"'Defiendo mis convicciones': Lydia Cacho"
Lydia Cacho
Periodista y escritora
CIUDAD DE MÉXICO._ Una tarde un reportero se acercó con Lydia Cacho, la saludó y preguntó: ¿Qué haces para sobrellevar las amenazas?, segundos después obtuvo una respuesta...
"No se trata de salvar la vida, sino de que mientras la tienes, hagas que ésta valga la pena cada minuto", dijo la periodista al comunicador.
Obtenida la respuesta, el reportero sacó un papel de su cartera. Era un correo electrónico impreso en que lo amenazaban de muerte por investigar a los narcotraficantes de Durango.
"Yo sé que es gente del Gobernador", expresó el periodista a Cacho mientras regresaba el papel al lugar de donde lo sacó.
Lydia lo aconsejó ir a la capital del País, le propuso hacer 'mucho ruido' con las organizaciones internacionales, denunciar al Gobernador y a los narcotraficantes.
Sin embargo, pese a la preocupación y consejo de ella, el reportero sonriendo se negó, aseveró que no creía que se atrevieran a hacerle daño.
Meses después, recuerda Cacho, el cuerpo del reportero apareció inerte a unas cuadras de su periódico. Lo habían asesinado.
Su periódico, como muchos en el País, dejó de publicar noticias sobre delincuencia organizada.
"Matan a uno para acallar a muchos, por ello insistimos en que muchas hablemos para que unos cuantos nunca puedan silenciarnos", asevera.
'Al enemigo se le mata dos veces'
Lydia Cacho llegó a las instalaciones de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México. Entró a la sala Digna Ochoa y ocupó el lugar, desde donde hablaría con integrantes de la Red Nacional de Periodistas de Comunicación e Información de la Mujer, CIMAC, por sus siglas.
Llegó al lugar portando un vestido negro y botas del mismo color, así como saco y pantimedia gris. Su pelo era recogido de los costados por dos peinetas.
Antes de hablar de la hermandad de la muerte y la vida, como así tituló su presentación, Cacho por momentos perdía su mirada, después la recomponía y la acompañaba de una sonrisa.
En su intervención, dice que son los y las periodistas quienes denuncian a diario la corrupción institucional, la violencia del Ejército contra civiles y reporteras, a los cuerpos policiacos como cómplices de bandas de secuestradores y protectores de tratantes de mujeres.
Son los y las periodistas quienes explican la ineficacia del sistema, donde su sistema penal está colapsado, quienes muestran la ineficacia del gobierno mexicano ante las violaciones y muertes de miles de migrantes centroamericanos.
"Somos el enemigo de una patria que gusta de disfrazarse de democracia, vivir con la sensación de que nos jugamos la vida por una patria que nos desprecia, no es fácil, tampoco lo es vivir bajo la presión de perder a la familia o a la pareja", señala.
De acuerdo con Lydia Cacho, uno de cada 10 periodistas amenazados se divorcia por su trabajo, dos de cada tres reporteras quedan solas por la misma razón.
"Nos enfrentamos a desequilibrios externos e internos y para mantener la salud sicoemocional no podemos hacerlo en soledad, necesitamos ayuda profesional".
El periodista es el enemigo, como es enemiga la verdad para una nación que se niega a la autocrítica y la autorresponsabilidad de su tragedia, expone.
Por eso, el Fiscal General se niega a validar que las y los periodistas, cuyos nombres han sido documentados, murieron o desaparecieron a causa de su oficio, menciona.
"Al enemigo se le mata dos veces, decía mi abuelo el militar, una vez la bala lo ultima, la segunda lo mata la humillación que le arrebata su humanidad, esa es la verdadera aniquilación", cita.
Cuando Jesús Blancornelas murió y la sociedad exigió un funeral digno, indica, el Alcalde Jorge Hank, vinculado con mafias de trata de personas y narcotráfico, dijo que no conmemoraría su vida, que la gente se muere todos los días.
"Por eso cada vez que una o un colega pierde la vida, las autoridades siembran rumores de que seguramente estaba vendido a la delincuencia organizada, o la mataron por motivos pasionales; si es mujer la desaparecida, entonces dicen que seguro se fue con un amante", subraya.
Lydia, la mujer
Lydia Cacho sabe que sus llamadas se encuentran intervenidas. Habla en claves para evitar que se le grabe. Nunca acuerda citas por teléfono para no exponer a sus fuentes.
Hay noches en que suena el teléfono y un presentimiento le arrebata el aire, su mente vuela de inmediato intentando reconocer de dónde es el prefijo del número no identificado y lentamente responde:
"No vaya a ser que se anuncie la muerte de alguien más o la mía propia".
Las últimas dos veces que recibió avisos del asesinato de colegas, ellos le habían advertido que existían esas amenazas, mismos que ignoraron sus recomendaciones.
Uno de ellos, antes de ser asesinado, dijo a Lydia que no quería ser como ella, bajo la mira y la dura crítica de algunos medios y colegas que seguían cada paso y palabra esperando un error, un traspié para desacreditarla.
Él le confesó que tantos premios ya habían ridiculizado su imagen, que varios editores insistían en que ella denuncia las amenazas que recibe porque le gusta la fama, que los periodistas no deben ser noticia, sino estar detrás de ella.
"Le respondí que si la fama es una herramienta para salvar la vida, no tengo problema con ser famosa y él tampoco debería tenerlo".
Sabe que la primera clave para este trabajo es asumir que es una labor de alto riesgo y que cargar con el ego y el miedo al que dirán los debilita enormemente.
"El miedo tiene muchos rostros, el miedo hace que algunos se activen y respondan, otros se resguardan y callan, unos más ceden y se someten al sistema que antes denunciaban", destaca.
-- ¿Sigues temiendo por tu vida?
-- A veces sí, hay días que sí.
Está consciente que cada vez más periodistas se someten al yugo de la autocensura.
"Las periodistas que se alían al sistema, que imitan los modos patriarcales y se esconden bajo el manto del poder dejan de ser útiles, las que se rebelan, son indispensables", agrega.
Vivir entre los sobresaltos
Lydia Cacho es autora de varios libros, entre ellos, Los Demonios del Edén, en el cual denuncia la mafia de la pederastia en México, implicando a varios personajes como José Kamel Nacif Borge y Jean Thouma Hanna Succar Kuri, éste último presuntamente líder de la banda.
En 2005, la periodista y escritora saltó a la luz pública por la denuncia penal en su contra que interpuso el empresario libanés Nacif Borge, por el delito de difamación y por el escándalo político que tuvo al implicar al Gobernador de Puebla Mario Marín.
Cacho denunció al Ejecutivo de Puebla y al empresario libanés en una confabulación para violentar la ley en contra de ella.
-- ¿Tienes una vida normal?
-- No, bueno, no creo que ninguna de nosotras tenga una vida normal, no evidentemente no, tengo mucho tiempo llevando una vida de una persona amenazada, todavía hace mes y medio recibí una amenaza muy fuerte y tuve que organizar a un grupo de amigas que fueron por mí a la 1:00 de la mañana para sacarme de mi casa.
-- ¿Qué amenaza fue?
-- Fue una amenaza telefónica.
-- ¿Hay una Lydia antes de 2005 y después de 2005?
-- Sí, claro, por supuesto, todo lo que nos sucede nos transforma, a veces para bien y a veces para mal, claro que sí, es decir, había una parte mía que tenía qué ver con mi trabajo con el Centro de Atención a Víctimas, con mi trabajo de documentar casos de víctimas que me había hecho entender cómo vivir protegida, yo ya tenía amenazas de muerte mucho antes de haber sido arrestada, años antes de haber sido arrestada, entonces ya había entendido las dificultades.
-- ¿Te sientes una heroína?
-- Hay, no, no, para nada, yo no creo que sea una heroína, simplemente defiendo mis convicciones hago lo que hago, tengo la fuerza para hacerlo y me siento muy querida muy apoyada en ello por miles de personas, entonces, no, no creo que sea heroico lo que hago, lo que creo es que es justo, es bueno y es responsable.
"El periodismo es un oficio de congruencia, no podemos pedir a otros aquello que no estemos dispuestas a dar, hay momentos para escuchar y otros para ser escuchadas", expresa.
Comenta que provocar empatía no es suficiente, hacer llorar no es nuestro oficio, lo es reflejar una realidad que indigne con tal fuerza, que inspire con tal esperanza que todos y todas quieran ser partícipes y responsables de la transformación.
"El periodismo objetivo no existe, no somos objetos, somos sujetos, entonces hacemos un periodismo subjetivo y para hacerlo bien, los derechos y la vida de todo el mundo son igual de importantes...".
Tal vez, manifiesta, nuestra tarea más importante en este momento es entender que necesitamos llevar a cabo estrategias de alta seguridad, aceptar que necesitamos ayuda, estar conscientes de los efectos del estrés postraumático en nuestras vidas.
Indica que se debe aprender a hacer un mapa de la vida personal y profesional y establecer prioridades.
Pide ser realistas, tener claro qué papel juega la maternidad, asumir la responsabilidad de saber cuando se puede y cuando no seguir un caso, un tema, una denuncia.
"En México estar amenazada de muerte no es noticia, tampoco es noticia morir, ni lo es luchar para seguir viviendo, porque la vida tiene tan poca valía en nuestro país es que muchos colegas se niegan a denunciar las amenazas, por miedo a que alguien les diga ¿y por qué me habrías de importar si a diario mueren muchos", añade.
Su trayectoria
Lydia María Cacho Ribeiro es una periodista y escritora mexicana, nacida en la Ciudad de México el 12 de abril de 1963.
Es autora de varias obras de impacto social, ha sido premiada en varias ocasiones por su labor periodística. Forma parte de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.
Desde 1986 se mudó a vivir a Cancún, Quintana Roo y ha promovido cursos y talleres de desarrollo humano para mujeres y jóvenes.
Desde el 2000 trabaja como consultora especialista en temas de derechos humanos y salud de las mujeres para la Agencia de las Naciones Unidas de la Mujer con sede en Nueva York.
Graduada del National Training Center For Domestic Violence como capacitadora de capacitadores en atención a víctimas de violencia y en el desarrollo de modelos de atención especializada.
Imparte consultorías sobre género, violencia y comunicación para Unifem.
Imparte talleres de alta seguridad para periodistas.
Directora fundadora de la revista: Esta boca es mía: apuntes de equidad y género.
Fundadora del primer albergue para personas VIH-Sida en Cancún, Quintana Roo, en 1989.
Es cofundadora de la Red Nacional de Refugios para Mujeres Víctimas de Violencia.
Es Fundadora y presidenta del Centro Integral de Atención a las Mujeres.
"Un joven reportero me preguntó qué hacía para sobrellevar las amenazas, no se trata de salvar la vida, sino de que mientras la tienes, hagas que ésta valga la pena cada minuto".
"Matan a uno para acallar a muchos, por eso insistimos en que muchas hablemos para que unos cuantos nunca puedan silenciarnos".
"Somos el enemigo de una patria que gusta de disfrazarse de democracia, vivir con la sensación de que nos jugamos la vida por una patria que nos desprecia no es fácil".
Lydia María Cacho Ribeiro
Periodista y escritora