El esperado todavía

El ser humano está completamente abierto al futuro; es decir, abierto al horizonte de la posibilidad, puesto que no permanece prisionero en la celda de la realidad. Por eso, podríamos afirmar que el hombre es el ser del todavía.

Si estuviera encerrado en la realidad no podría soñar, proyectar e imaginar utopías. Es cierto que algunas personas se pierden en la nebulosa de sus irrealizables fantasías y deseos; pero, las más sensatas idean o vislumbran futuros posibles y alcanzables.

El filósofo español, Emilio Lledó, es un hombre que vive de cara al futuro a pesar de contar actualmente con 94 años. Al versar sobre la palabra todavía, señaló: “Vivir es estar no solo en la realidad, sino en la posibilidad. Nuestro mundo es real porque es posible, porque todavía cabe esperar. A pesar de las contradicciones entre los deseos y la verdad y humanidad de lo que deseamos, ese horizonte del «todavía» está siempre abierto”.

Si volvemos nuestra mirada al cristianismo, constataremos que su espiritualidad gravita en torno al todavía. De hecho, es central el término escatológico, que, de acuerdo al diccionario, significa: “Parte de la teología que estudia el destino último del ser humano y el universo... Conjunto de creencias y doctrinas referentes a la vida de ultratumba”.

Efectivamente, escatología proviene de un término griego “esjaton”, que se refiere a lo que se vive en germen, pero aún no se disfruta plenamente. Por eso, se apunta que el ser humano vive en tensión entre el “ya y el aún no”.

Originalmente, todavía significaba siempre (tota via); es decir, lo que se alcanzaba por cualquier camino, al menos hasta el momento presente. Por eso, Lledó, en su libro “La filosofía hoy”, agregó como subtítulo: “Hoy es siempre todavía”.

¿Vivo teniendo presente el esperado todavía?