El consumo de carne o lo que no se habla del calentamiento global

    De acuerdo con expertos, nuestro país es uno de los más vulnerables al cambio climático dada nuestra ubicación geográfica, topografía y red hidráulica. Las temperaturas promedio a nivel nacional aumentaron en 0.85 grados centígrados y las temperaturas invernales en 1.3 grados centígrados. En 12 estados de la República Mexicana estamos llegando a utilizar todas las reservas de agua, aproximándonos cada vez más a una crisis.

    Si no adoptamos una postura más firme ante el calentamiento global, el panorama de México está a punto de ponerse sombrío.

    De acuerdo con expertos, nuestro país es uno de los más vulnerables al cambio climático dada nuestra ubicación geográfica, topografía y red hidráulica. Las temperaturas promedio a nivel nacional aumentaron en 0.85 grados centígrados y las temperaturas invernales en 1.3 grados centígrados. En 12 estados de la República Mexicana estamos llegando a utilizar todas las reservas de agua, aproximándonos cada vez más a una crisis.

    Ante estas condiciones, es innegable que necesitamos que nuestro gobierno reconozca la relación del consumo de carne y el calentamiento global. De acuerdo al último informe de The Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC), las emisiones de metano han aumentado.

    Las dos fuentes más importantes de emisión de este gas son la producción de hidrocarburos y la ganadería. Simplemente, no podemos ignorar la contribución del consumo de carne al costo social del aumento de huracanes, sequías, deslaves, temperaturas extremas, lluvias torrenciales, incendios e inundaciones.

    El Gobierno, que resguarda el bienestar de las personas que habitamos México, le debe a su gente detener la depredación del medio ambiente por las prácticas de alimentación que no son sostenibles. De forma inmediata, dichas medidas deberían ser la aplicación de impuestos especiales a la producción de carne o limitando la producción ganadera para mitigar el alto costo social y económico que tiene para todos.

    Tenemos fechas límites para detener las consecuencias de la devastación del medio ambiente que se mantiene gracias al paradigma de una alimentación de alto consumo de carne. Una medida paralela en la construcción de un sistema alimentario sostenible deberá ser la adopción gradual cada vez mayor de una alimentación a base de plantas, que puede aportar todos los nutrientes, sabor y calorías necesarias para la supervivencia y bienestar de la población de nuestro país.

    En México, como en el mundo, es urgente la adopción de políticas públicas de la mano del apoyo a los individuos para cambiar su alimentación a una que deje de girar en torno a la producción industrial de carne animal. Por el ambiente, por la salud de todas las personas y por los animales que viven en agonía bajo un sistema alimentario que ya no es posible mantener por más tiempo.

    Si no adoptamos una postura más firme ante el calentamiento global, el panorama de México está a punto de ponerse sombrío.

    De acuerdo con expertos, nuestro país es uno de los más vulnerables al cambio climático dada nuestra ubicación geográfica, topografía y red hidráulica. Las temperaturas promedio a nivel nacional aumentaron en 0.85 grados centígrados y las temperaturas invernales en 1.3 grados centígrados. En 12 estados de la República Mexicana estamos llegando a utilizar todas las reservas de agua, aproximándonos cada vez más a una crisis.

    Ante estas condiciones, es innegable que necesitamos que nuestro gobierno reconozca la relación del consumo de carne y el calentamiento global. De acuerdo al último informe de The Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC), las emisiones de metano han aumentado.

    Las dos fuentes más importantes de emisión de este gas son la producción de hidrocarburos y la ganadería. Simplemente, no podemos ignorar la contribución del consumo de carne al costo social del aumento de huracanes, sequías, deslaves, temperaturas extremas, lluvias torrenciales, incendios e inundaciones.

    El Gobierno, que resguarda el bienestar de las personas que habitamos México, le debe a su gente detener la depredación del medio ambiente por las prácticas de alimentación que no son sostenibles. De forma inmediata, dichas medidas deberían ser la aplicación de impuestos especiales a la producción de carne o limitando la producción ganadera para mitigar el alto costo social y económico que tiene para todos.

    Tenemos fechas límites para detener las consecuencias de la devastación del medio ambiente que se mantiene gracias al paradigma de una alimentación de alto consumo de carne. Una medida paralela en la construcción de un sistema alimentario sostenible deberá ser la adopción gradual cada vez mayor de una alimentación a base de plantas, que puede aportar todos los nutrientes, sabor y calorías necesarias para la supervivencia y bienestar de la población de nuestro país.

    En México, como en el mundo, es urgente la adopción de políticas públicas de la mano del apoyo a los individuos para cambiar su alimentación a una que deje de girar en torno a la producción industrial de carne animal. Por el ambiente, por la salud de todas las personas y por los animales que viven en agonía bajo un sistema alimentario que ya no es posible mantener por más tiempo.

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