Este fin de semana, el Gabinete de Seguridad federal volvió a Sinaloa y sesionó en la Base Aérea Militar de Culiacán. El evento no fue público, sino que los funcionarios militares y civiles, incluido el Gobernador del Estado, Rubén Rocha Moya, sostuvieron una reunión con los miembros de la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión y a la que Noroeste también fue invitado.
Se tocaron muchos temas pero, sin duda, uno de los más relevantes fue el anuncio que el propio Gobernador hizo al salir de las instalaciones militares sobre el fortalecimiento de las policías del estado.
Lo destacamos porque tanto expertos como académicos han insistido por años en la necesidad urgente de que Sinaloa construya y fortalezca sus capacidades institucionales locales para combatir al crimen.
El acuerdo incluye la llegada próxima de 100 nuevas patrullas, mayores recursos y equipamiento pero, sobre todo, un convenio con las Fuerzas Armadas para reclutar nuevos policías en el País en cantidades más numerosas y que escapen de la lógica incremental. Ese tipo de convenio también se realizará con el Estado de México y Nuevo León.
Falta ver qué tan rápido se avanza en este sentido, pero ya era hora que las policías locales se volvieran prioridad y no un asunto más a postergar, como lo hemos hecho por décadas en Sinaloa con gobiernos de todos los colores y por lo cual estamos ahora pagando las consecuencias de tener un crimen poderoso y una policía débil.
Desde hace más de 10 meses, Sinaloa vive una crisis de violencia marcada por la fractura del Cártel de Sinaloa y, en lo que va del año, han sido asesinados al menos 33 elementos de seguridad, entre policías municipales, estatales y agentes de la Fiscalía General del Estado. En ninguno de los casos hay detenidos. Ningún responsable ha sido procesado. No hay justicia y eso es muy grave.
En ese mismo contexto, el refuerzo de fuerzas federales en el estado ha sido constante: Guardia Nacional, Ejército y Marina han tenido presencia permanente, pero los resultados siguen siendo insuficientes.
Los asesinatos y las desapariciones no cesan, y los daños colaterales se multiplican; lo que vemos cada semana son cifras de aseguramientos y detenidos sin rostro y sin consecuencias judiciales visibles.
Por eso, el anuncio de trabajar con los policías parece indicar un ajuste en el sentido correcto. Porque por muchos años ni la falta de controles internos, ni la impunidad total, ni la debilidad institucional de las policías estatales y municipales ha sido atendida con seriedad.
Invertir en más vehículos y cámaras es necesario pero necesita una política de fondo. En Sinaloa, el problema no es sólo la carencia de equipamiento, sino la descomposición institucional y el abandono sistemático en que han estado sumidas las policías locales. ¿Quién quiere ser policía en un estado donde asesinar uniformados no tiene consecuencias? ¿Cómo reclutar cuando el mensaje que reciben es que están solos, que pueden caer abatidos sin que nadie investigue?
Y mientras no exista justicia para los elementos asesinados, mientras no se desmantele el entramado de complicidades, mientras los grupos criminales sigan operando con poder territorial y capacidad de fuego, el equipo nuevo no será suficiente.
Veremos pronto si el Gobierno tiene la voluntad real de protegerla, depurarla, crecerla y dignificarla.
Solemos criticar y quejarnos de que una de las consecuencias de la militarización de la seguridad en este País es la opacidad con que las Fuerzas Armadas se conducen sobre operativos, hechos y efectos.
Felipe Calderón se tardó cuatro años en empezar a hacerlo y para entonces le fue imposible lograr algún efecto positivo tras declararle la guerra al narco sin el cálculo correcto.
En ese sentido, la segunda visita quincenal del Gabinete federal de Seguridad a Culiacán indica que, aunque lo que todos queremos son resultados, hay una voluntad desde la Federación por comunicar lo que se hace y cómo se hace con diversos grupos de interés locales.
En la primera ocasión acudieron empresarios nacionales y locales y en esta segunda tocó a medios de comunicación de radio y televisión.
Reconocemos el esfuerzo y consideramos que los encargados locales de Marina, Defensa, Guardia Nacional y, obviamente, de la Secretaría de Seguridad del Estado, pueden seguir el ejemplo de sus superiores y reunirse con los diversos sectores del estado en la misma lógica de manera periódica. Porque el primer requisito para construir un piso mínimo de cooperación para salir adelante de la peor crisis de seguridad en nuestra historia es construir confianza, y eso se hace con transparencia, información y diálogo.