? Quiero creer en algo y en alguien Siento un vacío terrible en mí Pobre Sofía. Sin duda no es la única que está pasando por estas crisis de credibilidad y de valores. ¿Qué le podríamos contestar a esta mujer de buena fe que acostumbraba a seguir a pie juntillas lo establecido, tanto en lo que aprendía en el colegio, en su casa y en su medio social. Entonces sus distracciones se debían, exclusivamente, al ambiente que reina en el mundo: la televisión, el Internet, el cine, el consumismo, los divorcios, los nuevos matrimonios, las drogas, la pedofilia por parte de algunos sacerdotes, la pornografía, el deseo de la eterna juventud, las dietas, la longevidad, las modas, las adicciones, la corrupción, la corrupción, la corrupción, la inseguridad, los secuestros, los asaltos, la falta de agua, el desafuero, la justicia, las muertas de Juárez, las elecciones presidenciales, el terrorismo, el maltrato de los mexicanos que viven en Estados Unidos, los Mara Salvatrucha, la contaminación de ríos y bosques, la prostitución infantil, la violencia, etc. etc. ¿Cómo podría Sofía creer en algo con un mundo tan deteriorado? ¿Estaría su solución en el rescate de su fe? Pero, ¿acaso la Iglesia no estaba tan rebasada y confundida por esta realidad, como lo estaba la pobre de Sofía? ¿Cómo podría seguir creyendo en ella, si cada día la encontraba más intolerante respecto al condón, a la píldora, a los divorcios, a los homosexuales, pero sobre todo al aborto? ¿Qué le restaba entonces hacer a la pobre de Sofía respecto a su confusión? ¿En dónde buscar un significado para su pobre existencia? ¿Haciendo yoga? ¿En el budismo? ¿Leyendo más libros de autoayuda? ¿Acercarse más a la iglesia? ¿O seguir buscando distracciones para pasar el tiempo y no tener qué preguntarse tantas cosas? ¡Pobre Sofía, también ella padecía su propio Vía Crucis! Ahora, por más que quisiera escribir lo que apuntó en su diario en 1960, cuando por primera vez conoció Acapulco, ya no podría. ¿Por qué? Porque como el puerto y sus playas, también se ha contaminado su alma. No, ya no podría escribir: Gracias Señor por esta hermosa playa que tengo bajo mis ojos. Sé que cuando la creaste pensaste en mí y en todos los que vivimos en esta tierra. Te alabo, como muchos de nosotros de alabamos, especialmente, en esta Semana Santa. Y lo que no te alaban es porque no conocen el verdadero camino para llegar a Ti. Pero rezaré por ellos para que conmigo y tus ángeles te alabemos eternamente en el cielo. Gracias por estas vacaciones en donde no te he olvidado ni un solo minuto. Mañana Viernes Santo, me quedaré en mi recámara, para orar en silencio y agradecerte todo lo que me has dado. Así sea