La afirmación de que el humano es el único animal que sabe que se va a morir es objeto de debate en la comunidad científica y filosófica. Aunque muchos animales muestran signos de miedo o estrés ante la muerte y pueden tener comportamientos que sugieren un entendimiento limitado de su propia mortalidad, no hay evidencia concluyente de que comprendan su muerte de la misma manera que los humanos.
Los humanos tienen una conciencia avanzada, habilidades de abstractización y la capacidad de reflexionar sobre el futuro y la muerte, lo que les lleva a desarrollar conceptos complejos sobre la vida y la muerte.
Esta conciencia se reta al día a día, puesto que aunque sabemos que moriremos, en la práctica no vivimos de esa manera, de hecho, sin poder afirmarlo, sospecho que la mayoría de nosotros en la normalidad ni siquiera lo pensamos. La paradoja está que en nuestra vida ínfima e irrelevante en términos mundiales toma otra dimensión cuando la observamos en términos colectivos.
En términos colectivos, somos capaces de generar en este momento más de 50 conflictos armados en el mundo, incluidos Ucrania, Palestina, se estima que generamos alrededor de 5.5 millones de toneladas de basura al día, consumimos entre 100 y 300 litros de agua por persona diariamente, perdemos 35 mil hectáreas de áreas verdes al día, reventamos los sistemas financieros y los multimillonarios se vuelven más ricos, los pobres más pobres y los corruptos más corruptos. El punto al que quiero llegar, es que parecería que no conocemos el límite, en la colectividad parecería que vivimos como si quisiéramos que el mundo terminara mañana.
¿Por qué? Porque parece que somos incapaces de rectificar, ¿por qué? Porque parece que imponer mi ideología es más importante que el progreso, que la paz, ¿por qué? Porque parece que es más importante imponer mi fe que ser una buena persona. ¿Dónde se torció el mundo? ¿Por qué somos incapaces de reconocer sus dolores? ¿Por qué celebramos unas olimpiadas mientras niños son masacrados? ¿Cómo podemos salir a trabajar mientras otros mueren de hambre? ¿Quién nos convenció de que era imposible hacer algo?
Estadísticamente la esperanza de vida está entre 74 y 75 años de edad, estadísticamente voy a ver la segunda mitad de mi vida, ¿alcanzará la segunda mitad para ver la diferencia? O ¿vencerán los años en los que parece que cambia y luego no avanza?
Me gusta pensar que el amor, el arte, el otro puede salvarnos de nosotros, sin duda en esta vida ínfima e irrelevante no podemos quedarnos con lo ordinario, nos toca eso y un cachito más, ahí, vive la diferencia, ahí vive la esperanza.
Gracias por leer hasta aquí.
Es cuanto.
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@isaacarangureconacentoenlae
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