¿Somos en verdad independientes? La psicología sostiene que una persona, para desarrollarse adecuadamente, necesita vivir un grado óptimo de independencia.
17 septiembre 2008
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¿In-dependientes?1. Cuentan del marido que, después de visitar a su padre enfermo y conectado a varios aparatos, solicitó a su esposa que, en caso de sufrir él la misma situación, no permitiera que se le enchufara. No quería morir ligado a tanto instrumento técnico. Obediente, la señora procedió a quitarle a su esposo los dos celulares, la laptop y la computadora fija, el iPod, el cable de televisión, y el vaso de whisky en las rocas que traía permanentemente en su mano.
2. La anécdota nos permite reflexionar sobre este fenómeno socio-cultural tan pintoresco que es la independencia. El pasado lunes por la noche, entre lluvias y bombas, con la presencia cada vez más creciente de la violencia en todas sus formas, con la amenaza de cambios climáticos catastróficos, con una población dividida como nunca, y con una economía a punto de caer en el desequilibrio total, dimos el famoso grito de independencia.
3. ¿Somos en verdad independientes? La psicología sostiene que una persona, para desarrollarse adecuadamente, necesita vivir un grado óptimo de independencia. No podemos serlo en absoluto pues, gregarios como somos, nos necesitamos no sólo para satisfacer necesidades físicas, sino para fortalecer elementos no materiales como el amor, la felicidad, la autoestima. La madurez, entonces, exige una sana interdependencia.
4. De nuevo: ¿qué tan independientes somos? Ahora sabemos que las dependencias, o codependencias como afirman elegantemente los científicos del alma, no son sólo económicas o políticas. México, es cierto, depende en su comercio exterior de los EU, y las decisiones que toman nuestros gobernantes siempre cuidan que no nos metan en problemas con países poderosos, de quienes dependemos para mantener la paz social.
5. Pero existen otras dependencias. La de objetos, por ejemplo, que condiciona nuestra manera de obrar, de amar inclusive. La dependencia afectiva es cada vez más frecuente y, la más desgarradora, la que se vincula a las drogas. Las adicciones están creciendo a velocidades geométricas, y cada día somos testigos de las tragedias familiares y sociales que está causando el narcotráfico en todo el territorio nacional.
6. Por ello: ¿tiene sentido un grito que busca no recuperar Texas o subir el PIB; tampoco reformar la industria petrolera o evaluar la actuación del gabinete presidencial? El evento grito de independencia es, más bien, una oportunidad para estar en bola, para comprar banderas mexicanas pero hechas en China y para arrojarnos en los brazos de un descanso alienante, ensordecedor, alcoholizado y, por lo mismo, esclavizante.
7. El grito de la independencia refuerza, con más folklore que contenidos y realizaciones concretas, nuestra necesaria mexicanidad. El estallido social que significa gritar es parte de nuestro obligado desahogo. Pero, en vez de gritar, desfilar, ondear banderas y presumir "a los héroes que nos dieron patria", nos haría muy bien asumir nuestra necesaria interdependencia, y liberarnos y liberar a este país de sus esclavitudes.
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