El Presidente López Obrador, el primer día del mes en curso, celebró el cuarto aniversario de su arrollador triunfo electoral y, con ello, prendió la mecha de la esperanza de un cambio radical del país, desgraciadamente, las cosas no le han salido como él esperaba y muchas de sus promesas se quedarán plasmadas en el tiradero de los panfletos de campaña. Igual que antes

    Iniciamos el séptimo mes del año en camino y todo indica que la persistente presencia del perjudicial coronavirus nos mantendrá con el cubrebocas puesto por lo que resta de 2022. Afortunadamente, el nuevo embate de la pandemia no está resultando tan agresivo, de tal suerte que el número de personas hospitalizadas y de fallecidos ha disminuido sustancialmente. Esperemos que continúe por esa ruta y que muy pronto tengamos medicamentos efectivos y al alcance de todos, en beneficio de los afectados por el repugnante bicho.

    Por otra parte, el que también persiste en su empeño de demostrar que es un hombre que no se equivoca y que no está en su radar la rectificación es el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien, desafortunadamente, por ejemplo, no acepta la posibilidad de darle un giro a su estrategia de seguridad, y mucho menos admite que algunos actores de la 4T no le están ayudando en nada a su proyecto transformador, como es el caso del cuestionado Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, a quien los hechos lo acusan de no contar con la suficiente solvencia moral ni capacidad profesional para desempeñar la alta encomienda que le confirió la Nación; desgraciadamente, la ceguera del empecinamiento del Presidente de la República está resultando sumamente perjudicial para la Nación.

    El Presidente López Obrador, el primer día del mes en curso, celebró el cuarto aniversario de su arrollador triunfo electoral y, con ello, prendió la mecha de la esperanza de un cambio radical del país, desgraciadamente, las cosas no le han salido como él esperaba y muchas de sus promesas se quedarán plasmadas en el tiradero de los panfletos de campaña. Igual que antes.

    Y si la persistente obcecación presidencial camina en sentido contrario a su proyecto renovador, también nuestra reprochable conducta en no cuidar el medio ambiente está impactando nuestro futuro bienestar y el de nuestros descendientes. Justo hoy, y a manera de alerta, se conmemora el Día Internacional Libre de Bolsas de Plástico, cuyo propósito es el de hacernos ver el daño que estamos causando al planeta con la disposición final de las bolsas de plástico de un solo uso, que por lo general, es irresponsable.

    De acuerdo a distintos informes técnicos, se estima que una bolsa de plástico tarda algunos siglos para degradarse, y también se expresa que cada uno de nosotros utiliza alrededor de 230 bolsas al año. Parece exagerado, pero la práctica del reciclado doméstico nos demuestra que dicha cifra está apegada a la realidad; es cosa de hacerlo.

    Por otra parte, las bolsas de plástico que arrojamos a la calle y a los cuerpos de agua, impactan a estos últimos y dañan de forma grave a la fauna acuática.

    Otro dato alarmante lo proporciona Greenpeace, cuyos expertos estiman que 12 millones de plásticos de todo tipo terminan en las aguas de los océanos; es tan grave el asunto, que se tienen localizadas alrededor de ocho islas conformadas por desechos plásticos. La más grande se encuentra en el océano Pacifico entre Hawái y California, con un “territorio” de 1.6 millones de metros cuadrados de superficie.

    Afortunadamente hay esfuerzos industriales para proveernos de plásticos reciclables, incluso biodegradables, ya que se fabrican a partir de vegetales, los cuales ya se encuentran en el mercado, sin embargo, la cultura del reciclado no ha permeado en el ánimo de la mayoría de la población.

    A pesar de que existen diversos llamados institucionales en el sentido de cuidar el ambiente y evitar botar en las calles, en los campos y en los cuerpos de agua, los artículos de plástico que utilizamos, simplemente lo ignoramos y vamos por la vida dejando una terrible huella de nuestro paso terrenal.

    El día que tomemos conciencia del daño que nuestra persistente mala conducta impacta al medio ambiente, empezaremos a construir un mejor presente, y por supuesto, un mejor futuro ¡Buenos Días!

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