De clase mundial a adversario

    Cuando llegó la entrega final, en un vuelco inadvertido e injustificable, el peritaje fue inicialmente escondido por el Gobierno (lo había recibido desde febrero) y después descalificado como falso y tendencioso. Siguió su ocultamiento, su descalificación y la decisión de demandar a la empresa. No contaban con que el diario español El País lo daría a conocer este mismo lunes. Las cosas se aclararon: DNV era independiente y seria cuando los culpables eran los constructores. Dejó de serlo cuando entre las causas del desastre aparecieron la falta de supervisión y mantenimiento de los gobiernos de Ebrard, Mancera y Sheinbaum.

    El caso de la Línea 12 del Metro de la CDMX me llevó a recordar otros accidentes y desastres en el mundo. Esos que suceden por los más diversos motivos: azar, incompetencia, corrupción, economía de costos, prisas, falta de previsión o descuido. Salvo excepciones, los responsables acaban por ser exonerados, las víctimas siendo abandonadas y las lecciones para impedir nuevos desastres ignoradas.

    Un ejemplo internacional me viene a la mente: el naufragio del petrolero Prestige el 13 de noviembre de 2002 en la costa de Galicia que terminó en el derrame de 64 mil toneladas de combustible y que provocó incuantificables pérdidas. Es un ejemplo de lo que con seguridad pasará con el desplome de la Línea 12 del Metro.

    ¿Qué ocurrió? El gobierno de Aznar mostró una gran incapacidad para enfrentarse al desastre, la respuesta inicial fue disminuir la magnitud de los daños. Posteriormente acusó a los medios de sensacionalistas y sesgados, de presentar datos erróneos y fuera de contexto. En el desastre del Prestige hubo causas precisas: las malas condiciones en que se encontraba el buque, falta de equipo, de personal especializado, de controles, de aplicación de la ley de Puertos y de la Marina Mercante, errores en la toma de decisiones y negligencia. También se puso de manifiesto la incapacidad de los gobiernos para controlar las actividades de las grandes corporaciones.

    Al final, tras 11 años de investigación, los jueces dictaminaron la absolución de los tres únicos imputados: el capitán del barco, el jefe de máquinas y el ex director de Marina Mercante. La consecuencia mayor para Aznar y el partido en el gobierno fue, junto con el mal manejo de otra tragedia, el 11 M de Atocha, la derrota en la mayoría de las elecciones autónomas del 2003 y las generales de 2004.

    Algo parecido se perfila para el caso de la Línea 12 con el agravante de la muerte de 26 personas y más de 80 lesionados. No han pasado 11 años como en el caso del Prestige antes de la resolución del juez sino solo uno, pero la esperanza de encontrar responsables se ve lejana cuando no inalcanzable.

    Creímos en la posibilidad de que a partir de la información recabada y los peritajes del siniestro se daría con los responsables para que después comenzara el ciclo de la justicia. El periodismo de investigación hizo su trabajo identificando las irregularidades en la construcción y en mantenimiento de la Línea 12 que llevaron a su colapso (https://contralacorrupcion.mx/colapso-linea-12-metro/). También se puso la esperanza en los peritajes encargados por una de las empresas constructoras y por el gobierno de la CDMX cuya obligación era supervisar la obra y contratos de mantenimiento. Estas tres fuentes debieran ser suficientes para evitar la acostumbrada impunidad. Creímos en la palabra de la Jefa de Gobierno: “Lo que digan los peritajes”

    Hasta el lunes 9 de mayo sólo conocíamos uno de ellos: el que pidió Carso a Integridad Mecánica y Servicios de Ingeniería. El segundo fue encargado por el gobierno de la CDMX con bombo y platillo a la empresa Det Norske Veritas (DNV), presentada por C. Sheinbaum como “experto independiente en gestión de riesgos y garantía de calidad que opera en mas de 100 países fundada en Noruega en 1864... líder en el mundo”. Las primeras dos entregas del peritaje fueron divulgadas porque la carga de la culpa recaía en los constructores. Cuando llegó la entrega final, en un vuelco inadvertido e injustificable, el peritaje fue inicialmente escondido por el Gobierno (lo había recibido desde febrero) y después descalificado como falso y tendencioso. Siguió su ocultamiento, su descalificación y la decisión de demandar a la empresa. No contaban con que el diario español El País lo daría a conocer este mismo lunes. Las cosas se aclararon: DNV era independiente y seria cuando los culpables eran los constructores. Dejó de serlo cuando entre las causas del desastre aparecieron la falta de supervisión y mantenimiento de los gobiernos de Ebrard, Mancera y Sheinbaum.

    La mejor empresa del mundo -experta e independiente- pasó a formar parte de los adversarios nacionales e internacionales de la 4T. Según la Jefa de Gobierno, el peritaje es parte de “un caminito ligado a Mexicanos por la Corrupción (sic), un informe deficiente, mal ejecutado, con problemas técnico tendencioso y falso”.

    Casi todo desastre, es producto de la combinación de decisiones, actos y errores cometidos por más de una persona o de una dependencia. Está por verse si habrá responsables, si habrá delitos que perseguir, si estos serán sancionados, si a las víctimas se les hará justicia y si la Línea 12 volverá a ser puesta en funcionamiento con controles de seguridad adecuados.

    Quizá nada de esto ocurra. Quizá lo que suceda es lo mismo que en el caso del Prestige: que el partido en el gobierno pague en las urnas lo que no quiso que se pagara en un proceso judicial independiente y libre del control político. Los electores mandan.

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