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"Cien por ciento hogareña"

"Ser madre: Tarea sin tiempo"

"Las mujeres pueden dedicarse únicamente al hogar o ser económicamente activas, pero son pocas las que renuncian a criar a sus hijos"
07/11/2015 10:29

    MAZATLÁN._ Levantarse diario al amanecer, traer agua de la noria o del río, a dos kilómetros de distancia; llevar el nixtamal al molino; juntar leña para cocinar y, finalmente hacer las tortillas a mano para tener el desayuno listo para la familia.
    Muchas actividades y el día apenas empezaba para doña María Lidia Ramos Tirado, quien recuerda lo que representaba ser madre y ama de casa en los tiempos en que la tecnología no llegaba al poblado de El Quemado, sindicatura de El Quelite.
    Eran la década de los 50 cuando en el hogar de María Lidia había que hacerla de todo: lavar a mano cada una de las prendas de sus tres hijos, incluyendo pañales de tela, planchar ropa con plancha calentada en el comal y asear la casa con escobas hechizas. Tarea y responsabilidad diaria sin horario... y mucho menos ayuda.
    "En ese entonces tenía que llevar agua desde el río, cerca de dos kilómetros o desde norias en donde se almacenaba agua, no había agua potable, así es que deberíamos llevarla para consumo o para el baño", dice María Lidia desde la sala de su vivienda.
    Las tareas, expresa, se enfocaban mucho al cuidado del hogar y los hijos.
    "Tenía tres hijos y era una tarea y responsabilidad mantenerlos bien bañados, lavarles su ropa y hasta los pañales de tela".
    n ¿Cuántas prendas habrá lavado?
    "Pues en ese entonces éramos sólo cinco, pero después la ropa se acumuló porque creció la familia".
    El destino de María Lidia la llevó a dejar El Quemado para trasladarse a Culiacán. Pero la situación no cambió mucho porque la responsabilidad crecía, pues ahora eran seis hijos que atender, igual, sin la ayuda de lavadoras, secadoras, estufas u hornos de microondas.
    En total María Lidia tuvo 11 sus hijos que ya dejaron su techo.
    Recuerda que la primera vez que utilizó una lavadora fue en el año 2000, cuando la mayoría de sus hijos habían forjado su vida.
    "Yo creo que las madres de antes teníamos mucho quehacer en el hogar, hoy las mamás tienen todo a la mano, siento que a veces no lo saben aprovechar", menciona ya sentada cómoda en su hogar.

    Del trabajo a la casa
    Adrián Luján
    Su trabajo implica una gran responsabilidad. La cantidad de maquillaje debe ser exacta y acorde al rostro de cada cliente. De su trabajo dependerá la imagen en fiestas y eventos sociales de quienes contratan su servicio.
    Es el trabajo diario de Marilú Delgado Ibarra, profesionista en maquillaje y peinados, quien desde hace 13 años se dio cuenta que para realizar su labor debe de organizarse para hacer su otra actividad: ser madre, atender a sus tres hijos, a su esposo y su hogar.
    Los fines de semana, sobre todo de jueves a sábado, labora casi 12 horas.
    "Un día de trabajo es levantarme desde las 7 de la mañana, preparar desayuno y darle a los niños, mi esposo me ayuda con llevarlos a la escuela, mientras yo empiezo en el salón mi labor y así atiendo a mis clientes", explica.
    Para estar cerca de su casa mientras trabaja, Marilú adaptó una habitación como salón de belleza.
    Antes, recuerda, hacía su labor a domicilio. En ese entonces no había concluido sus estudios en Guadalajara. Así, con ilusiones y muchas ganas obtuvo prestigio, pues sus clientes la empezaron a recomendar con la publicidad de boca a boca.
    Cuando ya tenía decenas de clientes ávidas por cambiar de imagen emprendió su camino con su esposo, Jorge Gil Ureña, luego llegaron los hijos. Con ello su responsabilidad aumentó.
    "Hay que saber combinar las responsabilidades, para mi es importante hacerle el mejor maquillaje a mis clientes, pero también sé que mis hijos y mi esposo son mi motor, así que hay que atenderlos lo mejor que se pueda".
    Marilú menciona que sin la tecnología su labor se complicaría. Adapta este tema en relación a su profesión. Y recuerda que apenas hace una década tenía que realizar el alasiado de manera manual. No había plancha.
    Pero también dice que la tecnología en el hogar es básica para salir adelante en un mundo lleno de dificultades económicas.
    "Sin refrigerador, estufa o microondas se complicaría mucho, la verdad".
    Aun así, refiere, las madres de antaño y las actuales tienen la misma responsabilidad aunque se trate de diferentes épocas.
    "Tenemos el mismo valor, ahora hay que trabajar en el hogar y en la profesión que uno estudió para ayudar al compañero", menciona mientras prepara una de sus citas para arreglar a una cliente.
    LAVADORAS
    Después de la Segunda Guerra Mundial, que terminó e 1945, se masificó el uso de las lavadoras eléctricas, en las comunidades rurales de México la introducción de energía eléctrica es reciente, por lo que las mamás no podían hacer uso de esa tecnología del hogar.

    PAÑALES DESECHABLES
    Aunque para las actuales generaciones es difícil de imaginar la vida sin pañales desechables, las abuelas debieron lidiar con pañales de tela que había que lavar y hervir para evitar infecciones en la piel del bebé. Fue hasta 1958 cuando Procter & Gamble fabricó el primer pañal desechable, de la marca Pampers.

    AGUA POTABLE
    El 4 de mayo de 1890 la ciudad de Mazatlán recibió agua potable por primera vez, traída desde la zona de Cofradía a través de una larga red que requirió de 32 kilómetros de tubería. Algunas comunidades rurales aún no tienen servicio de agua potable.

    ELECTRICIDAD
    Aunque según el historiador José C. Valadés en Mazatlán se instaló la primera planta de energía eléctrica en el País, en 1879, en muchas áreas de la zona rural todavía no se ha hecho la luz.