Si usted no pudo asistir al concierto que ofreció la OSSLA el jueves 9, a las 17:00 horas, lo invitamos a que asista este domingo 12, a las 12:30 horas, en el Teatro Pablo de Villavicencio. Incluso, varias personas aseguraron que volverían a asistir otra vez el domingo. La entrada es libre y el teatro lució lleno.
El programa que se ofrece es el tradicional de Año Nuevo que se interpreta por las orquestas de todo el mundo, con algunas variantes y adiciones. Sin embargo, la magia, conexión y comunicación que se logró entre la directora invitada, la ecuatoriana Andrea Vela, así como la orquesta, los solistas del TAOS y el público fue sensacional.
Permítasenos resaltar la figura del director de orquesta, pues debe ser alguien que ame la música, que la asimile intensamente, que la transpire por cada uno de los poros y la transmita con la vibración y energía de todo su cuerpo, encarnando lo más perfectamente posible la intención del compositor.
Lógicamente, se requiere que el director tenga una gran formación musical (historia, armonía, estética, orquestación, contrapunto, etc.), que sea disciplinado, creativo y trabajador, que muestre gran oído y una determinante capacidad de liderazgo, además de una robusta inteligencia emocional y refinada empatía para motivar al compromiso, respeto y colaboración de los integrantes de la orquesta; tarea nada fácil, como lo expuso Federico Fellini, en la película Ensayo de orquesta (Prova d’orchestra), de 1978.
Andrea Vela demostró, como dijo Leonard Bernstein, que “el director no solo debe hacer que la orquesta toque, sino que también desee tocar. Debe estimularla, entusiasmarla, hacer que fluya la adrenalina, ya sea rabiando, suplicando, pidiendo... La forma como lo haga, debe incitar a sus músicos a que amen la música como él la ama”.
¿Amo la música?