Una vez logrado su objetivo en el año 2000, el PAN se apropia de las formas priistas de hacer política, lo cual facilita el entendimiento con el tricolor, y coloca al PRD como su enemigo principal.
19 agosto 2006
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Noroeste / Pedro Guevara
Si en 2006, acaso a alguien le quedaba duda que hay más coincidencias ideológicas y políticas entre el PAN y el PRI, que entre el PRI y el PRD, que deje la inocencia por un lado y volteé a Puebla, Oaxaca y Chiapas para reconocer que la vida es más impura que lo que dictan los catecismos partidarios y las viejas creencias.Después de la muerte de Manuel Clouthier del Rincón, los dirigentes políticos del PAN, entre los que sobresalían Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez y Diego Fernández de Cevallos, iniciaron el acercamiento ideológico y político del PAN al PRI de Salinas de Gortari.
A partir de ahí, juntos, fueron los impulsores centrales de la remodelación jurídica, política e ideológica del Estado mexicano que modificó los aspectos fundamentales que había heredado la Revolución de 1910.
Hubo desencuentros, distanciamientos y contradicciones en ciertas arenas de la disputa del poder político, tanto a nivel federal, como estatal o municipal, pero el gusto por la misma filosofía económica ha sostenido las avenencias.
Los artífices más destacados de esta hermanamiento, que algunos parece contra natura, han sido por parte del PRI, Carlos Salinas de Gortari y Elba Esther Gordillo, y por parte del PAN, Diego Fernández de Cevallos, Felipe Calderón, Vicente Fox y Manuel Espino.
En la tradición panista el enemigo irreconciliable tanto en el plano ideológico como en el político era el PRI; visto en el imaginario albiazul como la misma representación de Satanás. En la tradición priista, el enemigo histórico eran los panistas, hijos del sinarquismo y la beatería antirrevolucionaria. Pero esas visiones tradicionalistas han sido desdibujadas por el paso del tiempo, las pertenencias sociales semejantes y la coincidencia de fines societarios.
Si el PAN veía al PRI como enemigo era porque hasta 1988 el partido fundado por Plutarco Elías Calles, aunque con otro nombre, defendía un ideario que chocaba frontalmente con la doctrina de Manuel Gómez Morín, y también porque las prácticas políticas del partido del régimen eran antidemocráticas. El PAN se veía como el partido de la democracia y del liberalismo económico, aunque en el plano cultural siempre fuera conservador.
Si el PRI veía al PAN como su enemigo era porque éste desde que surgió en 1939 se opuso a las tesis y acciones principales del régimen postrevolucionario, y porque lo veía como un aliado de las fuerzas sociales, religiosas y culturales más conservadoras de la sociedad mexicana.
El PRI se veía como el partido de los "revolucionarios" y veía al PAN como el partido de los "reaccionarios".
Los ideólogos del PAN, ya fueren finos o vulgares, vieron en el PRI la defensa del "socialismo", el "ateísmo", el "estatismo" o el "populismo". Los ideólogos del PRI y su base militante vieron en el PAN el baluarte de la "reacción", la "mochería", el "pro yanquismo", etc.
Al ir desapareciendo las tesis de la Revolución Mexicana en el PRI, el PAN fue mutando sus aversiones al PRD heredero ideológico de ese gran movimiento histórico. Mientras el PRI tuvo la Presidencia de la República, sostenido por un régimen antidemocrático, el principal objetivo del PAN fue desplazar al viejo partido del poder, aunque llegase a ciertos acuerdos con él de 1988 en adelante.
Una vez logrado su objetivo en el año 2000, el PAN se apropia de las formas priistas de hacer política, lo cual facilita el entendimiento con el tricolor, y coloca al PRD como su enemigo principal porque este reencarna la ideología que históricamente ha combatido desde su nacimiento.
El PAN en el poder recupera muchas de las prácticas del partido del régimen, corporativismo, clientelismo político, influyentismo, nepotismo, corrupción y manipulación de las instituciones electorales. El partido blanquiazul se convierte en un híbrido de prácticas predominantemente democráticas a su interior y de usos cada menos democráticos hacia el exterior.
El PAN, en términos programáticos, deja de representar en lo fundamental a las clases medias y pequeños y medianos capitales, y se convierte en el principal representante partidario de las grandes empresas nacionales y extranjeras.
El PRI en este juego de representaciones queda relegado a un segundo plano, sobre todo a partir de las más recientes elecciones.
En el escenario de severos reacomodos ideológicos y políticos, que se dan en el marco de profundos cambios en las estructuras económicas y sociales del país, el PAN y las cúpulas dirigentes del PRI comparten una misma visión de Estado y filosofía económica que los lleva a ver como principal contrincante al PRD.
Las más recientes elecciones presidenciales confirman que, en lo esencial, hay dos grandes proyectos societarios que dominan la escena política del país: el que han construido de 1988 el PRI y el PAN, y el que defiende centralmente el PRD.
Los pasos que están dando el blanquiazul y el tricolor en Puebla, Oaxaca y Chiapas anticipan a lo que sucederá por norma en las cámaras de diputados y senadores: una alianza entre el PAN y el PRI para "acotar" al PRD.
En el estado de los camotes y la abundancia de iglesias católicas, el PAN le ha concedido su perdón a Mario Marín, el "gober precioso" y protector de pederastas a cambio de los votos que éste le concedió a Calderón el 2 de julio. ¿Dónde quedó la consecuencia ética y jurídica del PAN?
En Oaxaca, Acción Nacional, después de enfrentar agriamente en las elecciones a Ulises Ruiz, en alianza con el PRD y Convergencia Democrática, ahora le da su apoyo para mantenerlo en la Gubernatura porque encuentra simpatías del movimiento magisterial hacia el PRD. ¿Dónde quedó la consecuencia democrática?
En Chiapas, se justifica la alianza con el PRI, dice Manuel Espino, porque "Andrés Manuel y lo que representa es un peligro para México. Por lo mismo quisiéramos acotar esa expresión populista, reventadora de la estabilidad nacional que se quiere enseñorear en Chiapas". Y en su explicación de los nuevos tiempos y acuerdos entre el PRI y el PAN, agregó el máximo dirigente del PAN:
"Hoy seguramente don Manuel (Gómez Morín) reconocería que en el PRI hay mexicanos a los que valdría la pena abrirles las puertas del PAN. Aquí lo importante es ir a los principios, no aplicar una tesis que fue vigente en su momento a la realidad tan diferente de hoy". (La Jornada, 16 de agosto, 2006) ¿Dónde quedaron las críticas históricas al PRI; se quedaron hasta el 2 de julio?)
Tiene toda la razón Manuel Espino, ni el PRI ni el PAN son iguales a la época en la que vivió el fundador del blanquiazul. Antes eran antagónicamente diferentes; en la actualidad coinciden en sus proyectos económicos y sociales, y en sus prácticas políticas.
Si Manuel Gómez Morín y Lázaro Cárdenas se levantaran de sus tumbas no reconocerían a sus partidos. Son lo opuesto a lo que eran hace 67 años, para coincidir en las prácticas políticas del PRI, en el ideario económico del PAN fundador y en la remodelación del Estado. Las diferencias persistirán en las disputas por el gobierno en sus tres niveles, pero no en la concepción del Estado.
Por el contrario, el PRD significa para el PAN y el PRI el representante de otra forma de Estado y de otra filosofía económica, por esta razón habrá una alianza de largo aliento entre los antaño viejos rivales contra el único heredero ideológico de la Revolución Mexicana.
Feneció una etapa en la historia de México y empieza a formarse otra teniendo enfrente una barranca.