Si el PRI, después de gozar más de 70 años en el poder se desgastó a tal grado que obtuvo menos del 25 por ciento de la última elección presidencial, el PAN, en tan sólo poco más de seis años en la silla presidencial, está exhibiendo un d

20 enero 2007

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Noroeste / Pedro Guevara

La vida de un partido político incumbe a la ciudadanía en general y no tan sólo a sus integrantes. Esto no quiere decir que cualquier ciudadano va a intervenir en sus asuntos internos, sino que debe reclamarle apego a los principios democráticos que proclama; porque, finalmente, un instituto político, sostenido con recursos públicos, debe entregar cuentas financieras, legales y éticas, tanto a los organismos públicos que los regulan como a la ciudadanía en general.
¿Es diferente un partido en su vida interna a cuando gobierna? No. Es decir, si un partido practica una vida interna conflictiva y antidemocrática, en el momento en el llegue a gobernar no será distinto; e incluso, puede afirmarse sin equivocación, que será aun menos democrático porque el poder de Estado suele impeler a los individuos que lo administran a abusar del poder.
El objetivo de todo partido político es el poder, extraviaría su naturaleza sino lo buscara; pero la paradoja es que el partido fuera del poder critica los excesos de éste, pero instalado en él los cultiva.
Al menos en México, se cumple una regla de oro: a mayor cercanía o práctica del poder, mayor es la tendencia a alejarse de la democracia. Por lo menos hasta los inicios del nuevo siglo, los mexicanos no hemos podido consolidar una sociedad plenamente democrática. Exhibimos debilidades permanentes y tentaciones excesivas para monopolizarlo.
La cultura política a la que llamábamos priista, en realidad es, el rotundo presente lo demuestra, una cultura política nacional. En mayor o menor medida, ningún partido mexicano está exento de prácticas antidemocráticas, corruptelas, burocratismo y abuso del poder. Y lo mismo sucede con los organismos electorales.
En realidad, la mayor parte del alma nacional está contaminada de una filosofía del poder que ve en él la oportunidad para abusar y dominar.
Si el PRI, después de gozar más de setenta años en el poder, se desgastó a tal grado que obtuvo menos del 25 por ciento de la última elección presidencial, el PAN, en tan sólo poco más de seis años en la silla presidencial, está exhibiendo un desgaste más acelerado.
No es excesivo decir que la desrielada panista obedece no tan solo a que ya ejerce el poder, sino también a que, sus nuevos militantes y dirigentes, pertenecen a una generación con valores políticos y sociales reñidos con la mística y la ética de un grupo de viejos hombres y mujeres con vocación republicana.
La filosofía republicana, es decir la creencia en la lucha política que tiene como objetivo el servir a una causa que subordina los apetitos privados en pos del bien común, prácticamente ya no existe en el PAN ni en ningún otro partido.
La crisis valórica del mundo contemporáneo, en el que las viejas creencias están siendo demolidas por el arrasador pragmatismo del interés inmediato e individualista, en una sociedad con cada vez menos oportunidades de progreso incluyente, socava cualquier ideal.
Los panistas creían lejanas las vendettas, traiciones, noches de cuchillos largos, y cianuros en las bebidas de los compañeros de mesa; pero que va: su historia, aunque corta, es abundante.
El recuento de los últimos meses ya lo han hecho otros articulistas en estas mismas páginas, pero el caso de Yucatán, a pesar de no haber corrido la sangre como en Guerrero, amerita mayores comentarios.
En esta ancestral tierra de matemáticos y astrónomos, pero también de caciques y elites insoportablemente arrogantes y racistas (¡la nueva casta divina!), el PAN obtuvo una de sus primeras victorias políticas de relevancia en los años sesenta cuando se posesionó de la alcaldía meridense. El PAN Yucateco ha sido un bastión panista de varias décadas. No en balde ahí nació Carlos Pastillo Peraza, uno de sus más destacados intelectuales y dirigentes a lo largo de su historia.
Cuando el PAN no pintaba en ningún lado, sus militantes yucatecos le daban la pelea al PRI. Y miren que no era cualquier cosa enfrentar a Víctor Cervera Pacheco, uno de los caciques más mañosos y feroces del largo historial tricolor. Pues ahí, Ana Rosa Payán era una de sus militantes más convencidas y entregadas. Pocas mujeres tan aguerridas como ella.
Bueno, pues a esta mujer que militó veinte tres años en el albiazul, le cometieron chanchullo panistas de nuevo cuño en la elección interna, aparentemente apoyados desde la gubernatura y Los Pinos, y prefirió renunciar al partido de sus amores. "Bien lo van a pagar en las urnas lo que hicieron", les dijo Payán a los fraudulentos cuando renunció. Luego de que en las elecciones internas del 17 de diciembre, Xavier Abreu Sierra fuera elegido candidato del PAN para los comicios estatales del 20 de mayo próximo, Cervera interpuso un recurso de inconformidad ante el Comité Directivo Estatal (CDE), con el argumento de que el proceso interno fue manipulado por militantes cercanos al gobierno del Patricio Patrón Laviada, pero éste fue considerado improcedente.
Payán, al anunciar la formación de un Frente Amplio Ciudadano, el pasado miércoles, dijo que regresaba "a la sociedad para seguir luchando desde cualquier trinchera para contribuir con mi granito de arena para que este país más temprano que tarde viva el verdadero cambio, donde sean la justicia, el orden, la transparencia y los procesos democráticos mis banderas de siempre. Hoy que el PAN está cambiando principios por votos, es hora de volver a empezar en otra trinchera, la de la sociedad".
Cuando se fraguaba el fraude, el 7 de noviembre, el periodista Carlos A. Sarabia Barrera, escribió en la Revista Peninsular: "Empecemos recordando que para tener bajo su control las estructuras estatales, municipales y partidistas, para arrollar a sus rivales internos y quedarse dueños, amos y señores del partido, y para calmar su inmensa ambición y sed de poder; tan pronto asumieron la gubernatura, los patricistas iniciaron fuerte campaña de afiliación masiva que elevó el número de militantes hasta 12 mil, la mayoría ex priistas que no cubren los requisitos indispensables para ser afiliados. Neopanistas, ´panistas creados al vapor´ con la finalidad de servir y fortalecer al patricismo. Muchos eran conocidísimos corruptos que buscaban (y la encontraron) la protección del PAN para seguir mangoneando sus comunidades y lucrar con el dinero del pueblo. Amparados por los patricistas, los priistas pintados de azul volvieron por sus fueros y aprovecharon su influencia sobre la gente para fungir como operadores de sus nuevos patrones en las comunidades del interior del Estado. Para ellos no habría obstáculos, siempre y cuando se comprometieran a votar por los candidatos del grupo dominante; mientras que los identificados con corrientes rivales, especialmente con Ana Rosa Payán, vieron traspapeladas sus solicitudes de admisión. Desconocedores de los valores panistas, doblegaron la conciencia de la mayoría y se burlaron de la dignidad de la militancia, tomando decisiones, desde el mismísimo Palacio de Gobierno, a espaldas de las bases y de las cabezas de las corrientes rivales. Dedazos e imposiciones se hicieron norma en el partido. Sustituyeron la autoridad de las estructuras partidistas y de la misma militancia, y Patricio pasó a ser el ´gran elector´. Los patricistas han hecho del PAN yucateco un pequeño PRI, lo han priizado en aras del control total, con todos los defectos y mañas del ex partidazo".
Julio Castillo López, hijo de Carlos Castillo Peraza, y también militante del PAN, entrevistado por el diario Milenio (18-1-07), piensa, al igual que la mayoría de los analistas que hablan del caso, que éste es uno más de los desencuentros de Felipe Calderón y Manuel Espino, el presidente del partido a nivel nacional, en el que participan otros importantes personajes como Patricio Patrón Laviada, el Gobernador de Yucatán, y aliado de Calderón Hinojosa, así como Santiago Creel, cercano a Ana Rosa Payán.
A pesar de lo anterior, y que la señora Payán es amiga cercana de Vicente y Marta Fox, parece gozar de plena autonomía en sus decisiones porque ha iniciado un acercamiento con la coalición PRD-PT-Convergencia, para ser su candidata a gobernadora.
Este caso, como varios que se agitan en otras partes del país, anuncia no tan solo una crisis valórica del PAN, sino de la política nacional.
¿Hacia dónde caminará el país?