Según McLuhan 'Somos lo que vemos'. Esto es verdad cuando el medio es la trasmisión de la imagen. Pero no debe despreciarse la posibilidad de que el mensaje intente modificar la conducta del que lee, escucha o ve. En tal caso se debe ser muy elem

07 marzo 2006

""

Manuel Antonio Díaz Cid

Están anunciados cuatro debates, entre los candidatos a la Presidencia de la República, que se llevarán a cabo los días 28 de marzo, 25 de abril, 30 de mayo y 20 de junio.
Comentaré cuál sería la estrategia de mi participación si yo fuera candidato del PRI, del PAN o del PRD.
En artículo anterior cubrí el terreno anteriormente expuesto por McLuhan de que: "El medio es el mensaje". En otras palabras de que en televisión la imagen es determinante, luego entonces el candidato habrá de aparecer maquillado, peinado de salón, confiado, sonriente y ágil en sus respuestas aunque el contenido de las mismas no corresponda exactamente a los planteamientos que se le hicieren.
Decía McLuhan que: "Somos lo que vemos". Especialmente cierto cuando el medio es la trasmisión de la imagen. Sin embargo, no debe despreciarse la posibilidad de que el mensaje intente modificar la conducta del que lee, escucha o ve. En tal caso se debe ser muy elemental en el contenido que se trasmite.
Ejemplo, de llegar a preguntarse al candidato que si qué piensa de las relaciones prematrimoniales en que se gasta la juventud actual, jamás podrá ponderar y deliberar en público sobre las implicaciones culturales de esta conducta. Se vería confundido y trasmitiría, como dicen los jóvenes, mala vibra.
Bien que cabría afirmar que las relaciones entre dos personas es asunto de ellos y de nadie más, o que les recomendaría practicar sexo seguro o cualquiera otra respuesta sincera pero comprometedora, el candidato con cara seria y preocupada mejor conteste una perogrullada y que no lo saquen de ella.
Deberá asegurar que para él los altos valores morales son custodia de la familia mexicana. No es lo que se le pregunta pero si el inquisidor persiste se le respondería con firmeza, y hasta indignidad, que las madres mexicanas son el baluarte de la familia. Desde luego que la conducta que se pretende inducir es el voto del ciudadano no en las encuestas sino el día de la elección.
Si estos son los términos en que se darán los debates qué entonces tendrían que presentar los candidatos actuales.
Si fuera Madrazo aprovecharía para enumerar los avances económicos y sociales logrados por el PRI en setenta años de gobierno. El Seguro Social, el Infonavit, el libro de texto gratuito, la educación impartida en primarias, secundarias, preparatorias y universidades públicas, la infraestructura física de carreteras, presas, urbanizaciones y por último la inserción del país al mundo occidental moderno. Insistiría en que la corrupción es flaqueza humana y es problema de todos y que la ineficiencia se ha hecho más palpable con el famoso cambio que el PAN no logró.
Si fuera el candidato del PAN afirmaría que fueron las propuestas de este partido las que llevaron al gobierno, después de mucha resistencia, a legislar para crear las instituciones de que alardea. Que nunca como hoy se han dado las premisas constitucionales: respeto de las garantías individuales, autonomía de los Estados y de los poderes de la Federación y así. Que es necesario repetir la administración panista para garantizar la consolidación del proyecto de verdadera República.
Insistiría en que el populismo de la "Docena Trágica" está a la vuelta de la esquina si el ciudadano opta por reinstalar la corrupción e ineficiencia del PRI o peor aún por ensayar gobierno con el irresponsable PRD.
Si fuera el candidato del PRD no asistiría a los debates. No solamente a uno, como ha aceptado Andrés Manuel, sino a ninguno. Cuando ante las cámaras, Diego se enfrentó a Andrés Manuel todos pensábamos que el viejo parlamentario se lo comería vivo. Menuda sorpresa. Andrés Manuel lo sorprende insultándolo agresivamente en lo personal y el ensoberbecido y engreído Diego enmudeció. No podía dar crédito a que alguien lo ofendiera de tal manera. Difícilmente Andrés Manuel volverá a sorprender a nadie.
Los debates a quien menos le convienen es al que lleva amplia delantera en la preferencia anticipada de los ciudadanos: no le convienen a Andrés Manuel. En caso de que la propaganda para promocionar los debates le obligara a asistir me concentraría en trasmitir un mensaje a las clases medias y altas diciéndoles: para que sigan haciendo sus negocios y para que gocen de sus bienes con tranquilidad necesitan apaciguar las inquietudes sociales.
Necesitan pensar en los pobres, en los marginados y en los desempleados. Las políticas de alto empleo y de asistencia social no serán baratas pero solamente ellas les garantizarán la bonanza de que ahora gozan. Vivir en su entorno, bajo las reglas y los valores que conocen y en las comunidades que los aprecian solamente será posible si: Por el bien de todos, primero los pobres.
Hace seis años hubo debates. El que mejor se condujo fue Rincón Gallardo. No consiguió más votos por este hecho pero sí nos dejó la sospecha de si no serán la Mercado o Campa los que saldrán mejor librados de la confrontación venidera.