“Como los pescados, las democracias comienzan a morir por la cabeza”
    F. Savater

    Ya no son casos aislados. Hay una avalancha de desfiguros éticos que brotan de la cúpula. Si ahí se hace mofa de la legalidad, ¿por qué no en otros niveles? Que cada quien se invente su moral, esa es la tónica. Pronóstico: una descomposición generalizada.

    Subversivo, que busca “destruir la estabilidad política de un país”, RAE. Por exagerado y alarmista que parezca, los hechos no dejan margen: vivimos una subversión. Argumentan su derecho a la subversión invocando la justicia social, el combate a la corrupción y la defensa de la soberanía. Suena muy bien, pero la mecánica implantada está devastando a la República. Instalados en una atalaya de falsa moralidad, creen tener el derecho a destruir instituciones y violar la ley. Eso es subversión.

    Abrazos no balazos. Marzo 2021: el mes más letal para las mujeres desde que hay registro. La vergonzosa defensa de S. Macedonio es la señal de machismo más ominosa de nuestra historia. Con ese ejemplo, qué esperar. La ofensa a las mujeres no tiene precedentes. Pero para ellos se trató de la defensa de un “cuate”. La lealtad justifica la aberración, ya quedó en la historia de la inmoralidad. Aparece el diputado acosador y los desfiguros de su líder dejan boquiabierta a la ciudadanía. Yo no me meto en los asuntos personales, dijo, pero resulta que un delito no es un asunto personal. Agrega, no lo hizo en su función de legislador. ¿Cómo está el asunto? No hubo una instrucción de acosar al menor, ¿a eso se refiere?

    “No se si es constitucional o no, no soy constitucionalista...”, pero el combate a la corrupción justifica que se quede el actual presidente de la Corte. Esto dicho por un ciudadano común e ignorante de las leyes, ya sería una barbaridad: combatir la corrupción justifica pisotear la constitución. Pero lo más grave es que la expresión proviene de quien gobierna a casi nueve millones de capitalinos, es dramático. Combatir la corrupción violando leyes, nada menos que la Constitución, es aún más grave que la corrupción. Romper el pacto social plasmado en nuestra norma fundamental por perseguir la corrupción, es tomar la justicia por propia mano, es regresar al salvajismo en términos de Rousseau, de Locke o del propio Hobbes. Si cada Presidente o Gobernador se inventa una nueva justificación para violar la ley fundamental, pues viviremos en una selva.

    Por ese camino nada debe sorprendernos, que el muy cuestionado presidente del Tribunal Electoral decida manejar a la institución como si fuera su establo, está en la tónica de la actual administración. La revuelta que ha provocado en cinco magistrados es una señal de esperanza dentro de la tormenta de la subversión generalizada que mana de las alturas.

    “Le tengo confianza” dijo el Presidente de Zaldívar, por eso debe quedarse. Una nación de 126 millones de habitantes, se rige ahora por el catálogo de las cercanías emocionales de un individuo. Esa cercanía, no los principios o la ley, quiere configurar a la República, de ahí las aberraciones éticas. ¿Qué piensa entonces de los otros 10 ministros? Pregunta del reportero a modo: “¿si los integrantes de la Corte no avalan dos años más del ministro Zaldívar, no estarían convirtiéndose en cómplices de la corrupción?”. Sí, fue la respuesta presidencial, “conscientes o inconscientes”. O sea, son cómplices los que defienden la Constitución y el propio Constituyente. Desde el púlpito -que a diario inventa su propio evangelio- ahora se cuestionan la gobernanza de la SCJN establecida en la Constitución. Las indefiniciones del Ministro presidente sólo agravan la situación. Y claro, el líder del Senado amenaza de nuevo al órgano electoral que ha construido nuestra democracia en los últimos 30 años: si hay derrota, vendrá un período extraordinario y una reforma con el molde de nuestra caprichosa moralidad, esa que se inventa todos los días.

    La descomposición ética corroe a México.

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