Más allá de prevenirnos del 'efecto popote' es evidente que resulta más económico y menos riesgoso aumentar la plataforma petrolera con nuevas exploraciones en el territorio nacional y en aguas someras

07 abril 2008

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Saúl Valdez / Fernanda González

El debate y la confrontación en torno a la reforma energética cobraron intensidad a partir de que la Secretaria de Energía, Georgina Kessel, y el director de Petróleos Mexicanos, Jesús Reyes Heroles, presentaron ante los medios de comunicación el documento: Diagnóstico: situación de Pemex (4/04/008), donde grosso modo se describe un panorama de crisis profunda ante la baja en la producción en los tres últimos años, lo cual hizo que México dejara de recibir 10 mil millones de dólares, y el agotamiento de las reservas probadas (si bien se sospecha que gran parte de las reservas probables deben contarse ya como probadas), que al ritmo de explotación actual durarían poco menos de 10 años.
Tal es el fundamento esgrimido para que Pemex busque el "apoyo" de empresas privadas, con la tecnología a fin de explorar y explotar petróleo en aguas profundas del Golfo de México, de modo que para 2021, fecha en que empezaría la extracción de crudo en dicha zona, pueda compensarse la declinación de los yacimientos que en la actualidad aportan 92 por ciento de la producción petrolera nacional.
Más allá de prevenirnos del "efecto popote", el cual podría darse con la explotación de crudo por el lado estadounidense en las aguas profundas del Golfo de México limítrofes con nuestro país, es evidente que resulta más económico y menos riesgoso aumentar la plataforma petrolera con nuevas exploraciones en el territorio nacional y en aguas someras.
Reyes Heroles se refirió a que la falta de refinerías en México provocará que en breve plazo la importación de gasolinas pase de 40 a 50 por ciento del total de combustibles consumidos en el mercado nacional, planteando la necesidad de construir una refinería cada tres años durante las próximas dos décadas para superar tan onerosa dependencia externa.
Desde 1979 los Gobiernos mexicanos no han invertido en la construcción de nuevas refinerías pretextando limitaciones presupuestales, o de tipo jurídico que impiden a Pemex asociarse con capitales extranjeros o nativos. Ello no obstante los ingentes excedentes petroleros por los altos precios del petróleo de los últimos 10 años.
Para compensar ese abandono tan gravoso, se propone ahora romper récord mundial en la construcción de refinerías, algo que sólo sería posible con la intensiva participación del capital privado trasnacional, aunque el director de Pemex evitó toda mención específica al respecto, siguiendo la ruta presidencial de no decir las cosas por su nombre (apertura al capital privado extranjero).
La política de los gobiernos federales con relación a Pemex en los últimos 25 años (tres del PRI y dos del PAN) no deja lugar a duda sobre la aviesa intención de favorecer la crisis de la paraestatal con objeto de justificar su apertura al capital privado sin las restricciones actuales.
No son ajenas a tales designios las consistentes presiones de la comunidad financiera internacional, que cobraron carta de naturalidad a partir de la crisis económica de 1982 provocada por la caída en los precios del petróleo, y, sobre todo, con la crisis económica de 1994-1995.
La autonomía relativa del Estado mexicano ha venido declinando desde entonces. Hoy somos el principal socio y aliado latinoamericano del imperio.
La virtual privatización de importantes áreas en Pemex mediante los Contratos de Servicios Múltiples, y ahora posiblemente con los contratos de riesgo para extraer crudo en las aguas profundas del Golfo de México, en contradicción con el texto constitucional, su costoso financiamiento privado mediante los Pidiregas, así como la fuerte participación del capital privado en la generación de energía eléctrica, forman parte de los planes geoestratégicos de Washington.
Dejando atrás su bajo perfil en torno al tema petrolero, el Presidente Felipe Calderón defendió el diagnóstico gubernamental expuesto un día antes por Kessel y Reyes Heroles.
Ahí citó un dicho del escritor jalisciense Juan José Arreola, sin tener idea de en que contexto y circunstancia lo dijo: "México necesita que ya no haya líderes importantes ni dirigentes de multitudes, sino que cada hombre sea capaz de conducirse a sí mismo."
Fue obvia la dedicatoria presidencial al liderazgo multitudinario de Andrés Manuel López Obrador, "esa piedra" en el zapato que no lo deja caminar en paz.
El cuestionado Secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, ha estado muy activo recibiendo a los gobernadores priistas o visitándolos en sus estados.
Propagándose la especie de que diputados del PRI de estados petroleros apoyarían la iniciativa de reforma energética, que todo indica presentarán los legisladores del PAN, con la intención de suavizar los costos políticos para el presidente de no prosperar aquélla.
Sin embargo durante la 51 sesión del Consejo Político Nacional priista celebrado en Boca del Río, Veracruz (5/04/008), la presidenta del PRI, Beatriz Paredes, se desmarcó de las proyecciones y premuras presidenciales buscando establecer un control sobre los legisladores de su partido.
"El PRI, dijo, está por encima de la urgencia de la derecha por forzar, a través de los diagnósticos catastrofistas, decisiones anti históricas que enajenan el patrimonio de la nación."
Previamente, al presentar Kessel y Reyes Heroles el Diagnóstico: situación de Pemex, ante los diputados del PRI, éstos rechazaron unánimemente el contenido del informe, calificándolo de catastrofista. Carlos Rojas, presidente de la Fundación Colosio, quiso marcar un deslinde programático con los gobiernos panistas, y cuestionó:
¿Qué hicieron, qué le pasó a Pemex, cuando en el año 2000 era la empresa número seis del mundo y ahora es la undécima? ¿qué hicieron con más de 45 mil millones de dólares provenientes de los excedentes petroleros? ¿quién tomó esas decisiones?
Contrariado por la descalificación priista al Diagnóstico Gubernamental sobre Pemex, Calderón acusó a sus detractores de pretender "esconder la cabeza en la arena" y se pronunció por primera vez sin medias tintas por un nuevo marco regulatorio que permita a Pemex expandir rápidamente "su capacidad de refinación con inversión propia y complementaria".
El asunto del tesoro escondido en el fondo del mar quedó relegado por razones "tácticas". Al parecer en Los Pinos se conformaron ya con una reforma adelgazada capaz de concitar el apoyo de diputados del PRI para alcanzar la mayoría absoluta.
La cual podría hacer que la movilización lópezobradorista en defensa del Petróleo pierda vigor en paralelo con la profunda crisis de credibilidad que atraviesa el PRD.

dmartinbara@hotmail.com