Oaxaca es el tercer estado más pobre del país, sólo superado por Chiapas y Guerrero, cerca de un veinte por ciento de su población no habla español sólo lengua indígena.
01 noviembre 2006
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Abigauil Bello
Desafortunadamente en este país, la rebelión civil y la muerte de ciudadanos inocentes, han sido el camino que han transitado las comunidades más pobres de los estados de Oaxaca, Chiapas y Guerrero, entre otros, tratando de obligar a los gobiernos a que pongan atención y tomen medidas frente sus problemas estructurales de pobreza extrema y marginación, que les generan altas tasas de desnutrición, analfabetismo,mortalidad infantil,migración,discriminación, desempleo y empleo precario.Hoy Oaxaca, al igual que Chiapas hace 12 años es tema de interés nacional e internacional, no por su trascendencia histórica, ni bellezas naturales y arquitectónicas, que las tiene en abundancia, sino porque la rebelión magisterial y ciudadana, el cacicazgo y la negativa de Ulises Ruiz de abandonar un cargo de gobernador que no ejerce, han costado cerca de dos docenas de vidas, entre ellas la del camarógrafo estadounidense Bradley Roland.
Mucho se ha dicho que el conflicto de Oaxaca, originado por una demanda de rezonificación salarial y prestaciones laborales de los maestros, al desatenderse por el gobierno federal y reprimirse por el gobierno estatal, se dejó crecer hasta llegar a un callejón sin salida; en realidad, aunque no compartamos los estilos y los métodos de lucha de los dirigentes de la APPO, la insurrección de Oaxaca tiene fundamentos y más tarde o más temprano iba a desbordarse el descontento social acumulado contra un gobierno federal que los tiene en el abandono y gobiernos estatales que insisten en mantener el control mediante la impunidad, la corrupción y los cacicazgos.
Oaxaca es el tercer estado más pobre del país, sólo superado por Chiapas y Guerrero, cerca de un veinte por ciento de su población no habla español sólo lengua indígena, desde hace siglos en esa entidad hay discriminación y explotación contra la mayor parte de su población, con grandes rezagos en alimentación, vivienda, salud, educación y empleo.
Contrariamente a la pobreza extrema que padece gran parte de su población, Oaxaca, al igual que varios estados del Sureste, es un estado con gran abundancia de recursos naturales y potencialmente fuerte, pero sigue prevaleciendo en ellos la explotación y discriminación a los indígenas y a la población pobre similar a la época colonial, y una extrema desigualdad acentuada por una injusta distribución de su riqueza.
México es tan desigual que contrariamente a lo que se supone, no son los estados del norte los que aportan más riqueza al país, sino los estados más pobres del sur, donde vive la población más marginada y con mayor precariedad como Oaxaca, son los que aportan más recursos económicos, porque tienen petróleo el cual constituye hasta hoy la principal fuente de divisas en el país. Además, tienen una alta emigración a los Estados Unidos, y las divisas que ingresan por las remesas de los mexicanos que cruzan la frontera es la segunda fuente de ingresos del país después del petróleo.
La paradoja de México es que la economía la sostienen fundamentalmente los estados más pobres con el petróleo y las familias más necesitadas que van a los Estados Unidos en busca de un sostén y un futuro que en su país no encuentran. Por ejemplo, a pesar de la riqueza que presumimos los sinaloenses somos deficitarios en lo que respecta a los ingresos federales que aportamos y los que recibimos, no es el caso de los estados del sureste que tienen petróleo.
De igual manera si revisamos la economía estatal, son mayores los ingresos con motivo de las remesas que envían los sinaloenses de familias pobres que se van a vivir a los Estados Unidos que lo que aportan los productores de hortalizas, y comparemos el trato y la atención que da el gobierno estatal y federal a los hortaliceros y el que da a las familias de emigrantes en Norteamérica.
Lo mismo pasa en Oaxaca y en general en el país, el gobierno ha desatendido en todos los niveles a los estados y sectores más pobres, a pesar de que paradójicamente son esas entidades las que le significan y aportan los principales recursos. En otras palabras, en Oaxaca y Chiapas hay pobreza extrema porque la riqueza de esos estados se concentra en poquísimas manos, porque se margina y se explota a la mayoría de sus habitantes, y porque el dinero que se obtiene del petróleo los gobiernos no lo utilizan para generar mejor calidad de vida a la mayoría de su población.
Además, han padecido la impunidad y los cacicazgos de gobiernos priistas que se resisten a morir, porque con ellos, los menos han acumulado inmensas fortunas a costa de la pobreza de muchos. Esos son los problemas de Oaxaca, con APPO o sin ella, la población hoy está expresando su ira, su impotencia y su deseo de ser tomados en cuenta. El PRI desafortunadamente no aprende la lección y se aferra a sostener a un cadáver político que sintetiza los peores estilos de gobierno. Le hacen daño a Oaxaca, pero también se entierran ellos.