Muy “oportuna” fue la noticia que compartió ayer el Alcalde de Culiacán, Juan de Dios Gámez Mendívil, sobre la renuncia de Sergio Antonio Leyva López al cargo de Secretario de Seguridad Pública y Tránsito Municipal. Como si le faltara algo a la corporación.
La salida de Sergio Antonio Leyva como Secretario de Seguridad de Culiacán, justo en este momento, es algo que no se le ocurriría ni al guionista más perverso de Hollywood. Sobre todo porque había resistido bastante en esa posición.
De por sí, al Alcalde el tema se le complica, pero ayer no tuvo más opción que soltar la piedrita de la renuncia de su titular de Seguridad Pública.
En estos nueve meses, pocas instituciones han resultado más dañadas física y moralmente que la Municipal de Culiacán, desde lamentables ataques a sus elementos, instalaciones y patrullas, hasta la pérdida de confianza de parte de la ciudadanía hacia sus prestaciones como autoridad garante del orden.
A eso hay que sumarle el periodo de más de un mes en que duraron desarmados los agentes locales, por una revisión extraordinaria de la licencia para portar armas que les da la Secretaría de la Defensa Nacional, de la cual nunca se dieron resultados o explicaciones pero que le causó una gran merma en su imagen y le hizo perder casi una centena de elementos.
Es más, en esta desgastante espiral de violencia ya hasta han acusado a elementos de la Policía Municipal de participar en crímenes como desaparición forzada de personas, concretamente un caso en Aguaruto, y del cual tampoco se han dado explicaciones del Gobierno municipal.
El colmo es este último episodio digno de una mala comedia, en el que policías municipales habrían tenido “conductas agresivas” contra elementos de la Policía Estatal, cuando éstos llegaron a apoyar en el resguardo de una clínica privada en la que presuntamente había personas heridas por impactos de bala.
Decimos que esto fue una mala comedia, porque increíblemente este altercado llevó a la detención de siete policías municipales, y ya con el calentón que traían encima, los estatales hasta corrieron de la escena a miembros de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, “los Harfuch”.
Desde septiembre, la Policía Municipal de Culiacán había quedado muy mal parada ante la ciudadanía como autoridad de seguridad pública, pero justo este cierre de periodo de Sergio Antonio Leyva al mando ha sido muy desfavorable para la corporación.
Y con las pocas certezas que se transmite desde la Presidencia Municipal de Culiacán, parece que terminará ocurriendo lo mismo que trae el Gobernador de Sinaloa en materia de seguridad: más militares.
El mismo Juan de Dios Gámez adelantó que pidieron a la Secretaría de la Defensa Nacional que presenten perfiles de mandos militares para encabezar a la Municipal de Culiacán, y continuar con este proceso de militarización de las instituciones de seguridad pública.
Parece que a Culiacán le espera algo así como lo que hizo el Gobernador Rubén Rocha Moya con la SSPE, con la llegada de Óscar Rentería Schazarino a recomendación directa de Omar García Harfuch, y dejar la estrategia de seguridad en manos de Palacio Nacional.
Los alcaldes de Sinaloa ya se están saliendo del huacal y han encarado al Gobernador Rubén Rocha Moya o se han mostrado medio rebelditos para dejarlo mal parado.
Uno de ellos es el Presidente Municipal de San Ignacio, Luis Fernando Loaiza Bañuelos, que expuso que aunque ha llamado al Gobierno de Sinaloa para gestionar proyectos para su municipio no le contestan la llamada.
De pena ajena.
Esto ocurrió en la sesión de Protección Civil a la que fueron convocados todos los alcaldes del estado y miembros del Gabinete, y ahí mismo el Presidente Municipal se ventiló como indeseado en la administración estatal.
La verdad es que no es por defender a Rocha Moya pero no hay que victimizarse, pues simplemente el Alcalde de San Ignacio ha brillado por su ausencia en diferentes eventos relevantes y pues no es el perfil más deseado en el morenismo sinaloense. Simplemente es olvidable ante su nula intención de gobernar.
Lo único que ha hecho por San Ignacio fue pintar la catedral y el arco de la entrada, pues en general el municipio está abandonado y rebasado por la inseguridad, pero lleno de zonas silenciadas en la sierra en las que no se documenta verdaderamente lo que ocurre.
Sí, es obligación del Gobernador atender a todo el estado, y es lamentable que Rocha no encabece más eventos o giras en el sur de Sinaloa, pero también es relevante decir que a Fernando Loaiza se le ve más seguido en su casa o en la plazuela de la cabecera municipal comadreando que en su despacho del Ayuntamiento de San Ignacio, de ahí que sea invisible políticamente hablando.
Este miércoles se definirá si el Alcalde desaforado de Ahome, Gerardo Vargas Landeros, es vinculado a proceso o si la Fiscalía de Sinaloa vuelve a resbalar en una investigación por presunta corrupción de funcionarios.
Para esta ocasión contamos con que Vargas Landeros se digne a ir, y ni modo que ponga el pretexto de que sigue doliéndole la espalda, nomás ya vimos el viernes pasado que ni se quejó de la columna para salir como Flash de la Sede Regional de Justicia en Culiacán.
Y tampoco se le notaban muchas molestias estomacales ese día, hasta se dio el lujo de llegar aprehendido pero sonriente a su audiencia inicial.
El hecho de que un Juez de Control lo vincule a proceso o no, lógicamente no significará otra cosa más que una etapa más en el proceso judicial contra el ex Alcalde, proceso que ha ido a paso acelerado si lo comparamos a los otros dos ex alcaldes morenistas acusados de corrupción en estos años.
Pues Vargas ya se dejó ver, aunque a la fuerza, y hasta publicó una foto mientras emitía su voto en la elección judicial del domingo pasado y bien sonriente que se miraba el compa.
Esperemos que en estos días no haya tenido imprevistos ni pasos en falso en el baño de su casa, dé la cara y afronte el proceso con seriedad por mero respeto al pueblo ahomense que lo eligió, y al sinaloense, que merece claridad de lo que hacen sus funcionarios, sobre todo con el dinero público.