Vicente Fox, en Argentina, actuó mirando el destino; no se atropelló en las miserias que están impidiendo que América Latina vea sin complejos a E.U.
13 noviembre 2005
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El descrédito de la política se anida en la veleidad; en esa voluntad antojadiza de políticos sin convicción; en ese deseo vano de muchos buscadores del poder, animados sólo por el reparto del derecho, del erario como botín, sin asumir ninguna responsabilidad con las consecuencias de lo que se dice.El veleidoso puede tener el poder. La inconstancia se premia. Lo mudable triunfa. Ese político es un vulgar queda-bien, y no debe extrañar la desconfianza que produce. En la veleidad, el discurso del político no comunica, porque no define cuál es su deber, a dónde dirige su juramento.
Los que ayer sostuvieron una cosa, hoy aprecian la contraria y mañana se desdicen al ocupar los cargos para los que fueron elegidos. Nada los ata, todo es devaneo y aventura. Estos son unos ejemplos de esos disparates:
1. Muchos de los que buscan un candidato sin partido, sin colores, supuestamente libre, representante directo de la ciudadanía, personificación viva de la sociedad civil, pues allí tienen, en esta semana, varios a la vista: Alberto Fujimori y Hugo Chávez.
2. Fujimori es un buen ejemplo de esos políticos veleidosos, supuestamente eficaces, pero que en el poder no responden a nada ni a nadie. Ni siquiera a su partido, porque no lo tienen; mucho menos a una orientación ideológica, pues no la conocen.
Adoran al pragmatismo de hoy, aunque permanezca hipotecado el mañana. Fujimori tiene cuentas pendientes en Perú, porque en el poder hizo lo que le dio la gana. Armó un "movimiento social", algo así como unas Redes Ciudadanas, y se trepó en él. Después, poco importaron la violación de los derechos humanos o la corrupción.
El veleidoso no se considera delegado del pueblo para gobernar, sino símbolo indestructible de la esperanza de su pueblo.
3. Los mismos que reclaman al Gobierno mexicano la falta de pericia y control para atrapar a Fujimori en el aeropuerto de Tijuana, es de risa la explicación oficial de que no pisó tierra, son los mismos veleidosos que se oponen a que México participe en la promoción de una integración de todo el continente americano.
¿No sería más fácil homologar nuestros sistemas jurídicos para encarcelar, sin pretextos, a nuestros delincuentes? El crimen organizado en América Latina disfruta de la falta de integración de sus pueblos. Ni siquiera existe un solo documento, como en Europa, para ingresar al continente americano.
4. Vicente Fox, muchas veces veleidoso, ahora, en Argentina, dio una lección de firmeza. Se comportó como un jefe de Estado dispuesto a acordar un marco de convivencia entre todos los pueblos de América.
Los veleidosos que admiran el socialismo español, pero no lo conocen tendrán que reconocer que Felipe González no fue un lacayo del imperio estadounidense por haber metido a España en la OTAN y permitir a los estadounidense tener bases militares en su territorio, ni tampoco podrían tildarlo de cachorro de Alemania porque firmó la integración de España a la Unión europea.
5. A los que ayer se les cayó el Muro de Berlín y hoy quieren levantar uno con barreras de populismo en América Latina, les debemos advertir que la mundialización no tiene retorno. Nada es futuro y confianza en su veleidad demagógica.
El Gobierno de México ratificó, después de un proceso legislativo lentísimo porque el PRI se mostró veleidoso, el Tratado de Roma, que contiene el Estatuto jurídico de la Corte Penal Internacional, para poder capturar y procesar, entre otros, a los genocidas prófugos en el mundo.
Vicente Fox no atendió los reclamos y presiones del Gobierno de Estados Unidos para abstenerse de esa firma. Los veleidosos no entienden de ese compromiso de Fox en la tutela efectiva de los derechos humanos.
6. Los priistas veleidosos, críticos de Fox por pretender impulsar una integración americana, olvidan que ayer, cuando se les ordenó defender la integración, solamente comercial, con América del Norte, con el Tratado de Libre Comercio, olvidaron a los migrantes mexicanos en sus negocios con Bush padre.
Entonces éramos buenos socios con Estados Unidos; hoy, para muchos, somos "entreguistas". ¡Qué pena la contradicción!
7. Varios perredistas, magos de la veleidad, al tiempo que se dicen de izquierda y combatientes del poder unipersonal en México, abrazan al retoño de dictaduras militares sudamericanas, al heredero del poder único e indivisible de Venezuela, al alumno del golpismo que tantos muertos causó a la izquierda en centro y Sudamérica.
Con Hugo Chávez, la izquierda traiciona su esencia de igualdad. El dictador venezolano se escandaliza de que el gobierno democrático mexicano mantenga tratos con el gobierno democrático estadounidense, cuando él presume sus negocios con las autoridades fundamentalistas de Irán.
8. Hugo Chávez, al mismo tiempo que invoca a la Virgen de Guadalupe y critica a Fox por sus declaraciones, no toca ni con el pétalo de una rosa a sus socios iraníes que permiten apedrear a la mujer por "infiel" o mutilarle el clítoris.
9. Para más veleidades, unas preguntas: ¿Usted aceptaría que Vicente Fox impulsara a su esposa como candidata al Senado de la República? ¿Aceptaría que una hermana de Fox fuera la Secretaria de Desarrollo Social? ¿Vería bien que el Secretario de Relaciones Exteriores jugara una diputación federal, al mismo tiempo que es Canciller?
Esas extravagancias, que hacen palidecer como un simple bufón a Maradona, se dieron en el Gobierno del Presidente argentino, Néstor Kirchner. A Kirchner no le importa la integración de Argentina en América, sino su propia sobrevivencia en el gobierno.
10. Finalmente, a los que no tienen ideas que defender ni pensamiento político para guiar sus pasos, a los que su voluntad antojadiza o deseo vano de tomar el poder les nubla los horizontes del porvenir del país, otra pregunta: ¿Cuántos mexicanos trabajan en Venezuela o en Argentina para sostener a sus familias en México? El veleidoso también pierde el sentido común y la aritmética.
Definitivamente, en esta ocasión, Vicente Fox se comportó a la altura de su responsabilidad histórica. No volteó a ver las encuestas ni atendió a varios de sus torpes asesores.
Esta vez, Vicente Fox, en su viaje a Argentina, a Mar del Plata, actuó mirando el destino, como hacen los jefes con visión de Estado. No se atropelló en las miserias que están impidiendo que América Latina vea sin complejos a Estados Unidos y le exija, sin mentarle la madre, que también él ponga su parte en la integración americana.
Estados Unidos será más controlable y solidario con Latinoamérica firmando un acuerdo, como quiere Fox. Esto último hasta un veleidoso fanático del golpista Chávez lo puede entender, si quiere.