Orígenes de la delincuencia

Guillermo Osuna Hi
03 febrero 2015

""

Definitivamente nuestros políticos no han enten­dido nada. El País se está desmoronando y ellos siguen sólo preocupados por su hueso personal.
Por ejemplo, les parece que es noticia cuando un Diputado decide no lanzarse para Gobernador; un Senador decide abandonar su par­tido político; o algunos militantes se engarzan en pleitos al interior del suyo. Entonces hacen confe­rencias de prensa y declaraciones y medio mundo los entrevista.
Y es que, como esas tonterías son más fáciles de recoger que lo que hay que buscar e investigar en serio, entonces esos "anun­cios" terminan por convertirse en noticia.
Pero yo me pregunto, ¿por qué son noticias? ¿A quién le interesa y en qué afecta a los ciudadanos como usted y yo y como millones más?
En cambio, en un rincón de al­gún diario aparece una notita en la que cuentan que el servicio de hemodiálisis de un hospital del ISSSTE está suspendido y que los enfermos deben peregrinar de un lado a otro de esta enorme y complicada ciudad a ver cuál clínica les hace el favor de darles su tratamiento.
¡Y eso sí que es noticia! Porque son montones de ciudadanos que requieren este servicio, porque las personas que necesitan diáli­sis corren peligro de muerte si la dejan de hacer, y porque ello afecta a familias enteras que tienen que hacerse cargo de su pariente y lle­varlo y traerlo dejando de trabajar o de atender sus asuntos.
Pero nuestros "representantes" parecen no verlo así. Como afirma Javier Marías, uno de los "dogmas" de la actualidad consiste en pensar que lo que a mí me sucede, lo que yo hago o digo es lo más importante, "es un acontecimiento histórico". "Da la impresión -apunta el escri­tor español- que las personas nece­sitan contar con espectadores de todas sus actividades, hasta de las más vulgares. Un síntoma más de la puerilización del mundo".
El problema es que más allá de que sea pueril y de que no nos interese y hasta nos dé flojera, el hecho pone sobre la mesa nuestra realidad, en la que siempre se deja de lado lo importante.
Porque mientras millones de pesos van a sueldos, prestaciones y publicidad para esos políticos (¡véase nada más lo que están ha­ciendo los del IFAI! ¡Véase nada más los 5 mil millones de pesos que este año les van a dar a los partidos!), resulta que no hay dinero para lo verdaderamente fundamental.
Por ejemplo, en el caso men­cionado, la explicación que dio el director del ISSSTE fue que: "Du­rante años el organismo dejó de invertir en el mantenimiento de las instalaciones... Que no se les había hecho nada en más de 40 años".
¿Y por qué sucedió esto? Pues porque a nadie le interesa dar di­nero ni ocuparse de hacer lo que no luce en los informes de labores.
Esto explica que tantas escue­las públicas se estén cayendo, que en tantos hospitales no funcionan las máquinas o sean muy viejas, que haya tantas calles y caminos llenos de baches, luminarias que no prenden, y suma y sigue, todo lo que nunca recibe mantenimiento.
Parte el alma ver imágenes de cómo viven los jóvenes en la Nor­mal Rural de Ayotzinapa, las con­diciones de clínicas en las que no hay ropa de cama ni papel higiéni­co, las calles de tierra encharcadas donde vivía el periodista asesinado en Veracruz. Ofende que a los poli­cías no sólo les paguen muy poco, sino que encima tarden semanas en entregarles sus sueldos y agui­naldos o que a las instituciones de cultura no les entreguen su pre­supuesto, de por sí magro hasta la desesperación. Tan sólo en 2014 quebraron más de millón y medio de negocios, el dato es del Inegi.
No es necesario decirlo, pero va: estas son las situaciones que explican la violencia en México, pues, ¿de qué quieren que vivan las personas? Y, ¿hasta dónde se puede tolerar tanta humillación e indignidad?
Pero los que gobiernan no lo entienden. De verdad creen que el tema son ellos y sus campañas y sus elecciones y sus pleitos y sus cambios de partido.
Escritora e investigadora en la UNAMsarasef@prodigy.net.mxwww.sarasefchovich.com