En nuestro País, por largo tiempo, el Gobierno adoptó una política económica errática, con un sistema proclive al entreguismo simple y llano de la economía a empresas extranjeras, otorgándoles contratos leoninos en detrimento de los intereses nacionales, repercutiendo además en profundizar de manera alarmante la brecha de desigualdades, llegándose a extremos increíbles en ese sentido.

    Se han empezado a ventilar, en las redes sociales y en los medios no convencionales, interesantes ideas sobre la democracia y otros temas igualmente trascendentes de la vida nacional, lo cual no deja de ser un aliciente en el trajín ciudadano y, sin duda, inciden en un cambio importante en la forma de concebir el presente y el futuro nacional. En medio de esto, los ciudadanos avistan un amplio horizonte de posibilidades para salir del subdesarrollo.

    En nuestro País, por largo tiempo, el Gobierno adoptó una política económica errática, con un sistema proclive al entreguismo simple y llano de la economía a empresas extranjeras, otorgándoles contratos leoninos en detrimento de los intereses nacionales, repercutiendo además en profundizar de manera alarmante la brecha de desigualdades, llegándose a extremos increíbles en ese sentido. Allí están los hechos que nos golpean el rostro. Afortunadamente, esa negra noche ya pasó y hoy se tiene un gobierno que prioriza los intereses nacionales sobre los extranjeros, el reverso de la moneda, para bien del país y de su pueblo, los ciudadanos celebran con entusiasmo ese cambio cualitativo.

    Desde luego, la derecha patalea y grita sus acostumbradas cantaletas de siempre, como si los mexicanos fueran menores de edad y no entendieran lo que viene impulsando el gobierno de la cuarta transformación, tratando por todos los medios de reducir la desigualdad social, que aún afecta a las mayorías. Se aplica la lógica de ante grandes males, eficaces remedios, con el ánimo bien puesto en sacar a millones de mexicanos de la pobreza en que fueron sumidos por los gobiernos pasados, entreguistas a intereses extranjeros, que no veían y menos escuchaban las justas demandas sociales.

    Ante el cambio que se viene operando por el actual régimen, hay una oposición de derecha sumamente ofuscada, porque se les cerró su cananea que tenían en el pasado, con gobiernos a modo, donde hacían y deshacían unos cuantos usufructuando los intereses nacionales, que pertenecen a todos los mexicanos y no solo a una élite sin escrúpulos.

    Se ha dado un cambio como resultado de la elección del 1 de junio del 2018, el cual es innegable, por más que lo escamotee la oposición, lo que lleva a un nuevo manejo de la economía nacional, y en general en todo lo que repercuta en bien del pueblo; es lo que se privilegia por encima de los intereses de unos cuantos, como ocurría en el pasado, donde los partidarios de privilegios para pocos se sirvieron con la cuchara grande durante más de tres décadas sin ningún límite, puesto que el gobierno estaba a su servicio durante ese periodo; como consecuencia de ese amasiato, también el número de pobres creció como nunca se había visto, no exageramos: está documentado para conocimiento de las nuevas generaciones.

    Por eso el gobierno actual ha emprendido una labor de regeneración, de reparar el dañado tejido social. En muchos aspectos esto, sin duda, tiene que ver con el bienestar de la sociedad. El actual gobierno lucha con denuedo por consolidar ese derecho humano al bienestar que debieran disfrutar todos los habitantes de esta gran Nación. Alcanzarlo en bien de la población es la meta que se ha trazado el Presidente Andrés Manuel López Obrador.

    Son un número considerable de casos en los que es notorio el cambio por parte del aparato de la función pública, en infraestructura se han emprendido megaproyectos como el Tren Maya, la refinería Dos Bocas, el aeropuerto Felipe Ángeles, la mejora del sistema carretero. Se combate la corrupción en serio y se impulsan programas sociales a favor de los que menos tienen. Estos cambios notorios en la vida pública irrita a la oposición cerril que intenta, sin lograrlo, descalificar los cambios en la vida pública de la Nación. Pero lo importante es que el pueblo los apoya y sabe que su conclusión redundará en enormes beneficios sociales.

    Los ciudadanos ven con entusiasmo los cambios que hasta el momento se han logrado en el presente régimen, y los que vendrán en los próximos tres años por cubrir el actual sexenio. No bajan sus expectativas; por el contrario, las robustecen con optimismo.

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