Cultura de cancelación

BUHEDERA

    Soy libre no porque exijo libertad, sino porque la practico.

    GETTR

    Es la contracción coloquial de la expresión “Getting Together”: reunirse, juntarse, unirse. Es el nombre de la plataforma tecnológica de comunicación que supuestamente está armando Donald Trump, ahora que lo excluyeron tanto Facebook como Twitter y Google (altamente politizados tanto la exclusión previa como esta nueva incursión, así como el eslógan de la campaña de 2016 de Hillary Rodham Clinton: “Stronger Together”). La misión establecida de GETTR es “luchar contra la cultura de cancelación, promover el sentido común, defender la libertad de expresión, desafiar a los monopolios de las redes sociales y crear un verdadero mercado de ideas”. Su eslógan es “A marketplace of ideas”. Capacidad declarada: hasta 777 caracteres, videos de hasta 3 minutos, y la posibilidad de realizar transmisiones en vivo. Funciona en formato Beta y está disponible en inglés, español y otros idiomas. Se lanzó el 4 de julio de 2021.

    Cultura de cancelación

    Wikipedia:

    La cultura de la cancelación (del inglés cancel culture) es un neologismo que designa al fenómeno de retirar el apoyo moral, financiero, digital e incluso social, a aquellas personas u organizaciones que se consideran inadmisibles, ello como consecuencia de determinados comentarios o acciones, o porque esas personas o instituciones transgreden ciertas expectativas que sobre ellas había. Se ha definido como «un llamado a boicotear a alguien -usualmente una celebridad- que ha compartido una opinión cuestionable o impopular en las redes sociales». El término comenzó a utilizarse en 2015.

    El impacto de la cultura de la cancelación puede afectar seriamente la economía de los implicados, lo que se ejemplifica en los casos de artistas musicales o presentadores de televisión.

    El concepto de la cultura de la cancelación tiene tanto defensores como críticos. Su sola existencia ha sido discutida, y a menudo se le tacha de medida social realmente poco efectiva, que a veces consigue incluso los efectos opuestos a los deseados. Por otro lado, también se la ha exaltado como una expresión del poder popular.

    El concepto de la cultura de la cancelación tiene connotaciones mayormente negativas y se emplea con frecuencia en debates sobre la censura y la libertad de expresión. La práctica de la cancelación ha contribuido a la polarización de la sociedad estadounidense, pero no ha llevado a ningún cambio de opinión verdadero.

    Crítica

    Opinión de Francisco Javier Avelar González: https://www.uaa.mx/portal/la-cultura-de-la-cancelacion/

    La cultura de la cancelación es hija de la intolerancia, hermana de otros mecanismos de coerción inquisitoriales y enemiga natural de la pluralidad, el derecho a la divergencia y la sana discusión de las ideas.

    Como en aquellas terribles épocas en que causaba temor disentir con las opiniones y doctrinas hegemónicas, hoy muchas buenas personas viven con temor a ser agredidas (linchadas virtualmente y “canceladas”). Personas de intenciones nobles, con la aspiración a construir un mundo más justo y que, por esa misma aspiración, rechazan dogmatismos, maniqueísmos, exageraciones y adoctrinamientos ideológicos. Los ‘logros’ de esta subcultura de la cancelación casi se reducen al boicot de obras artísticas o al escarnio público y el castigo social contra gente que cometió el crimen de mostrar desacuerdos lingüísticos, argumentativos, filosóficos o científicos con los(as) nuevos(as) vigilantes de la corrección política.

    Por fortuna y a pesar del miedo, comienzan a surgir voces que apuntan los peligros de esto que han identificado también como “neopuritanismo”. El texto más importante y reciente al respecto es la carta publicada en la revista Harpers hace unos días, donde 150 intelectuales y artistas de gran calado (muchos de ellos activistas y verdaderos progresistas) expresaron su preocupación por esta terrible tendencia que le está costando el trabajo, el prestigio y la libertad de expresión a no pocos buenos, respetuosos y esforzados seres humanos. En una inédita petición en el contexto de las democracias occidentales, los firmantes solicitaron a grupos radicalizados que en teoría luchan por la tolerancia, la justicia y la pluralidad, que les permitan debatir, expresarse e incluso equivocarse, sin temor a represalias”.

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