Parecerá extraño hablar del silencio en la música, cuando se antoja conjeturar que es la música la que rompe el silencio. Éste último sería ausencia de ruido y la música, ausencia de silencio.
En otras palabras, el silencio conformaría el contorno que permite apreciar cuando el sonido llena el vacío y que capta, asimismo, cuando cesa la música.
El compositor norteamericano, John Cage, quien fue reconocido como pensador, escritor y filósofo, hizo un experimento musical llamado “4:33” (porque es el tiempo que dura) para piano o cualquier tipo de conjunto instrumental. Se cronometra el tiempo en tres movimientos sin tocar una sola nota, con el objetivo de ser conscientes de los sonidos y ruidos que nos rodean. Cage, afirmó: “no puede ser correcto hacer música que no se estructure desde las puras raíces del sonido y del silencio”.
En verdad, en muchas ocasiones oímos música (como la ambiental que se pone de fondo en los centros comerciales), pero no la escuchamos a profundidad (como sucede con los conciertos o la música llamada “culta”).
En forma poética, el músico británico Robert Fripp comentó: “La música es la copa que contiene el vino del silencio”. Tiempo atrás, Víctor Hugo escribió: “La música expresa lo que no se puede poner en palabras y no puede permanecer en silencio”. A su vez, el escritor y filósofo Aldous Huxley, manifestó: “Después del silencio, lo que más se acerca a expresar lo inexpresable es la música”.
Este jueves 2 y viernes 3 de diciembre tendremos oportunidad de apreciar la belleza armónica del silencio y la música, en el concierto del réquiem de Mozart que ofrecerá la OSSLA en el Auditorio Lince de la UAdeO y La Torre Académica de la UAS, respectivamente, a las 19:00 horas.
¿Aprecio la música en silencio?
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