OBSERVATORIO Toño Sosa y la estrategia de redención

Alejandro Sicairos
04 febrero 2019

"La polémica trayectoria de un empresario sinaloense"

UADO y AMLO, ¿candor o rescatistas?

Hombre de mucho dinero, bastantes empresas, innumerables premios en cría de caballos pura sangre, pero siempre marcado por sus estigmas, Antonio Sosa Valencia inició el año con una clara estrategia para emanciparse social, política y empresarialmente y dejar de realizar tales actividades desde las sombras. ¿Será 2019 el tiempo que lo incrustará en la vida social de Sinaloa, que prudentemente lo ha mantenido apartado?

 

El 18 de enero, la Rectora de la Universidad Autónoma de Occidente, Sylvia Paz Díaz Camacho, le entregó a Toño Sosa el galardón Profesionista Lince 2018, en la categoría de mérito empresarial, siendo el único caso que levantó suspicacias al ser incluido en dicho reconocimiento camuflado entre hombres y mujeres de indudable merecimiento del premio.

 

Desentonó, claro, saber que el llamado rey Midas del Desarrollo Urbano Tres Ríos apareció de última hora en la lista de los ilustres egresados linces, haciendo alto contraste con personalidades de la academia y el esfuerzo social tales como Rosalinda Gámez Gastélum, Guadalupe Miranda Baldenebro, Enrique Cázarez Cuén, Miguel Ángel Vega, Benjamín Castro Hernández y Juan Francisco Sotomayor Valdez.

A los días, el 27 de enero, Toño Sosa asistió al evento en Mocorito donde el Presidente Andrés Manuel López Obrador presentó la Estrategia Nacional de Lectura, dejándose ver, haciéndose notar, aunque hasta el momento se desconoce si AMLO aceptó tomarse con él la fotografía que, en cambio, si le concedió al empresario de la carne Jesús Vizcarra Calderón.

 

Excepto algunas crónicas y comentarios que le reconocen a Sosa Valencia ser de los grandes impulsores de la llamada Atenas de Sinaloa, tal contribución debe moderarse frente a hechos reales, documentados, que la memoria colectiva tiene que retener para no reincidir en el error de hacer encomio de lo que siempre ha de ser deplorado.

 

El origen de la mala fama de Sosa se remonta al año 2002 cuando el grupo criminal de los hermanos Beltrán Leyva le otorgó un poder notarial amplio para realizar pleitos y cobranzas relacionados con un terreno urbano ubicado en Culiacán. A partir de ahí empieza el vertiginoso crecimiento en los negocios con un punto de sospecha en común: el Proyecto Tres Ríos.

 

Desde el gobierno de Juan Millán Lizárraga empezó la ruta ilícita de Sosa hacia el momento actual que lo ubica como el sinaloense con una fortuna incalculable y sobre todo inexplicable. Compró por intercesión de Millán la Constructora Inzunza y junto a la compañía Mocorito, que es la suya, arrasó con la obra pública y consumó el impúdico acaparamiento del suelo urbano.

 

En el sexenio siguiente, el de Jesús Aguilar Padilla, contó con la colaboración del entonces director del Tres Ríos, Aarón Rivas Loaiza, para ampliar su imperio e incluso lograr permisos para reencauzar el Río Tamazula y crear la zona de Isla Musala. Con la gran inundación de 2013 la misma naturaleza se encargó de reclamarle a Sosa la codicia de quitarle el cauce al afluente y taponear, por otra parte, el dren Bacurimí.

 

Se trata de un largo recuento de tráfico de influencias y lazos con criminales que requeriría de varias fojas en la correspondiente carpeta de investigación. Sin embargo, el poderoso Grupo Anjor de Toño Sosa ha sido, es y será intocable y difícil de vencer porque sus tentáculos tendidos a todos los ramos empresariales, de entretenimiento, agroindustrias y las artes lo convierten en uno de esos pulpos de grandes dimensiones que Julio Verne describe en Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino.

 

Es posible que Díaz Camacho y López Obrador no estén enterados de por qué el sector privado sinaloense se resiste a aceptar a Sosa Valencia como uno de los suyos. Se antoja ingenua tal deducción pero lleva implícito el propósito de defender la dimensión ética de la Universidad y del Presidente. Además, reconozcámosle al menor eso, el fabuloso empresario sabe moverse a la perfección en la estrategia para redimirse socialmente.

 

 

 

Reverso

Mocorito, eres la rosa,

 

Que vences a las espinas,

Y a pesar de Toño Sosa,

Con tus artes nos fascinas.

 

 

Delirio tremens

El único cenotafio que le hacía falta a Culiacán lo está instalando el Alcalde Jesús Estrada Ferreiro. “Aquí yace la participación ciudadana. Fue víctima del ataque de intolerancia que perturbó a un político encandilado que creyó que la lucha cívica es un mogote en el cual se parapetan los enemigos de la Cuarta Transformación”. Descanse en paz junto a la esperanza popular por mejores gobiernos.