Manco famoso

03 abril 2012

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FIFA

El 24 de julio de 1899, en una acalorada discusión durante una tertulia en un café, el periodista Manuel Bueno Bengoechea le causó al autor de Tirano Banderas , Ramón del Valle-Inclán (1866-1936), una herida en el antebrazo izquierdo que terminó gangrenándose hasta que se hizo necesaria la amputación 18 días después. Discutían sobre la legalidad de un duelo que iba a celebrarse, debido a la minoría de edad de uno de los duelistas. Valle-Inclán blandió una botella y Bueno un bastón con el que le clavó un gemelo en la muñeca. La entereza de Valle-Inclán fue tal, que durante toda la operación permaneció despierto y se desmayó sólo una vez. Casi al final de la operación expresó sus deseos de fumar, y durante los últimos instantes de la intervención se fumó un habano. Valle-Inclán tenía entonces 33 años. A partir de entonces su estampa de manco se hizo mítica. Algunos amigos decidieron organizar un festival y conseguir fondos para comprarle un brazo ortopédico, estrenando en ese diciembre su obra Cenizas: drama en tres actos, con dirección del propio Valle-Inclán. La siguiente vez que se encontró con Manuel Bueno le estrechó la mano.

Saludos mancos
El célebre escritor "esperpéntico" Valle-Inclán arribó a la ciudad de México en septiembre de 1921. Un grupito de intelectuales, encabezados por el dominicano Pedro Henrí­quez Ureña y por Daniel Cosí­o Villegas (presidente de la Federación Nacional de Estudiantes), llevó a don Ramón a conocer al presidente Álvaro Obregón, quien al igual que el escritor era manco (Obregón del brazo derecho, y don Ramón del izquierdo). El escritor preferido de Obregón, y a quien le enviaba 400 dólares mensuales, era el colombiano José María Vargas Vila (1860-1933, se caracterizó por sus ideales liberales radicales y la consecuente crítica contra el clero, las ideas conservadoras y la política imperialista de Estados Unidos. Muchas de sus ideas son próximas al existencialismo y se fueron afirmando como libertarias, muy próximas al anarquismo, a tal punto que él mismo se declarara anarquista). En Palacio Nacional, el escritor español y el presidente mexicano protagonizaron un encuentro entre chusco y ríspido. Al saludarse, el mandatario le extendió la mano pero sin descubrirse, mientras que Valle-Inclán se quitó antes el sombrero. El novelista hizo visible su disgusto, por lo que Obregón inmediatamente explicó: "Aun los mancos tenemos técnicas distintas: usted se descubre primero y después tiende la mano, mientras que yo tiendo antes la mano y en seguida me quito el sombrero. Lo importante es, sin embargo, que las manos se estrechen, antes o después, pero que se estrechen". Contrario a su temperamento, don Ramón no hizo ningún comentario, pero al despedirse volvió a extender su mano, pero esta vez conservando puesto el sombrero. El Presidente le obsequió y dedicó su mamotrético libro Ocho mil kilómetros en campaña, sus memorias militares escritas claramente "fuera de toda la jurisdicción literaria" y que habí­a publicado cuatro años antes (y que según algún crítico irreverente lo mismo podrían haberse titulado "Ocho Mil Páginas sin Tregua").

Mancos
A propósito del pleito Valle-Inclán-Bueno, Gustavo Cortés Campa me da esta plausible hipótesis geopolítica con impacto en las psiques individuales: "Hay varias anécdotas de violencia estúpida en cafés literarios de Madrid por esas fechas. Mi modesta hipótesis es que los sucesos del 98 fueron en gran medida traumáticos para los ibéricos. Se vieron en la horrible realidad que porfiaban en negar. Se habían quedado rezagados totalmente en el mundo moderno y hacía ya mucho tiempo que habían sido eliminados del elenco de las superpotencias. Fue patético el hecho de que en la batalla naval de la Bahía de Manila, la flota estadounidense practicó el tiro al blanco contra los obsoletos cruceros españoles, porque el alcance de los cañones que defendían el puerto era la mitad de los acorazados gringos. Y la pérdida de la última 'joya de la corona', Cuba. No lo podían soportar, pero la tensión interior, al no hacerse un examen abierto de la situación, les estallaba por fruslerías".