Las ciudades son comunidades donde los seres humanos tejen un espacio de habitación, proximidad, identidad y arraigo.
No nacieron solamente como espacios para vivir, sino para interactuar. En el diálogo Fedro, Platón aseveró: “los campos y los árboles nada me enseñan y sólo en la ciudad puedo sacar partido del roce con los demás hombres”.
La ciudad llegó a ser considerada la morada de la filosofía y donde el ciudadano debía actuar (agón) con un compromiso civil y político, palabra que se vincula con ágora (plaza pública en la que se opinaba) y de donde derivan protagonista, antagonista y sus derivados.
El filósofo alemán, Peter Sloterdijk, afirmó: “dado que los conjuntos humanos son de por sí magnitudes uterotécnicas o autocobijantes, nunca ocupan simplemente un sector en un espacio físico o jurídico dado, sino que son ellos mismos los que, como esfera propia de relación y animación, crean el espacio que habitan”.
Con la polarización industrial se originó una excesiva migración del campo a las ciudades, además de que en las mismas urbes se disipó el espacio público.
Hoy, la ciudad es una asimetría social donde abundan discriminaciones, violencia, suburbios y marginaciones, con el consecuente establecimiento de muros y guetos.
Italo Calvino, autor del libro Las ciudades invisibles, explicó el significado de su obra en una conferencia pronunciada en la Universidad de Columbia de Nueva York, el 29 de marzo de 1983:
“¿Qué es hoy la ciudad para nosotros? Creo haber escrito algo como un último poema de amor a las ciudades, cuando es cada vez más difícil vivirlas como ciudades. Tal vez estamos acercándonos a un momento de crisis de la vida urbana y “Las ciudades invisibles” son un sueño que nace del corazón de las ciudades invivibles”.
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