José Ma. Escobar Díaz
Señor Director Editorial
El jueves pasado viajé en un deteriorado camión de la línea Cerritos-Juárez. Iba yo padeciendo dolores propios de mi edad, la inflamación del nervio ciático en el área lumbar, lo que me impedía subir o bajar con rapidez del camión.
Al llegar a mi destino me bajé lentamente, lo cual causó exasperación en el operador, quien levantando sus brazos al cielo exclamó: "ya bájese".
Al bajar le pedí disculpas de la manera más sarcástica posible por su valioso tiempo perdido y me encaminé a casa rumiando una manera ácida de tratarlo cuando nos volviéramos a encontrar.
Al día siguiente, salíamos mi esposa María del Carmen y yo de un restaurante y vimos a un autobús de dicha línea a la mitad de la cuadra, lo cual está prohibido, pero el operador abrió la puerta y nos permitió subir. Al verme se sonrió y ruborizó. Era el mismo operador del día anterior, transformado ahora por su remordimiento al saber que fué descortés con una persona de la tercera edad.
Mientras iba a bordo de su unidad, pensaba qué palabras pesadas decirle para hacerlo sentir peor, pero decidí el sistema María Luisa, mi madre, quien acostumbraba tratar mejor a quien la tratara mal para acabar con malos entendidos.
Al bajarnos puse mi mano sobre su hombro y le dije: "señor Operador, muchas gracias por habernos permitido subir a su unidad a mediados de una cuadra. Es Usted muy amable y un ejemplo para sus compañeros", a lo cual respondió con una gran sonrisa, sintiendo yo que había hecho otro amigo.
Hay quien recomienda que uno se queje del operador, pero podría perder su trabajo y crear mala voluntad entre los participantes. Debemos hablar con ellos, comprender que su trabajo es arduo, rutinario y estresante, además las condiciones en que se encuentran las unidades agravan la neurosis. Desgraciadamente hay que lamentar las eventuales groserías para con las damas. !Eso no se vale! Como dice Steve Covey, para ser eficiente, trata de comprender a los demás antes de esperar que te comprendan.
Somos seres humanos perdidos en ambientes defectuosos y que nos llevan a la neurosis. ¡Vamos comprendiendo a los demás!
José Ma. Escobar Díaz
