Hallarse a sí mismo

El ideal délfico y socrático del conocerse a sí mismo es la clave para desentrañar el camino que conduce al desarrollo y realización de la persona. Sin embargo, no es tarea fácil -y se complica en demasía- debido a la agitada vida a que estamos sometidos. En efecto, estamos constantemente expuestos al vértigo de la vida social, virtual y laboral, que no somos capaces de frenarnos para reflexionar en nuestra vida personal.

Es esencial una cierta distancia de las cosas y de los demás para encontrarse a sí mismo. Resulta fácil perderse entre los vericuetos hodiernos que estiman más precioso el tener y poseer, que el hallarse y profundizar en el núcleo íntimo del ser. Hurgamos frenéticamente en los estantes y aparadores del consumo para encontrar satisfactores que nos brinden efímeros instantes de alegría, pero no enfocamos la mirada en el espejo de la intimidad para inundarnos de verdadera felicidad.

En la actualidad, la tecnología ofrece un sinfín de distractores que ocupan nuestra mente e impiden el recogimiento. Si anteriormente ya se complicaba el reflexionar sobre sí mismo, hoy se antoja una tarea ingente.

Hace más de un siglo escribió José Martí: “¡Más, cuánto trabajo cuesta hallarse a sí mismo! El hombre apenas entra en el goce de la razón que desde su cuna le oscurecen, tiene que deshacerse para entrar verdaderamente en sí. Ni la originalidad literaria cabe, ni la libertad política subsiste mientras no se asegure la libertad espiritual. El primer trabajo del hombre es reconquistarse. Urge devolver los hombres a sí mismos... Sólo lo genuino es fructífero. Sólo lo directo es poderoso. Lo que otro nos lega es como manjar recalentado. Toca a cada hombre reconstruir la vida: a poco que mire en sí, la reconstruye”.

¿Me hallo a mí mismo?