Hay un dicho en el mundo de los abogados que dice que no basta tener la razón, hay que contratar un buen abogado para que la haga valer y la pruebe, pero sobre todo, es indispensable que el juez le quiera dar la razón.
En 30 años de experiencia me ha tocado ver de todo en tribunales. Buenos jueces, excelentes jueces, malos jueces, jueces corruptos, jueces soberbios, jueces vengativos, jueces envidiosos, jueces preparados y jueces burros. En México el poder de los jueces es inmenso. De lo que decidan en sus sentencias depende su libertad, su patrimonio y su familia, entre otras cosas.
Quisiera decirle que en nuestra ciudad contamos con buenos jueces, capacitados, conocedores de las materias que manejan, bondadosos, humanos, humildes y con espíritu de servicio público. Algunos, muy pocos, llenan esos atributos, algunos los conozco personalmente desde hace muchos años. Otros, en cambio, aunque tengan capacidad jurídica, son malas personas y no tienen los valores necesarios para ser jueces.
Idealmente, el juez debe ser un experto en derecho y un buen ser humano, con valores como la honestidad, el respeto, la humildad y el espíritu de servicio, entre otros. Además, su conducta personal debe ser intachable. Si son casados no deben tener amantes en sus tribunales. Tampoco deben usar sus puestos para conseguirles chamba a sus familiares y cuates. Si beben alcohol, deben hacerlo con moderación, sobre todo en público.
Pero acaso los valores o atributos más difíciles de encontrar en un juez, son la humildad y la humanidad. Igual que los médicos, se deshumanizan y ven los expedientes como simples papeles y trabajo que sacar, cuando en cada uno de esos asuntos hay personas jugándose su libertad o patrimonio.
Y en cuanto a la humildad, la soberbia se apodera de la mayoría de ellos hasta formar una segunda naturaleza, creyéndose casi dioses con el poder de fregar o ayudar a quienes quieran. Los jueces soberbios y malos, odian y envidian a los buenos abogados litigantes porque los ponemos en su lugar y los bajamos de su ladrillito.
Pocos jueces logran un balance entre atributos profesionales y personales indispensables para ejercer ese poder con responsabilidad, a pesar de que de eso depende la libertad, el patrimonio y la familia de quienes acuden a sus tribunales.
Por eso, para cuidarse del poder de los jueces, usted debe contar con un abogado que sea capaz de enfrentarlos sin temor. Muy pocos abogados se atreven a desafiarlos y prefieren la zalamería (hacerles la barba pues) y agachar la cabeza frente a sus atropellos.
Ojalá nunca llegue a necesitar un abogado, porque eso significa que tiene problemas legales, pero si llega a necesitarlo, trate de contar a su lado no solo con un abogado capacitado, sino con un abogado que se atreva a desafiar a los jueces si considera que están abusando de sus derechos. De nada le servirá un abogado altamente capacitado si es miedoso y temeroso de los jueces.
A los jueces hay que respetarlos, pero ese respeto se lo deben ganar ellos con sus sentencias y también con su vida personal. Si el juez no respeta su cargo, no tenemos porque respetarlo nosotros y menos someternos a sus decisiones arbitrarias. Para protegernos del poder de los jueces se inventaron los buenos abogados. Cuídese de tener uno a su lado que saque la cara por usted y lo defienda a capa y espada.
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