Obvio que la Oposición y sus voceros nada de lo que plantea la cuarta transformación reconocen. Todo indica que van a continuar con su discurso negativo, fuera de la realidad, pese a que cada vez más quedan al descubierto como redomados catastrofistas, incapaces de comprender la realidad del País.

    Se empiezan a reconocer en el mundo los aciertos en el manejo de la economía nacional por parte del gobierno de la cuarta transformación. Incluso organismos en un inicio pesimistas en relación al manejo de las finanzas nacionales, ahora reconocen la solidez de la moneda nacional y en general las acertadas medidas que el Gobierno mexicano viene aplicando, sin ceñirse, además, a las recetas del Banco Interamericano de Desarrollo. Cero endeudamientos y una inversión pública que se puede calificar de histórica son lo sobresaliente en el ámbito nacional.

    Es realmente impresionante lo que el Gobierno del País viene invirtiendo en infraestructura. Se ha destinado a esta piedra angular para el desarrollo una inversión que no se había hecho en muchos años, ni en los sexenios más cercanos. La Oposición conservadora, claro, no reconoce este rubro importantísimo y su impacto en bien de la gente. Lo que vemos, al margen de esa actitud pichicata de los partidos tradicionales, es que en la actualidad se registran verdaderos cambios estructurales con un enfoque progresista para el País. Es importante que México avance en su desarrollo buscando el beneficio de su pueblo. Esto lo comprende la ciudadanía, por eso apoya con entusiasmo los cambios propiciados por el gobierno de la cuarta transformación, que marcha indetenible.

    Si México continúa al ritmo que viene imprimiéndole a su economía, el futuro pinta promisorio. Con paso firme, avanzando en su infraestructura, se prevé más temprano que tarde se inserte el País en el grupo de los países con economías más fuertes y sólidas, con el beneplácito de su pueblo. Bajo el actual gobierno hay buenos indicadores macroeconómicos; si no se interrumpe la estrategia económica que viene imprimiendo el gobierno actual, se presagian buenas expectativas de desarrollo en el País.

    Obvio que la Oposición y sus voceros nada de lo que plantea la cuarta transformación reconocen. Todo indica que van a continuar con su discurso negativo, fuera de la realidad, pese a que cada vez más quedan al descubierto como redomados catastrofistas, incapaces de comprender la realidad del país. Por lo que se observa, los opositores sin alternativas se van a quedar anclados a su nostalgia al pasado de corrupción, tirándole pedradas a la luna, con una incomprensión completa de lo que la gente vive económica y políticamente en el país. Ni modo, como dice la gente: “en su cuero lo hallarán”. Lo que sí es una verdad inocultable es que la Oposición atraviesa por una crisis política, van de picada y todo hace suponer que no tienen regreso.

    Por esas razones hemos calificado a la Oposición de este País como extraviada. Para nada se centra en discutir los problemas lacerantes que atraviesa México, que requieren urgentes soluciones, mucho menos son capaces de mirar a largo plazo y configurar un proyecto de nación. La Oposición solo apuesta a oponerse a todas las iniciativas que impulsa el actual régimen, a ultranza, pero no plantea alternativas con el ánimo de discutir puntos de vista contrastantes, no, la Oposición simplemente asume una actitud cerrada; con esa postura se está quedando sola, frente a un mar de ciudadanos que están convencidos que la ruta a seguir es regenerar al país, como se está viendo.

    Los partidos políticos aliancistas han labrado su propio destino, por no decir su tumba. Sin esgrimir ideas políticas, que permitan un sustantivo debate sobre las necesidades de la sociedad, resultan escasos de miras, ideas no se asoman por ninguna parte por el lado de la Oposición. Desde el principio del gobierno de la cuarta transformación se anclaron en un discurso de descalificación, pero completamente banal, sin imaginación. Más que mover a la reflexión, su retórica se caracteriza por infundios tras infundios o ataques personales, un día sí y el otro también, queriendo dañar la imagen del Presidente. Insisto, las ideas políticas en la Oposición brillan por su ausencia. Los ciudadanos detestan los sofismas y los denuestos como discurso político.

    Tomando la cuenta la nueva realidad política del País, si los actores políticos no asumen esa nueva realidad, van a ser rebasados por los ciudadanos, que ven con optimismo su futuro y avanzan al encuentro de un devenir histórico pletórico de buenas nuevas.

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