Raúl Salinas, Carlos Cabal Peniche, Ángel Isidoro Rodríguez, Jorge Lankenau, son algunos de los personajes que han alcanzado su libertad en el sexenio foxista evadiendo la justicia, a pesar del daño patrimonial que causaron con sus acciones en
29 diciembre 2005
""
Roberto Tirado Picos
Este sexenio bien podría ser conocido como el de "los inocentes", no sólo por las inocentadas del Presidente Vicente Fox y su gabinete, sino por la salida de la cárcel de personajes que, con una carrera de corrupción, marcaron la política nacional, principalmente en el Gobierno de Carlos Salinas de Gortari.Raúl Salinas, Carlos Cabal Peniche, Ángel Isidoro Rodríguez, Jorge Lankenau, son algunos de los personajes que han alcanzado su libertad en el sexenio foxista evadiendo la justicia, a pesar del daño patrimonial que causaron con sus acciones en distintas áreas gubernamentales o aliados con funcionarios.
Al pisar la calle, cada uno de ellos se declaró inocente y víctima de venganzas políticas. Al parecer, en este gobierno, que se proclamó como adalid en la lucha contra la corrupción, los arropó hasta lograr su libertad.
Raúl Salinas dijo en su momento que él era una víctima del Gobierno de Ernesto Zedillo y, bajo ese argumento, sus abogados, por cierto de los más caros en el país, esgrimieron pruebas que lo exculpaban del asesinato de su cuñado José Francisco Ruíz Massier y de riqueza inexplicable.
Amparado en el silogismo de "falta de pruebas" y del respeto a la autonomía del Poder Judicial, el actual gobierno dejó que la familia Salinas actuara con la cartera en la mano para desahogar cualquier testimonio en contra y desdeñar así todas las acusaciones que había en contra del "hermano incómodo".
La libertad de Raúl Salinas vino aparejada de una serie de negociaciones con el Gobierno foxista, encabezadas nada más y nada menos que por Carlos Salinas, quien apoyó las reformas hacendaria y energética que se intentaron aprobar desde Los Pinos.
El mensaje de la salida de Raúl Salinas, luego de 10 años de cárcel en el Estado de México, tras el pago de una fianza de 32 millones de pesos, fue que la impunidad política cobraba nuevos bríos en el foxismo.
La vergüenza social creció cuando nos enteramos que, al mismo tiempo que en México se le declaraba inocente, en Francia lo solicitaban para declarar por su presunta participación en el lavado de dinero de 160 millones de dólares en bancos suizos.
Sonriente, a los pocos días de su libertad, Raúl Salinas agradeció a sus amigos por su libertad, entre ellos a Joaquín López-Dóriga.
El caso del ex empresario Carlos Cabal también irritó a la sociedad, cuando vio que, por su exoneración, se pagaban fianzas millonarias, a pesar de haber sido acusado de 12 delitos diferentes.
Cabal, ex dueño de Banca Cremi y amigo cercano de Roberto Madrazo, acusado de fraude, fue liberado en 2001, luego de haber pagado una fianza de 4 mil 726 millones de pesos, con lo que evitó pisar la cárcel.
Jorge Lankenau, preso desde el 17 de noviembre de 1997 por un presunto fraude bancario estimado en 170 millones de pesos, salió libre del penal de Topo Chico, Monterrey, luego de haber pagado una fianza de 60 millones de pesos.
Pero no sólo de las cárceles federales han salido personajes manchados por la corrupción. En el Distrito Federal tenemos dos casos: el de René Bejarano y el de Alejandra Barrios, ambos dirigentes de asociaciones populares, a través de las cuales han obtenido prebendas, poder y dinero.
Todos estos casos, y otros más como el de Ángel Isidoro Rodríguez, "El Divino", muestran el grave problema de la selectividad de la justicia y los márgenes de impunidad para aquellos que poseen recursos millonarios para evadirla a través de los mecanismos, lagunas, que existen en las leyes.
Cuando esto ocurre en una sociedad como la mexicana, se evidencia el subdesarrollo político, social y cultural de todo un país, pero sobre todo de su clase gobernante, que hace del poder económico su principal forma de evadir las leyes.
Porque si a esta clase que gobierna y manda se le permite la impunidad, a otros, la mayoría, se le aplica sin miramientos, como el caso de Lydia Cacho quien, por haber publicado el caso de pederastia de un grupo de empresarios y políticos, ahora es perseguida por la justicia en Puebla.
Dicho sea de paso, esta información de abuso infantil ya se había publicado en otros medios como Proceso, y sólo hasta que se difundió como un libro y lo retomó la televisión, las repercusiones fueron mayores.
Al margen de esta situación, es evidente que la impunidad de empresarios y políticos corruptos como los antes mencionados, es uno de los principales lastres para alcanzar la transición democrática.
El día en que estos "inocentes" sean tratados como son, como delincuentes, comenzará a gestarse el cambio que requiere México.